Lo miró volar por el aire en un arco alto y empezar a bajar. El estómago se le cayó. Ningún sonido salió de su boca, aunque realmente intentó gritar una advertencia. El bacalao de treinta kilos aterrizó casi encima de Lev, furioso, luchando, cayendo pesadamente y saltando, chasqueando los dientes. Lev sacó rápidamente un arma y apuntó al feroz pez.
– ¡No! Mi barco -gritó Rikki.
Lev hizo un pequeño baile, tratando de huir de la criatura que daba golpes, agarrándose a la borda, preparado para saltar por encima mientras el pez le golpeaba.
La risa subió burbujeante. Lev, el asesino despiadado, estaba a punto de abandonar el barco a causa de un pez. Él le disparó un larga mirada de reprimenda y sacó un gran cuchillo de aspecto mortal. Rikki casi se ahogó riéndose mientras apuñalaba y desgarraba al pez con la hoja y lo tiraba de vuelta al agua.
– Ésa era la cena -dijo-. Pensé que estarías feliz.
– No te reirás tanto cuando vuelvas al barco -predijo siniestramente.
Lev miró como Rikki desaparecía prudentemente debajo del agua. Lo último que vio de ella fueron sus ojos que se reían. Se encontró sonriendo. Ella le había tirado el pez. Sacudió la cabeza y se vertió un café del termo que había traído. Quería estar allí abajo con ella, pero se contentaría con poner un pie en la puerta, por decirlo así.
Estudió la costa rocosa. Había una belleza salvaje en la costa, un sentimiento primitivo de salvajismo sin tocar, aunque casas y pequeñas aldeas punteaban los riscos. Más allá de la costa, había oscuros bosques de grandes secoyas altas y arboledas de eucaliptos y cipreses. El cielo claro había desaparecido lentamente bajo una capa de niebla, que se espesaba a una sombra pálida de gris. La miró entrar, dedos de niebla vagando perezosamente, señalando hacia la costa.
La gaviota gritó otra vez, atrayendo su atención. El pescador estaba en movimiento. Lev suspiró. Había sabido que su gobierno enviaría a alguien para asegurarse de que estuviera muerto. Había esperado que no se movieran tan rápido, pero era un incordio para ellos si estaba fuera de su control y tenían que asegurarse.
Todo en él se calmó. La emoción se fue y sus instintos de supervivencia tomaron el control. Había esperado, había planeado y estaba listo. Ahora que el limpiador estaba finalmente aquí, podría respirar otra vez. Éste era su mundo y estaba muy familiarizado con él. Vida o muerte. El gato y el ratón. Movió los hombros y sintió la calma que venía a él con cada tarea. Tenía un propósito, una misión que llevar a cabo y esta vez, era para asegurarse una nueva vida para él mismo.
Había sólo una amenaza verdadera y era Ralph. Sabía que haría lo que tuviera que hacer para proteger a Rikki. Tenía toda la intención de encontrarse con Ralph y "empujar" su recuerdo de vuelta al fondo de su mente antes de que el pescador le encontrara… y le encontraría. No dejaría una piedra sin remover antes de regresar a casa e informar a sus amos.
Lev alcanzó al pájaro y esta vez fue más fácil conectar. El pájaro trazó círculos por encima del mar azul y avanzó de vuelta al puerto. Moverse en lo alto de la niebla era una experiencia surrealista, la vista del pájaro, principalmente del mar y la actividad de abajo, buscando comida. La sensación era mareante y desorientaba, haciendo que su visión se emborronara por un momento siempre que se lanzaba mientras se ajustaba a la diferencia de visión.
La gaviota le llevó por la costa, pasó sobre piedras escarpadas y árboles azotados por los vientos, y luego rodeando el risco al otro lado de Puerto Albion. Lev dirigió al pájaro para que bajara dando vueltas para tener una mejor vista. El pescador había devuelto el barco alquilado al puerto y avanzaba por el risco, deteniéndose ocasionalmente para hablar con algunas personas. A pesar de la ropa y el gorro, Lev no podía pasar por alto esos andares y balanceos fluidos.
Petr Ivanov. Lev reconoció el modo en que se movía. Se había topado con Petr más de una vez, un robot de hombre. Entrenaron juntos cuando eran adolescentes. Aún entonces, Petr había demostrado incapacidad para conectar con cualquiera. Sus entrenadores habían capitalizado eso, manteniéndolo desconectado emocionalmente de todos. Estaba acostumbrado a limpiar líos. No importaba quién fuera el blanco hombre, mujer o niño. No importaba la edad ni las circunstancias. Nunca preguntaba, sólo hacía el trabajo.
Por supuesto que enviarían a Petr. ¿Quién más? No temía encontrarse con Lev. Era una máquina. No mataría innecesariamente o con pasión. Cazaría hasta que estuviera satisfecho de que Lev Prakenskii estaba muerto, y hasta entonces, seguiría indagando hasta que encontrara respuestas. Había satisfacción en saber que había tenido razón. Había esperado que fuera Ivanov al que enviaran tras él. Conocer a su enemigo era media batalla.
Giró la gaviota hacia el puerto, necesitando ver si la compañía de procesamiento ya había enviado su camión a recoger la captura del día. El pájaro voló sobre la dársena, no había nadie todavía en la plataforma, lo que significaba que Petr Ivanov no se había topado con Ralph. Ivanov estaba en las etapas iniciales de su investigación, asumiendo diferentes personajes. Iría a las autoridades con una indagación oficial, pero visitaría los bares y sitios locales, buscando a cualquiera que trabajara por los muelles y en barcos pesqueros que pudiera proporcionarle indicios de cualquier superviviente.
Lev soltó al pájaro y se hundió en el barco, sacudido. Tomar posesión de la vista de otra criatura desorientaba y le debilitaba. El uso de cualquier don psíquico siempre se tomaba su precio, pero ése en particular parecía agotar la mayor parte de su energía. Parecía ser diferente para los que eran elementos como Rikki. Ella nunca mostraba debilidad después de utilizar su don. Parecía manipular la energía fácilmente.
Bebió café y esperó, más ligero de algún modo, ahora que Ivanov estaba realmente aquí y la espera había acabado. Este era un mundo al que podría acostumbrarse, la paz, el estado salvaje. Él era un hombre que siempre viviría fuera de la sociedad, pero aquí, en este lugar extraordinario, quizá había espacio para él, con Rikki.
Suspiró otra vez. Rikki. El milagro de Rikki. ¿Tenía el derecho de permanecer aquí y exponerla al peligro simplemente porque deseaba una vida con ella? ¿Cuán egoísta era eso? Quería protegerla, pero el peligro de un hombre como Ivanov era mucho peor que su acechador. Ivanov era un asesino a sangre fría, capaz de aniquilar a toda su familia para llegar a él. ¿Entonces qué hacía un hombre? La amaba. Nunca había pensado experimentar el amor, y quizá eso en sí mismo había sido todo el regalo que se suponía debía aguardar. Parpadeó hacia el cielo, como si buscara una respuesta, pero la niebla había llegado y había cubierto el brillante azul con una niebla gris y llena de humo.
La red surgió y Lev la recogió lentamente, ayudando a Rikki en la parte superior. Estaba un poco sorprendido de cuan aliviado estuvo cuando vio su cabeza por encima del nivel del agua. Confiaba en sus habilidades, la había visto en acción, pero ahora se preocupaba por ella. Se encontró sonriendo, preocuparse era una cosa tan hogareña.
Tuvo que admirar la manera en que ella utilizó la cadena del ancla para empujarse sobre el barco, así la fuerte corriente no tuvo la oportunidad de apartarla. Obviamente lo había hecho a menudo y subió a bordo con facilidad. Cargó la red y cubrió los erizos de mar con el alquitranado de plata, con cuidado de evitar tocar las espinas. Las manos realizaron todas las tareas correctas, pero la estaba mirando, observando cada movimiento.
Estaba agotada. Lo pudo ver instantáneamente. Ella le dirigió una sonrisa rápida, pero era un saludo, nada más. Se desnudó, allí en el barco, enjuagándose, untándose una loción sobre la piel antes de deslizarse de vuelta a los vaqueros. Podía decirse que el sexo y el flirteo no entraban en su mente, pero fue una vista erótica, quizá a causa de su completa falta de conciencia, casi como si él fuera un mirón captando a una mujer sensual por una ventana.