Sabía que estaba a salvo con ella. Rikki le había aceptado en su vida y ella era intensamente leal. La miró maniobrar en la entrada a doscientos metros del río. Las olas se habían incrementado y tuvo que introducir el barco perfectamente para evitar que se inundara. La concentración estaba en su cara, completamente enfocada. Ella había luchado sus propias batallas y ganado. Había encontrado su propia fuerza y sabía exactamente quién era. Quizás hubiese deseado haber nacido otra persona en algún tiempo de su vida, pero había aceptado lo que vida le había dado y lo había aprovechado al máximo.
La felicidad se asentó sobre él. Paz. Había terminado de vivir en las sombras como un fantasma insustancial. Había encontrado un hogar y sorprendentemente el hogar era una mujer. Cruzó los brazos a través del pecho y mantuvo la mirada sobre ella mientras cabalgaban las olas, se disparaban por debajo del puente al agua más tranquila. Ella rió y giró la cabeza otra vez para mirarlo, para compartir la experiencia con él.
Rikki llevó el barco directo al muelle. Había llamado por la mañana y sabía que la planta de procesamiento tendría el camión esperando cuando llegaran. Parecía como si el suyo fuera el primer barco en regresar. Los otros no estarían lejos, con ese viento que había aumentado tan de repente. Nunca volverían al puerto si el oleaje aumentaba en fuerza.
– Aquí estamos -la llamó Ralph-. Mike es el único barco fuera de Albion hoy. Danny fue con él. El tiempo nos está cercando otra vez. -Su mirada especulativa no estaba sobre ella sino en Lev.
Rikki asintió.
– Se suponía que iba a ser un buen día.
Lev la miró a la cara. Se había retirado, casi bloqueada. Estos eran negocios, enganchando las redes a la polea para que Ralph pudiera pesar y etiquetar los erizos antes de descargarlos en los bolsones. Miró con cuidado hasta saber exactamente qué hacer, y casualmente tomó el control, una mano sacando a Rikki del camino suave pero firmemente.
– Levi Hammond -dijo mientras guiaba la red de erizos de mar sobre la plataforma.
– Ralph Carlson.
– Sí, le recuerdo. Estaré por aquí. He decidido regresar y reclamar a mi mujer -dijo Lev-. Fuimos socios de buceo hace años. He estado moviéndome por Alaska, pero me figuré que si esperaba demasiado, ella me reemplazaría.
La mirada de Rikki fue fría cuando barrió sobre él.
– Todavía lo estoy considerando.
Ella interpretó su parte tan perfectamente que podría haberla besado. Dejó caer un brazo alrededor de sus hombros y se contentó con besarle la coronilla.
– La mejor buzo de toda la costa -dijo-. Mandona también. No me permite que toque nada en su barco.
– Estoy loca por ti -bufó ella y lo empujó lejos.
Lev rió y subió a la plataforma para ayudar a Ralph a columpiar las redes de erizo de mar a las bolsas mientras Rikki devolvía el barco a la dársena para amarrarlo.
– Rikki no habla mucho -dijo Ralph-. Ha estado buceando en esta área durante aproximadamente cuatro años y nunca ha dicho más de unas pocas palabras a nadie.
Lev asintió.
– Esa es Rikki. -Dio un paso un poco más cerca de Ralph, utilizando un "empujón" muy cuidadoso para sondear al hombre-. Ha pasado bastante desde que estuve aquí. -Plantó un recuerdo vago, nada más que una sombra, de ellos dos riéndose juntos en un bar.
Ralph llenó los vacíos inmediatamente, proporcionando atmósfera y detalles, descargándolos en el recuerdo para realzarlo.
– Mucho tiempo.
– Alaska es salvaje. Gran submarinismo, pero fría y solitaria. -Lev le sonrió-. Después de un tiempo todo en lo que podía pensar era en volver con Rikki.
– Tienes suerte de haber venido ahora. Pensaba que podría pedirle salir.
Lev sonrió pero los ojos se le volvieron fríos, luego helados.
– Ya, yo no intentaría eso, soy del tipo celoso.
Empujó un poco más fuerte, distanciando el recuerdo de Rikki trayendo uno pasajero, para que la línea temporal fuera vaga. Ralph se frotó la cabeza.
– ¿Dolor de cabeza? -preguntó Lev con compasión.
– Sí. Ha venido de repente. Y tengo uno más entrando.
– Le oigo ahora -dijo Lev y salió de la plataforma con un mando elevador en la mano.
Era todo el control de daños que podía hacer por ahora y quizá fuera suficiente. Ivanov encontraría a Rikki. Hablaría con todos los buzos. Era una práctica bastante común para los agentes abrirse camino con su encanto, utilizando a las mujeres como refugios cuando necesitaban un piso franco. Petr Ivanov interrogaría definitivamente a Rikki y haría preguntas acerca de ella.
Rikki restregaba su barco y el equipo con lejía en preparación para la próxima inmersión. Levantó la mirada hacia él.
– Gracias por no sacar el arma y dispararle. Estaba un poco preocupada por que hubieras estado sin una demasiados días y necesitaras práctica.
– Ja, ja. -Comenzó a subir a bordo pero ella le ofreció un ceño feroz que le dijo que no era bienvenido-. Y no habría utilizado un arma. Hubiera querido que pareciera natural, como un infarto.
Ella se detuvo otra vez y le echó una mirada.
– Mejor que yo no muera de un infarto. Regresaré y te cazaré.
– Bien, tu barco parece bastante bueno. Y no compartes bien con otros.
Ella rió suavemente. El segundo barco rodeó la curva del río saliendo de la niebla, con un aspecto un poco fantasmal. Los dos ocupantes miraron fijamente a Lev cuando pasaron al lado del Sea Gypsy.
Lev se agachó en la dársena, permaneciendo inclinado hacia ella. El agua transmitía las voces, así que utilizó la telepatía más íntima. Dime sus nombres y algo acerca de ellos.
Dan Ferguson y Mike Carpenter. Es el barco de Mike. Dan tiene uno, pero el motor está estropeado. Mike está casado. Dan está mirando.
Rikki salió del barco y él tomó la mayor parte del equipo. Caminaron juntos, Rikki ligeramente delante. Los dos buzos cortaron su escape antes de que pudiera dirigirse al aparcamiento, Lev había estado seguro de que lo harían. Los buzos se conocían los unos a los otros. Era un mundo pequeño y era lógico que fueran protectores con su único buzo femenino, especialmente dado que ella era considerada "diferente".
Rikki se detuvo directamente delante del más bajo de los dos hombres, con su pequeño ceño en la cara. Lev la pasó, ofreciendo la mano. Era obvio que ella respetaba a Mike.
– Mike, cuánto tiempo. -Le dio un empujón pequeño, dirigiendo una sombra vaga en la mente del otro hombre. Inmediatamente se giró al más alto de los dos hombres, necesitando darle tiempo a la sombra para que funcionara. Ya había sentido la resistencia en el buzo-. Dan. Es bueno ver que todavía estás en ello. -La misma sombra deslizó en su cabeza-. Levi Hammond -como si les recordara.
Mike frunció el ceño y se frotó las sienes, mirando a Lev con algo de confusión. Dan recogió la sombra y la realzó primero. Sonrió y estrechó la mano de Lev otra vez.
– Ha pasado mucho tiempo.
– Demasiado tiempo. Casi perdí a mi mujer. Se estaba preparando para abandonarme… otra vez. -Los dedos de Lev se asentaron de manera posesiva alrededor de la nuca de Rikki-. No soy el mejor escritor de cartas.
Rikki no respondió. Lev podía sentir cómo vibraba su cuerpo y no era la más suave de las vibraciones. Sabía que ella no era consciente de ello, pero su nivel de angustia se incrementaba en proporción directa al número de personas que la rodeaban.
– ¿Estás bien, Rikki? -preguntó Mike, mirándola a ella no a Lev.
Esta asintió.
– Solo cansada. La corriente era fuerte.
– Hay un extraño merodeando y haciendo preguntas. Pregunta por buzos. No sé detrás de lo que anda, pero ten cuidado, Rikki -advirtió Mike.
– Yo la cuidaré -dijo Lev.
Rikki profundizó el ceño y se alejó un paso de él.
– No necesito que me cuiden. Eso es lo que nos metió en problemas antes, ¿recuerdas?