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– Luces-dijo.

Pero las luces del techo no se encendieron. El receptor de audio del despacho seguía registrado a la voz de Nicole. Seguramente el lunes lo habrían cambiado. Pierce se acercó a la pared y encendió las luces.

No había nada encima del escritorio. Ella le había dicho que el viernes a las cinco se habría ido y había cumplido la promesa, probablemente su última acción oficial en Amedeo Technologies había sido enviarle a él el mensaje de correo.

Pierce rodeó el escritorio y se sentó en la silla de Nicole. Aún se percibía un vestigio de su perfume, un susurro de lilas. Abrió el cajón de encima. Sólo había un clip. Nicole se había ido, eso estaba claro. Revisó los otros tres cajones y comprobó que todos estaban vacíos salvo por una cajita que encontró en el cajón inferior. La sacó y la abrió. Estaba llena hasta la mitad de tarjetas de visita. Extrajo una y la leyó.

nicole R. james

directora de inteligencia competitiva agente de información pública

amedeo technologies Santa Monica, california

Después de un momento, Pierce volvió a dejar la tarjeta en la caja y ésta en el cajón. Se levantó y se acercó a la fila de archivadores alineados en la pared opuesta.

Nicole había insistido en conservar copias en papel de los archivos de inteligencia. Había cuatro armarios archivadores. Pierce sacó las llaves y usó una para abrir un cajón que llevaba la etiqueta «Bronson». Sacó la carpeta azul, porque según el sistema de archivo de Nicole la carpeta más nueva sobre cualquier competidor era siempre de ese color. Pierce la abrió y vio una fotocopia de un recorte de la sección de negocios del San Jose Mercury News junto a los informes impresos. Lo había visto todo antes, salvo el recorte.

Era un artículo breve que informaba de que uno de los principales competidores de Amedeo Technologies en el sector privado había recibido una inyección de efectivo. La noticia estaba fechada dos días antes. Nicole ya le había informado del acuerdo. La voz corría deprisa en el mundo de las nuevas tecnologías, mucho más deprisa que a través de los medios de noticias. Pero la historia era una confirmación de todo lo que ya había oído, y algo más.

bronson tech recibe fondos de japón

por Raúl Puig

Bronson Technologies, con sede en Santa Cruz, ha llegado a un acuerdo de asociación con la japonesa Tagawa Corporation que proporcionará fondos para el proyecto de electrónica molecular de la firma, según anunciaron el miércoles ambas partes.

En virtud de los términos del compromiso, Tagawa aportará 16 millones de dólares en fondos de investigación durante los próximos cuatro años. A cambio, la firma japonesa se quedará con una participación del 20 % de Bronson.

Elliot Bronson, presidente de la compañía fundada hace seis años, aseguró que el dinero ayudará a poner a su compañía a la cabeza de la cacareada carrera para desarrollar el primer ordenador molecular funcional. Bronson y un conjunto de compañías privadas, universidades y agencias gubernamentales están embarcadas en una carrera para desarrollar memoria de acceso aleatorio (RAM) molecular y vincularla con un circuito integrado. Aunque algunos creen que falta una década para que la informática molecular se aplique de manera práctica, quienes la defienden sostienen que revolucionará el mundo de la electrónica. También se ve como una amenaza potencial para la industria multimillonaria basada en el silicio.

El potencial valor y la aplicación de la informática molecular se consideran ilimitados y, por tanto, la carrera para el desarrollo es muy reñida. Los chips moleculares serán infinitamente más potentes y reducidos que los basados en silicio, que actualmente constituyen el soporte del campo de la electrónica.

«Desde ordenadores de diagnóstico que pueden soltarse en el flujo sanguíneo hasta la creación de "calles inteligentes" con ordenadores microscópicos incrustados en el asfalto, los ordenadores moleculares cambiarán este mundo. Y esta compañía va a estar allí para contribuir al cambio.»

Entre los principales competidores de Bronson en el sector privado están Amedeo Technologies de Los Ángeles y Midas Molecular de Raleigh (Carolina del Norte). También Hewlett-Packard ha participado con científicos de la Universidad de California en Los Ángeles. Asimismo, más de una docena de otras universidades y firmas privadas están invirtiendo de manera significativa en nanotecnología y RAM molecular. La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa está financiando parcial o totalmente muchos de estos programas.

Por otra parte, un puñado de compañías han elegido buscar apoyo privado en lugar de confiar en el gobierno o las universidades. Bronson explicó que la decisión hace a las compañías más independientes, les proporciona mayor capacidad de movimiento en proyectos y experimentación sin tener que buscar la aprobación del gobierno o las universidades.

«El gobierno y las grandes universidades son como acorazados -dijo Bronson-. Una vez que se mueven en la dirección correcta hay que temerlos. Pero les cuesta mucho girar y orientarse. Este campo es demasiado competitivo y los cambios van demasiado deprisa para eso. Por el momento es preferible una lancha motora.»

La no dependencia de la financiación gubernamental o universitaria también significará una menor distribución de la riqueza a medida que las patentes en el sector se hagan más valiosas en los próximos años.

En los últimos cinco años se han producido varios avances significativos en la informática molecular, y parece que Amedeo Technologies marca el camino.

Amedeo es la empresa más antigua que participa en la carrera. Henry Pierce, 34, el químico que fundó la compañía después de dejar Stanford, ha obtenido numerosas patentes en las áreas de sistemas de circuitos moleculares y creación de memoria molecular y puertas lógicas: los componentes básicos de la informática.

Bronson dice que ahora espera que con la financiación de Tagawa la partida se iguale.

«Creo que será una carrera larga e interesante, pero vamos a estar allí en la recta de meta -declaró-. Con este acuerdo lo garantizo.»

La tendencia de las pequeñas compañías pasa ahora por buscar una fuente significativa de apoyo económico, una «ballena» en la jerga de la inversión en tecnologías emergentes. La operación de Bronson sigue a la de Midas Molecular, que a principios de año se aseguró 16 millones de dólares de un inversor canadiense.

«No hay otra manera de hacerlo, para ser competitivo es preciso el dinero -dijo Bronson-. Las herramientas básicas de esta ciencia son caras. Sólo preparar un laboratorio ya cuesta más de un millón antes de empezar a investigar.»

Pese a que Pierce, el máximo accionista de Amedeo, no contestó las llamadas, fuentes de la industria indicaron que su compañía también está buscando un importante inversor.

«Todo el mundo va a la caza de ballenas -dijo Daniel E Daly, socio en Daly amp; Mills, una compañía de inversión con sede en Florida que ha monitorizado la emergencia de la nanotecnología-. El dinero de un inversor de cientos de miles de dólares se agota demasiado deprisa, de manera que todo el mundo busca hacer la compra de una sola vez, es decir, encontrar un inversor capaz de apoyar un proyecto hasta el final.»

Pierce cerró el archivo, con el artículo dentro. Había poca información nueva en la historia, pero le intrigaba la primera cita de Bronson que mencionaba el diagnóstico molecular. Se preguntó si Bronson estaba acatando la disciplina de la industria al hablar de la parte más atractiva de la ciencia o bien conocía algo de Proteus. ¿Estaba hablando directamente a Pierce? ¿Usaba el diario y su recién encontrado dinero japonés para arrojar el guante?

Si era así, pronto iba a quedarse de piedra. Pierce volvió a guardar la carpeta en el archivador.

– Has vendido muy barato, Elliot -dijo mientras lo cerraba.