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– ¿Qué le hicieron?

Rio resbaló un brazo alrededor de ella.

– Esas marcas están hechas con una caña. Los bandidos son conocidos por usar una caña sobre sus víctimas. Thomas es famoso por ello. No creo que hayamos liberado a ninguna victima de secuestro sin evidencias y cuentos de haber sido golpeados con la caña.

Rachael volvió la cara sobre el hombro de Rio.

– Lo siento, Kim, no quería herir a nadie. Pensaba que si me precipitaba en el río, creerían que me ahogué.

– Habrían encontrado otra razón para golpearlo con la caña -dijo Rio, sus dedos masajeando su nuca- Thomas es un enfermo. Disfruta con el dolor de la gente.

– Lo que dice es verdad, señorita Wilson -estuvo de acuerdo Kim.

– Rachael. Llámame Rachael, por favor.

– Tiene problemas con su apellido -ofreció Rio.

Rachael lo miró airadamente.

– Eres tan gracioso. Deberías ser cómico.

– Ni siquiera sabía que Rio tuviera sentido del humor -dijo Drake, lanzando una sonrisa infantil sobre su hombro a Rio.

– No tengo -contestó Rio siniestramente.

Tama se dio prisa, llevando varias plantas y raíces.

– Estas te curarán rápido, Kim, y quizás al gato también.

– ¿Mandaste aviso a tu padre de que encontraste a Kim vivo? -preguntó Rio.

– Enseguida. El viento llevó las noticias. Verá la visión en sus sueños y sabrá que Kim está bien -contestó Tama, rasgando afanosamente tiras de una de las plantas y lanzando tiras de tallos verdes en un pote.

Rachael frunció el ceño mientras Rio asentía.

– ¿Está diciendo que el padre Kim soñará que está vivo y sabrá que es verdad?

– Su padre es un curandero poderoso. La verdad, creo que sabe más sobre las plantas del bosque, venenos, y visiones que cualquier hombre vivo. Si le enviaron las noticias, las recogerá en una visión, o en un sueño, si prefieres llamarlo así -explicó Rio.

Rio no sonaba como si le estuviera tomando el pelo, pero ella encontraba la idea de enviar noticias vía visiones un poco difícil de creer.

– Realmente no crees que ellos puedan hacer eso, ¿verdad?

– Sé que pueden hacerlo. Lo he visto. No soy bueno enviando visiones, pero las he recibido. Es mejor que el correo aquí en el bosque -dijo Rio.

Drake asintió de acuerdo.

– Las visiones son cosas arriesgadas, Rachael. Tienes que ser un experto en interpretarlas

– ¿Rachael? -Rio arqueó una ceja a Drake en advertencia.

– Ella pidió que la llamáramos Rachael -indicó Drake, mirando inocente- Estaba siendo educado.

Un olor extraño se elevó del pote donde Tama presionaba hojas, pétalos, tallos y raíces de varias plantas en una pasta espesa. No era desagradable, olía a menta y flores, naranja y especias. Fascinada, Rachael miró con cuidado, no haciendo caso del intercambio entre los hombres.

– ¿Qué es eso?

Tama le sonrió.

– Esto prevendrá la infección -Inclinó el pote para que pudiera ver la pasta verde pardusca.

– ¿Valdrá para Fritz? -preguntó Rachael- Sus heridas están supurando y Rio ha estado preocupado por él.

– El leopardo lo atacó, casi lo mata -añadió Rio- Sabía bastante sobre mí como para saber que elegiría salvar a Fritz y trataría de rastrearlo más tarde.

– Entonces conoce el modo en que cazas -Drake sonó preocupado- No demasiadas personas saben que los leopardos nublados te acompañan cuando sacamos a una víctima de los campamentos de los bandidos.

Kim alzó la vista de donde su hermano aplicaba la pasta espesa sobre la peor de las laceraciones de su pecho.

– Sólo tu unidad y un par de mi gente, Rio.

– Nadie en nuestra unidad traicionaría a Rio -dijo Drake- Hemos estado haciendo esto juntos durante años. Dependemos el uno del otro. Sé que si me hieren Rio va a sacar mi culo de allí. Y si soy capturado, nadie descansará hasta que me liberen. Así es como es, Kim.

– Y no vendemos a nuestros amigos por ninguna cantidad de dinero -dijo Kim silenciosamente, con gran dignidad.

– No, tu gente nunca consideraría el dinero sobre la amistad, Kim -Rio estuvo de acuerdo- No sé de donde vino este traidor, o como sabe de mí, pero es definitivamente uno de nosotros, no uno de vosotros.

– Es del bosque entonces -dijo Tama.

Drake frunció el ceño cuando Rio asintió.

– Sería improbable que no reconocieras el olor.

– El hedor está todavía sobre Fritz -le desafió Rio- mira a ver si puedes decirme quién era.

– Envía a Franz fuera -dijo Drake- Parece hambriento.

– Ten cuidado -advirtió Rachael- me atacó. Brutalmente, podría añadir.

El ceño de Drake se hizo más profundo.

– ¿Te atacó?

Rachael asintió.

– Y me mordió, así que ten cuidado con él. Tiene dientes como los de un tigre dientes de sable.

– Ese no era Franz -señaló Rio- fue Fritz quien en realidad te mordió.

– ¿Importa esto? -exclamó Drake- ¿El animal realmente te atacó? Tienes suerte de estar viva

– Quiero que Tama mire tu pierna después de que termine con Kim -dijo Rio. Miró detenidamente la cara de Rachael- Estás sudando. Te estás cansando demasiado. Te tumbaré en la cama. No se ha levantado del todo aún y no quiero que se exceda.

– Déjame ver -dijo Tama, levantado la vista de donde estaba untando la pasta sobre la espalda desnuda de su hermano.

Fue Rio quien apartó la manta de la pierna de Rachael, revelando la masa hinchada de pinchazos y laceraciones. Las dos heridas de pinchazos supuraban continuamente y no era una bonita vista. Rachael estaba avergonzada.

Drake se estremeció visiblemente.

– Dios mío, Rio, eso debe de doler como el infierno. ¿Tiene una infección? Tenemos que llevarla a un hospital.

Rachael sacudió la cabeza, encogiéndose tras la protección del cuerpo más grande de Rio.

– No, te lo dije, Rio, no puedo ir a un hospital.

Kim y Tama examinaron su pierna con cuidado.

– Tiene razón, Rio. Si la llevas a un hospital, aún bajo nombre falso, uno de los espías de Thomas se enterará de ello y le avisará. Algunos están comprados, algunos le temen, otros solamente quieren la asociación, pero la entregarán. No puedes protegerla en aquel ambiente.

– No quiero que nadie arriesgue su vida tratando de protegerme -protestó Rachael- Mi pierna está curando bien. Estoy mejor de lo que lo estaba hace unos días, preguntad a Rio. En cuanto pueda viajar, me marcharé. No tendré a nadie arriesgando su vida por mí.

Rio la alcanzó enlazando sus dedos con los suyos.

– Rachael, nadie va a entregarte a Thomas, y no vas a andar por la selva sola. Esto no funciona así.

Rachael quiso discutir con él que así era exactamente como funcionaba, pero no lo haría delante de los demás. A pesar de su aspecto relajado, Rachael sentía la tensión enroscándose fuertemente en Rio. Lo conocía, por dentro y por fuera. Era un extraño, aunque demasiado familiar. Estaba incómodo con la proximidad tan cercana de los demás, aunque podía decir que sentía una camaradería por ellos. Sin un pensamiento consciente ella se le acercó mas, cambiando su peso hasta que estuvo recostada bajo su hombro, encajando en su forma como si hubiera nacido para estar allí. Fue un movimiento de protección y él lo sintió.

Rio miró abajo a lo alto de su cabeza rizada. Tanto pelo. Espeso y negro como el ala de un cuervo. Rizos que se desviaban en todas direcciones. Sus dedos resbalaron en la masa espesa, frotó y acarició los rizos, mirando como se enrollaron alrededor de su pulgar. El gesto era completamente familiar, algo que hacía automáticamente para confortar, como una conexión entre ellos. Nunca se acostumbraría a estar alrededor de gente, ni siquiera aquellos a los que llamaba amigos, pero Rachael era diferente, era una parte de él. Le pertenecía.

– ¿Tu muñeca esta rota? -le preguntó Tama, obviamente preocupado- ¿Cómo pasó? ¿En el río?