Rachael miró a la improvisada tablilla. Su pierna le dolía siempre tanto, que casi nunca recordaba su muñeca.
– Rio piensa que esté rota. La entablilló y para ser honesta, apenas lo noto.
La emoción brotó, casi ahogando a Rio. Le tomó unos momentos comprender que esto era la felicidad. La calidez de la alegría se extendió por su cuerpo. Había pasado mucho tiempo desde que había experimentado ese sentimiento que apenas lo reconoció por lo que era. Rachael no quería contar a los demás que él había sido el responsable de su herida. Esto no debería haberle importado, pero lo hizo.
– Rio -Drake dijo su nombre bruscamente- Este traidor, el que dices que estaba aquí anoche, tenía que estar buscándola.
– Pensé que había sido enviado para asesinarme, que se había unido a los bandidos por la recompensa, pero con un millón de dólares en juego, dudo que dediquen un pensamiento -dijo Rio irónicamente. Se inclinó sobre Rachael, con una sonrisa tirando de su boca- Adivino que tú vales mucho más que yo.
– Ella es más bonita también -le tomó el pelo Drake- Bien no necesitas estar mirando.
Kim y Tama se hundieron en el suelo al lado de la silla, apartando la manta de la pierna de Rachael para examinar las heridas más de cerca. Rachael podía ver las terribles marcas que se entrecruzaban en la espalda de Kim.
– Me pone enferma saber que te lo han hecho por mi causa. Se que no crees que es por mi culpa, pero lo siento así.
Kim le sonrió.
– Todos tenemos cosas de las que somos responsables. Hay poco valor en aceptar las que no puedes controlar. Déjalo ir.
Rachael deseaba que fuera fácil. Miró más allá de él para contemplar fijamente hacia fuera por la ventana al salvaje follaje verde. Las hojas parecía plumas, las enredaderas salvajes se retorcían en cuerdas verdes mientras las orquídeas competían con hongos de brillantes colores por el espacio entre las flores que crecían sobre los gruesos troncos de los árboles y las ramas. Era hermoso y primitivo y llamaba a algo dentro de ella. Tenía ganas de desaparecer en el bosque profundo, simplemente convertirse en algo más, algo intocable, salvaje y libre.
Lo sintió primero en el pecho, una tirantez que le hacía casi imposible respirar. Entonces fue un fuego en su estómago, músculos contrayéndose y estirándose. El calor chamuscó su carne, sus huesos, chisporroteó en cada órgano. Picaba, una ola precipitándose sobre ella de tal manera que al mirar abajo vio algo moverse bajo su piel como si estuviera vivo. Sus manos se curvaron involuntariamente, y las yemas de los dedos dolieron y picaron. Jadeó y retrocedió del borde de un gran precipicio, su corazón palpitaba en el pecho y sus pulmones luchaban por respirar.
– No puedo respirar, Rio -Le llevó una eternidad decir las palabras- Necesito salir fuera donde pueda respirar.
Rio no hizo preguntas o perdió el tiempo discutiendo, sino que la levantó inmediatamente contra su pecho, levantándose con ella como si ella fuera una mera niña en vez de una mujer totalmente crecida en sus brazos. Dio un paso con cuidado alrededor de Kim y Tama y el pote de pasta marrón verdosa. Rachael vislumbró la cara de Drake, sus ojos abiertos y sobresaltados con un conocimiento que ella no poseía antes de que lograra borrar la expresión de su cara.
Rachael enterró la cara en el cuello de Rio, inhalando su olor consolador, tomando fuerza en sus brazos.
– Estás bien, Rachael -Rio la calmó, una mano le acariciaba el cabello mientras se sentaba en un pequeño sofá sobre la veranda- Escucha al bosque, a los monos y pájaros. Ellos hacen que la vida parezca en equilibrio otra vez. Escucha a la lluvia. Tiene un ritmo calmante.
– ¿Qué me pasa? ¿Sabes que me ha pasado? Juro que vi algo moverse bajo mi piel, como un parásito o algo -La humedad creaba la ilusión de una sauna. El sonido de la lluvia era apagado y mudo por el pesado dosel de hojas de lo alto. Respiraba en jadeos desiguales, como si hubiera corrido una larga carrera. Su pierna herida palpitaba y ardía, su pulso palpitaba allí en un ritmo frenético- No tengo una crisis de pánico, no la tengo. No estoy histérica, Rio.
– Lo se, Rachael. Nadie piensa que estés histérica. Solamente cálmate y cuando estemos solos, hablaremos de esto -Su corazón palpitaba tan frenéticamente como el suyo. Las posibilidades eran increíbles, casi imposible. Quería tiempo para pensar en ello, investigar un poco antes de darle respuestas- Solo una cosa, Rachael. ¿Alguna vez has oído las palabras Han Vol Dan antes? ¿Alguna vez te dijo tu madre esas palabras o los mencionó en sus historias? -Sostuvo su aliento, en espera de su respuesta, sintiendo como si su mundo se tambaleara sobre el borde de un abismo.
Rachael puso las palabras en su mente. No eran completamente desconocidas, pero no tenía ni idea de lo querían decir y estaba completamente segura de que su madre nunca las había incluido en las aventuras de la gente leopardo de la salvaje selva tropical.
– No lo se. Mi madre nunca me dijo esas palabras, pero… -sus palabras se volvieron más débiles por la confusión.
– No importa -dijo él.
– ¿Qué significan? ¿Han Vol Dan? Las palabras fluyen como música.
– Está bien, no pienses en eso ahora mismo -reiteró Rio- Espero que realmente no estés culpándote por lo que le pasó a Kim. He estado rescatando a victimas de secuestros desde hace algún tiempo a todo lo largo de este río y en tres países. Mi unidad es contratada para entrar y rescatar víctimas. A veces el gobierno contacta con nosotros porque es una situación políticamente sensible, otras veces es la familia las que nos pide rescatarlos. Y otras veces entregamos el rescate y nos aseguramos de que nada vaya mal para que podamos devolver a la víctima a su casa. En casi cada incidente donde Thomas y su grupo están implicados, las víctimas han sufrido palizas. Es uno de los líderes más sangrientos de los bandidos. La mayoría se consideran a si mismos como hombres de negocio. Si el dinero es pagado, entregan a la gente que han cogido con buena salud.
Rachael sacudió la cabeza.
– ¿Esto es solamente un modo de vivir para ellos? ¿Secuestrar gente? ¿Qué sienten sus familias sobre lo que ellos hacen?
– La mayoría están agradecidos por la entrada de dinero. Algunos lo hacen por motivos políticos, y esas situaciones son mucho más explosivas y mucho más peligrosas para mi equipo. En cualquier momento que vamos tras alguien a quien Thomas haya secuestrado, sabemos que es peligroso tanto para ellos como para nosotros. Thomas ha matado a rehenes aún después de que pagaran el rescate. Su palabra no quiere decir nada en absoluto, a él o a alguien más.
– ¿Te has encontrado con él?
Él asintió.
– Algunas veces. Está loco y un poco ebrio de su propio poder. Es conocido por matar a sus propios hombres por pequeños desaires. Ha matado mujeres. Creo que le gusta hacer daño a la gente.
– Conocí a alguien así. Podía sonreír y pretender ser tu mejor amigo incluso mientras conspiraba para asesinar a tu familia. Gente como esa es muy retorcida -Rachael ya había empezado a sentirse mejor. La extraña enfermedad que la había agarrado antes ya se había ido, dejándola intentando recordar lo que se sentía. Solo recordaba haber sentido miedo. El inexplicable episodio le hacía sentirse ligeramente ridícula, el epítome de una mujer histérica. No era nada asombroso que Rio no pensara que ella pertenecía a la selva- Rio, lo siento por actuar como una idiota delante de tus amigos.
– No lo hiciste, Rachael. Si te sientes mejor, volveremos adentro y veremos si Tama y Kim pueden fijar tu pierna. Ellos son mucho mejores curando que yo. Su padre trabajó un poco conmigo, pero ellos han tenido la ventaja de su tutela desde que eran pequeños.
Le rodeó el cuello con los brazos, uniendo sus dedos en la nuca.
– Creo que estoy empezando a acostumbrarme a que me lleves -le tomó el pelo.
– Remeteré la manta alrededor tuyo. No me preocupa que vayas sin ropa interior delante de mí, pero trazo la línea en desfilar desnuda delante de mis amigos. Provocarás un infarto a Drake.