Drake se rió.
– Por suerte traje la mía. Puedes quedártela y recogeré otra. Vamos tener que perseguir a los bienhechores de Kim y rescatarlos del campo de Thomas. Era la verdadera razón por la que vinimos, sabes, no para rescatarte, Rio.
– ¿Los bienhechores de Kim? -repitió Rachael, fingiendo ultraje- Cuando me sienta mejor, te tragarás eso.
Rio trató de ignorar los negros celos que se arremolinaron en su estómago. Podía provenir de una especie primitiva pero no tenía que actuar como tal. Podía ser civilizado. No debería importar que Rachael sonriera a Drake. Y tal vez no lo hacía. Pero no importaba que ella le tomara el pelo. Quería que aquella nota particular de su voz estuviera reservada exclusivamente para él. Se concentró en su interior, buscando un centro tranquilo, un lugar a donde iba a menudo para conquistar la parte de él que vivía según las reglas de la selva. El aire se movió a través de los pulmones. Dentro y fuera, determinado a no alejarse del camino escogido. Era importante para él estar bajo control.
Sintió el toque de sus dedos. Ligeros como plumas. Apenas allí, la más pequeña de las conexiones. Sus dedos se enroscaron en la pretina de sus pantalones, los nudillos presionaron contra su piel desnuda creando un calor inmediato. Era un pequeño gesto, pero reconoció su necesidad de confort, de seguridad.
Y esto le trajo un alivio inmediato.
– ¿Rio, vas a perseguir a Don Gregson y a los demás? -Rachael había planificado su fuga con cuidado. Había planeado vivir su vida sola. Nunca había tenido ese miedo, aunque ahora todo parecía diferente. No quería que Rio la abandonara.
CAPÍTULO 8
– No podemos dejar a ninguna de esas personas con Thomas -contestó Rio con un fuerte resoplido- No creo que tengamos opciones sobre este asunto.
– Esta no va a ser como las otras veces -advirtió Drake-. Siempre optamos por golpear y agarrar para conseguir que se fueran del país mientras nosotros nos diseminábamos por el bosque. El dinero de la recompensa lo cambia todo.
Rachael podía sentir cuatro pares de ojos sobre ella. Mantenía su cara apartada. Debería haber sabido que la recompensa iba a ser muy sustanciosa como para ser ignorada, especialmente en países donde la gente tenía muy poco.
– El dinero habla. Ese es el lema de mi familia. El dinero pavimenta la manera [2].
– El dinero pavimenta la manera -tradujo Rio. Había escuchado la frase antes, pero el origen lo eludía. Miró a Drake, arqueando una ceja a modo de interrogación-. Interesante lema para una familia.
Drake se encogió de hombros y sacudió la cabeza. Estaba seguro de haber leído ese lema antes, quizás en los periódicos, pero no podía recordar nada acerca de ello.
– Si, bueno, tengo una familia interesante. Tarde o temprano, enviarán un representante para sobornar a los oficiales de vuestro gobierno, si no lo han hecho ya. Tendré que dejar el país rápidamente. -Apretó sus dedos alrededor de la pretina del pantalón de Rio. Si iba a permanecer tendido sobre ella para mantenerla quieta mientras Tama embadurnaba su pierna con esa pócima de mal aspecto, bien podría servir para algo. Deliberadamente ella deslizó la punta de los dedos sobre su piel, esperando que fuera un castigo.
– No puedes dejar el país ahora, Missy -Tama negó con la cabeza-. Pregúntale a Rio. Los bandidos cerrarán las fronteras. Tienen espías a todo lo largo del río, a lo largo de las fronteras, en todos lados. La mayoría de la gente les teme y sólo desea que los bandidos los dejen en paz. Con una recompensa tan alta, tendrán más ayuda que de costumbre. Sería mejor esconderse y esperar hasta que pase la tormenta.
Kim asintió con la cabeza mostrándose de acuerdo.
– Mi hermano dice la verdad, Miss Rachael. Hay buenas personas a lo largo del río, pero esa cantidad dinero brindaría prosperidad a un pueblo entero. Sería fácil justificar una cosa tan pequeña como soplar algo de información. Mejor que te mantengas fuera de la vista en el bosque y esperes hasta que crean que falleciste en el río.
Rachael se quedó muy quieta debajo de Rio. Estudió cuidadosamente a los cuatro hombres.
– Supongo que tienes razón Kim. Ese dinero haría prosperar a cualquier aldea. El Gobierno querrá ese dinero. Cualquiera de ustedes podría darle uso también.
La mano de Rio fue hacia su nuca, sus dedos comenzaron un lento masaje como para confortarla cuando ambos sabían que no había ningún consuelo. No con la cantidad de dinero que estaba siendo ofrecida para que la traicionaran.
– No tiene nada que temer de mi gente, Miss Rachael -dijo Kim.
Le sonrío sin mirarlo directamente.
– Sigue diciéndote eso Kim, y tarde o temprano te sentirás desilusionado. La gente que te ama te traicionará por menos que eso. El dinero lo compra todo desde comida, medicamentos y educación hasta la libertad y el poder. La gente se mata una a la otra por cincuenta dólares. Aún por menos de eso. Cualquiera en esta habitación puede anhelar ese dinero, y ¿quien podría culparlos? Soy una extraña para todos ustedes.
Rio se sentó, ajustándole las almohadas a una posición más cómoda.
– Nadie en esta habitación te traicionará Rachael. Drake y yo tenemos precio sobre nuestras cabezas. Si intentáramos traicionarte a cualquiera de los bandidos, nos matarían al vernos. Kim y Tama no necesitan dinero.
Los oscuros ojos de Rachael encontraron la mirada de Rio en abierto desafío.
– Estoy dispuesta a apostar que no tendrías que enfrentarte a ninguno de los bandidos. Si me entregas a un Oficial del Gobierno, probablemente obtengas tu recompensa.
Rio no iba a continuar discutiendo con ella. Y no iba a admitir, ni siquiera ante si mismo, que sus sospechas le molestaban. Mantuvo su mirada firmemente.
– Estoy seguro que tienes razón, Rachael, pero por lo que sabes podría estar requerido por el Gobierno también. Lo dijiste tú misma, que debía estar huyendo de algo sino no me encontraría aquí.
Rachael no podía apartar la mirada de la de Rio. Siempre era directo y enfocado. Siempre intenso. Sentía como si fuera a caer en las profundidades de sus brillantes ojos verdes. Era pura magia negra, un producto del vudú y de las pociones de amor. Era una mujer adulta con un precio por su cabeza. No tenía vuelos de grandeza y no se volvía loca por un hombre sólo porque tuviera un cuerpazo matador.
Inesperadamente Rio se inclinó muy cerca de ella, poniéndole los labios sobre la oreja
– Lo estás haciendo nuevamente. No puedes mirarme de esa forma. Un día de estos te va a meter en problemas.
Drake se aclaró la garganta.
– ¿Por qué demonios alguien ofrecería un millón de dólares para recuperarte?
Rachael continuó mirando a Rio. Sólo veía a Rio. Su cara preocupada, las líneas impresas allí por demasiadas misiones llevadas a cabo, demasiadas decisiones que no había querido tomar. Ojos que se mantenían enfocados con tanta intensidad. Ojos que podían ser tan fríos como el hielo o tan ardientes con un calor tan intenso que ella se prendía fuego. Ojos que eran de un intenso verde en vez del verde amarillento que le había visto tan a menudo.
– Bueno, esa es la cuestión, ¿no? -Murmuró Rachael- ¿Qué fue lo que hice? ¿Qué fue lo que robé? Porque nadie pondría una recompensa tan desmesurada sin una poderosa razón.
– Te olvidas de lo más importante. ¿Qué es lo que sabes? -la corrigió Rio.
Rachael aspiro hondo, apartándose de esa mirada que lo veía todo.
– Pensé que todos ustedes tenían que ir a rescatar a los otros.
– No es tan fácil. Thomas muda continuamente su campamento y a los prisioneros. Tiene túneles en los campos en los que se detiene. Los campos de caña pueden esconder un laberinto de túneles que se extienden por millas -explicó Rio.