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– Agujeros de rata -dijo Drake-. Tienen tantos escondrijos que lleva tiempo encontrarlos a todos para determinar su ubicación.

– Y justo cuando los tenemos localizados, los prisioneros son cambiados nuevamente -agregó Rio-. Tenemos que movernos con cuidado, especialmente con Thomas. Drake y Tama pudieron sacar a Kim porque nadie esperaba un intento de rescate tan pronto. Esta serie de tormentas son una de las peores que hemos experimentado en años. La última cosa que se les hubiera ocurrido era que la familia de Kim sabría que algo le había pasado y que iría detrás de él usando a uno de nuestra gente para ayudarlos.

Rachael estaba demasiado agotada para hacer algo más que yacer contra las almohadas y pensar. Odiaba admitirlo, pero la pócima con tan raro color que Kim y Tama habían frotado contra su pierna definitivamente se había llevado la mayor parte del dolor. Miró abajo hacia su pierna y casi se echa a reír. Su pantorrilla y su tobillo estaban todavía muy hinchados, casi al doble de su tamaño habitual y ahora parecía como si estuviera usando una media verde amarronada. Las dos heridas punzantes supuraban continuamente, lo que se añadía al efecto general.

– Precioso -murmuró.

– Eso creo yo -dijo Drake, sonriéndole con su encanto juvenil.

Rio esperó que apareciera el nefasto arranque de celos que parecía ser una maldición que pendía sobre los de su especie, pero sorprendentemente no llegó. Podía sentir como Rachael deslizaba los dedos a lo largo de su espalda, la forma en que inconscientemente se aferraba a la pretina de sus pantalones. Era una cosa tan pequeña, pero la sentía familiar y confortante. Se sentía seguro y a salvo en la relación que mantenían. Rio sonrío y sacudió su cabeza. Tenía que recordarse continuamente a si mismo que no tenía una relación con ella. Se estiró para capturar una de sus manos.

– Te juro, Rachael, que tengo reminiscencias del pasado cuando estoy contigo.

Se miraron el uno al otro, completamente sintonizados en ese momento. Sus sonrisas fueron lentas y genuinas, sonrisas que completaban su entendimiento, llenándolos de calidez a los dos.

Drake se aclaró la garganta para llamar la atención a Rio.

– Y tú siempre pensaste que era un mito. Rachael, querida, no creo que tengas que preocuparte acerca de que alguien te entregue para cobrar el dinero o por ninguna otra cosa. Has llegado a casa, a donde perteneces.

– ¿Tienes idea acerca de que está hablando? -Preguntó Rachael. Pero podía verlo en la cara de Rio. Sabía exactamente de que estaba hablando Drake. Y vio algo más. Sólo durante el más pequeño de los momentos vio esperanza y alegría en los ojos de Rio. Chispeó allí por un momento y fue rápidamente cubierta- Si, lo sabes.

– Drake tiene una fijación con las antiguas leyendas. Cree en cuentos de hadas. Yo no -contestó Rio con sequedad.

Drake lo codeó.

– Pero estás comenzando a hacerlo. ¿Qué hay acerca de Maggie y Brandt? ¿Son ellos un mito? Es sólo que no quieres admitir cuando te equivocas -Volvió su atención hacia Rachael-. Rio es obstinado. Nadie nunca ha podido hacer nada acerca de esto. Buena suerte es lo único que te voy a decir.

Rio gruñó.

– No le creas, Rachael. Siempre tiene algo más que decir. Si tenemos suerte en esta ocasión se callará, pero no creo que vaya a ocurrir así.

Kim y Tama asintieron con la cabeza mostrando que estaban de acuerdo, riendo sin disimulo mientras lo hacían.

Rachael era muy conciente del pulgar de Rio que se deslizaba íntimamente sobre su muñeca.

– ¿Es eso cierto, Drake?

– Mentiras, todas mentiras -denegó, agarrándose el corazón-. Y se llaman a ellos mismos mis amigos. Arriesgo mi vida por ellos y así es como me pagan.

– Pobrecito -se conmiseró, tratando de no reírse. Drake y Rio eran tan poderosos, tenían el aspecto de machos dominantes, y aún así en ese momento parecían dos muchachos riéndose de una tonta broma juntos. Rachael tenía toda clase de preguntas, pero las dejó de lado hasta que pudiera estar a solas con Rio.

– Rachael está cansada -dijo Rio- Deberíamos dejarla descansar mientras decidimos que vamos a hacer para encontrar el grupo de benefactores que desapareció. -Vio que ella súbitamente fruncía el ceño y se corrigió apresuradamente-. Víctimas raptadas.

Drake se echó a reír nuevamente.

– Siempre me pregunté que podría hacer que actuaras correctamente. Ahora me doy cuenta que no era el “que” sino el “quien”.

Rachael observó salir a los cuatro hombres dirigiéndose al porche, dejándola con Fritz. Cerraron la puerta, pero podía oír el suave sonido de sus voces. De alguna forma era reconfortante oírlos mientras pasaba de la vigilia al sueño. La lluvia caía intermitentemente. Se podía escuchar el murmullo del viento entre los árboles, el ondear de las hojas y el continuo sonido de los insectos y los pájaros, de la manada de monos charlando entre ellos mientras se desplazaban por las ramas. Los sonidos se metían dentro de sus sueños, familiares y tranquilizantes. La humedad nunca era opresiva, pero intensificaba sus sentidos, haciendo que fuera conciente de las curvas de su cuerpo, de sus terminaciones nerviosas, de su sexualidad. Sentía gotas de sudor corriendo por el valle entre sus senos.

Rachael cerró los ojos y se imaginó que Rio estaba allí, inclinando la oscura cabeza sobre su cuerpo, la lengua recorriendo sus hinchados senos, enviando un escalofrío a su espina dorsal. Su cuerpo se estremecía con anticipación. Cuando la miraba se le atoraba el aire en la garganta. Había tanto amor allí. Tanta devoción. Sentía que las lágrimas subían a sus ojos. Lo conocía tan bien, cada expresión, cada línea. Podía decir cuando estaba cansado o contento o enojado. Envolvió los brazos alrededor de él, lo sostuvo contra ella mientras escuchaban el viento y la lluvia golpeando suavemente la ventana.

Rio dio un golpecito en la ventana, deseando haber corrido la sábana para poder observar a Rachael. Estaba seguro de que se había quedado dormida enseguida. Su pierna se estaba curando, pero muy lentamente. Consideraba que habían sido afortunados de que no hubiera perdido la pierna.

– Tama, gracias por mezclar las hiervas para curar la pierna de Rachael. Estaba preocupado de no ser capaz de salvársela. Hubo un momento en el que estuvo muy enferma.

– Conoces la mayoría de las plantas curativas -respondió Tama-. Ésta es una mezcla que usa mi padre cuando debemos curar rápidamente sin provocar mucho dolor para poder viajar a través del bosque y lo ríos. El río puede ser peligroso para las heridas abiertas. Esto pone un sellador sobre la herida para prevenir que los parásitos o las bacterias se instalen debajo de la piel.

– No te preocupes Rio, me aseguré de dejar las heridas abiertas libres para que pudieran supurar -agregó Kim- ¿Vas a contarnos cómo pasó esto?

– Para no mencionar, que tú también te ves bastante mal -apuntó Drake

Rio puso su mano sobre la ventana, separando sus dedos como si pudiera tocarla. Sintió que lo llamaba. No hubo ningún sonido, pero sabía que ella estaba en su mente, quizás en su piel, tratando de alcanzarlo, separados solamente por una delgada pared.

– Recibí un par de golpes menores cuando rescatábamos a nuestra última víctima, nada importante. Y tuve un pequeño encuentro con el leopardo. Si se topan con alguien dañado por un gran gato, háganmelo saber. Tiene que haber acudido a algún lugar para hacerse curar.

– ¿Piensas que estaba detrás de ti o detrás de la mujer?

– Al principio pensé que había sido enviado a por mí. Definitivamente estaba siguiendo un rastro, pero ahora pienso que tal vez siempre estuvo detrás de Rachael.

– ¿Por la recompensa?

Rio tamborileo sus dedos contra la ventana.

– No creo que intentara sacarla de aquí. Pienso que estaba tratando de matarla.

Drake hizo una mueca de dolor.

– ¿Uno de los nuestros? No matamos mujeres, Rio, especialmente una de nuestras mujeres y ella lo es. Sabes que es una de las nuestras.