Выбрать главу

– En este momento no estoy seguro de nada -Rio se recostó contra la baranda y miró a sus amigos-. Desde que llegó estoy en un perpetuo estado de confusión -Sonrió un poco avergonzado.

– ¿Quién es ella Rio? ¿De donde vino? -Preguntó Drake

Rio se encogió de hombros.

– No lo sé. No habla mucho acerca de ella misma -Se frotó las manos y miró hacia fuera al oscuro interior del bosque-. La recuerdo. Lo recuerdo todo acerca de ella. A veces cuando estamos juntos, no puedo distinguir la diferencia entre el pasado y el presente.

– ¿Te recuerda?

– Creo que a veces lo hace. Lo veo en sus ojos. Y admite estar tan confundida como yo -Rio se pasó ambas manos por el cabello-. ¿Qué has averiguado, Kim? ¿Alguien en el campamento te dio alguna información acerca de ella?

– Lo siento, Rio. Quieren ese dinero y darán vuelta el bosque para encontrarla. Quienquiera que sea que está ofreciendo la recompensa está desesperado por encontrarla.

– Dijo que la querían muerta -admitió Rio- Pero nada más. No dijo por qué y obviamente cree que continuaran viniendo.

– Cualquier persona que ofrezca un millón de dólares está hablando en serio -concluyó Drake.

Kim negó con la cabeza.

– Muerta no, Rio. No están tratando de matarla. Si la hieren de cualquier manera no podrán cobrar la recompensa. Escuché a Thomas hablando con sus hombres. Lo repitió muchas veces. No deben lastimarla.

El viento soplaba constantemente a través de las hojas, haciendo que pasaran de un verde oscuro a un plateado oscuro cuando los difusos rayos de sol se abrían paso a través del dosel de hojas. Rio se enderezó desde donde había estado reclinado contra la baranda, paseó despreocupadamente a lo largo del porche antes de regresar a pararse en frente de Kim.

– ¿Estás seguro de eso?

Kim asintió.

– Thomas dijo que no debían dañarla porque sino no cobrarían el dinero. Fue firme al respecto.

– Rachael dijo que estaban tratando de matarla. ¿Podría estar equivocada? Dijo que habían introducido una cobra en su habitación justo antes de que fuera río arriba. Y dejó los Estados Unidos con documentos falsos para poder desaparecer debido a que alguien la quería muerta.

– ¿Piensas que te está mintiendo? -preguntó Drake

Rio se paseó por segunda vez, dándole vueltas a la idea en su mente. Finalmente negó con la cabeza.

– Creo que está convencida de que alguien está tratando de matarla. Y no entra en pánico fácilmente, así que no es a causa de la histeria. Si Rachael dice que alguien la quiere muerta, tengo que creerla. Es posible que estemos tratando con dos facciones distintas. Una persona que está dispuesta a pagar una enorme cantidad de dinero para mantenerla a salvo. Está armando un escándalo público, acudiendo al Gobierno para demandar que la encuentren, y alguien más. Alguien mucho más discreto que está trabajando para silenciarla. Esa otra persona esta contratando asesinos para asegurarse de que no hable.

– Eso son conjeturas, Rio -dijo Drake.

– Sé que lo son, pero es posible. Creo en ella cuando me dice que están tratando de matarla. ¿Por qué una mujer como Rachael querría desaparecer en el bosque pluvial?

– Está cerca del Han Vol Dan, Rio. Lo sentiste tan profundamente como yo. Está muy cerca. Quizás atrae a nuestra gente de regreso al bosque.

– Tal vez. Le pregunté si había oído esas palabras antes y no podía recordarlo. Dijo que no le eran desconocidas, aunque no tenía un conocimiento concreto de las mismas.

– Eso complica las cosas -dijo Drake-. Son tiempos peligrosos para todos. Me voy de aquí esta noche. No me atrevo a quedarme por aquí cuando ella está tan cerca.

– ¿Lo sentiste, Kim? ¿Tama? -

Preguntó Rio con curiosidad-. Han estado cerca de nuestra gente por muchos años. Prácticamente crecí con ustedes.

– Nunca estuve cerca de nadie en el transcurso del Han Vol Dan -admitió Kim- Escuché sobre eso, por supuesto. Nuestros mayores hablan de ese tipo de cosas, pero que yo sepa, nadie aparte de tu gente ha sido testigo de un evento semejante. Miró a su hermano buscando confirmación.

– No conozco a nadie -dijo Tama-. Pero si sentí el tirón en la mujer. Pensé que era por estar tan próximo a ella. Es muy sensual.

Rio hizo una mueca, pero estaba acostumbrado a la manera abierta, a la naturaleza directa de sus amigos. Sintió que se le revolvía el estómago, una segura señal de peligro.

– Si lo es, al menos a mi me lo parece. Es mejor si todos ustedes se van hasta que el momento pase. Drake tiene razón. Es peligroso para todos nosotros.

– Dejaré la radio, Rio. Podemos hacer guardia alrededor, coger el rastro, y cuando tengamos algo, te lo haremos saber. No serás capaz de dejarla a no ser que esto pase.

– Seguiremos con la misión de la misma forma que lo hacemos siempre -objetó Rio-. Si empezamos a cambiar las cosas, alguien va a resultar muerto. Ni bien descubran algo háganmelo saber y estaré allí.

Kim y Tama se levantaron al mismo tiempo como si se hubieran puesto de acuerdo silenciosamente. Drake pasó del porche hacia una rama ancha.

– Dale mis saludos a tu padre, Kim -dijo Rio- Que toda la magia del bosque este con ustedes y que la fortuna sea su compañera mientras dure el viaje.

– Buena caza para ti siempre -respondió Tama.

– Mantente alerta, Rio -añadió Drake mientras los dos hombres de la tribu descendían cuidadosamente al suelo del bosque- Haré trascender la noticia acerca del leopardo, pero sabes que volverá si está bajo contrato. Está arraigado en nosotros el nunca detenernos. Tendrás que matarlo.

– Maldición, Drake, ¿Crees que no lo sé?

– Te conozco. Solo quería que cuides tus espaldas.

Rio asintió.

– No tienes que preocuparte por mí. Saluda a los otros de mi parte.

– ¿Traerás pronto a Rachael para que conozca a todo el mundo?

– Quiero darle tiempo para que se adapte. Tiempo para que los dos nos adaptemos -Rio dudó-. No estoy acostumbrado a estar rodeado de gente por más de un par de horas cada vez. Incluso dentro de la unidad, trabajo solo. No sé si puedo hacer entrar a alguien en mi vida y lograr que funcione.

Drake sonrió, pero no había humor tocando sus ojos.

– Sería el último hombre en decirte como lograrlo, pero te deseo la mejor de las suertes -Empezó a bajar por la rama del árbol, luego se dio la vuelta-. No dejes pasar la ocasión, Rio. No cuando se te brinda de esta forma. La mayoría de nosotros jamás tendremos una oportunidad así.

Rio asintió y observó a los tres hombres desaparecer en las sombras del bosque. Se quedó de pie allí por un largo rato respirando el aire fresco y limpio, la fragancia de las flores y la lluvia. Por hábito levantó la cabeza y olfateó el aire, percibiendo el aroma del viento. Confiaba en sus propias habilidades para obtener advertencias por adelantado de la posible existencia de un peligro inminente, pero los animales de su territorio siempre lo ayudaban.

Tosió, una serie de gruñidos, enviando un aviso para que fuera transportado cerca y lejos, desde la más pequeña criatura del suelo del bosque hasta las abejas que construían sus panales gigantes en lo alto de la cubierta forestal. Sintió alas batiéndose sobre su cabeza, un orangután moviéndose lentamente a través de las ramas buscando las hojas que mejor sabían y mariposas que revoloteaban sobre la aglomeración de flores sobre los troncos de los árboles. Cada uno se ocupaba de sus propios asuntos, despreocupadamente cuando no había intrusos en su dominio.

Rio abrió la puerta. Al instante el viento invadió su casa, formando un remolino y haciendo bailar el tejido mosquitero. Rachael yacía dormida, su cabello negro desparramado sobre la almohada. El viento tironeaba y jugaba con sus sedosas hebras haciendo que su cabello se moviera, llamándolo. Cerró la puerta y se resistió a la tentación de acostarse al lado de ella. Si tenía que volver a ponerse en acción nuevamente tan pronto, tenía que limpiar sus armas y asegurase de tener equipo de emergencia dispuesto en cada ruta de escape.