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Se pasó las manos por el pelo.

– No estaba enamorada de Tony. No dormía con él ni le contaba ningún secreto. Nunca hubiera traicionado a Elijah. Nunca iba a abandonarle. Estuve con él todo esos años mientras le obligaban a hacer cosas terribles. No puedo ni contar las veces que Armando me amenazó. Las veces en que me metía un arma en la boca y le gritaba a Elijah, la cantidad de veces que deseé que apretara el gatillo solo para dejar de ver el dolor y la rabia en el rostro de Elijah. Fue una vida horrible hasta que Elijah fue lo bastante fuerte para rebelarse contra él. Pero Armando se escapó. Y luego empezó la guerra y todo volvió a ser un infierno.

– ¿Por qué se iba a oponer Elijah al hermano de tu amiga?

– No lo sé, pero no quise que Tony conociera esa parte de mi vida. Marcia no lo sabía. Nos conocimos un día en la biblioteca, terminamos tomando café y nos hicimos buenas amigas. Ella no sabía quien era yo y no quise decirselo. Era una mujer agradable con una familia agradable.

– ¿A que se dedica?

– Gracias a Dios es maestra de escuela. Da clases de ciencias en sexto grado. Iba a verla tan a menudo como podía. Su casa era como un santuario para mí. Elijah siempre mandaba a alguien conmigo, pero se quedaba esperando fuera, en el coche. Marcia pensaba que eran mis chóferes. Bromeó sobre eso alguna vez. Y luego su hermano se fue a vivir a su casa. Llegué a conocerlo y era igual de agradable que ella. Un día me preguntó si quería ira a ver una exposición en un museo de arte. Le gustaba mucho el arte -inclinó la cabeza-. Le dije que sí.

Una repentina frialdad atravesó el cuerpo de Rio. Sabía lo que venía ahora. La muerte era como una sensación, una presencia. Estaba en la habitación. Estaba en sus ojos. La angustia de su mirada no había desaparecido. La apretó más y la meció intentando transmitirle una sensación de paz y consuelo. Habian sido traicionados.

– Y tu hermano te descubrió.

CAPÍTULO 16

Rachael inspiró profundamente y exhaló despacio.

– Fui a casa de Marcia y había guardias en el exterior. Tony y yo nos subimos al coche de Marcia y nos fuimos. Me incliné como si estuviera buscando algo cuando pasamos delante de los guardias para que no me vieran. Durante unas pocas millas pensé que estaba a salvo. Lo siguiente que supe, es que estábamos en medio de una persecución con coches a ambos lados. Eran hombres de Elijah, no de Armando. Los reconocí a todos. Nos obligaron a salir de la carretera. Elijah abrió la puerta y me sacó fuera. Gritaban por todas partes y de pronto Elijah vació el arma en Tony -Se cubrió la cara con las manos.

Sus sollozos eran desgarradores, y proviniendo de una mujer con un tremendo coraje y control, eran aún más terribles. Rio permanecía con la cabeza contra la suya como meciéndola, con la mente trabajando a toda prisa, tratando de entender porque su hermano la quería muerta tras canjear su honor para mantenerla viva.

– No podía creer lo que había hecho. Había tanta sangre. Todo al que toco. Todo lo que Elijah había hecho fue por mí. Estaba tan enfadado. Me zarandeó repetidas veces diciéndome que debería haber puesto el arma en mi cabeza.

Tantas emociones lo devoraban que Rio no sabía que estaba sintiendo. Parte de él quería llorar por ella. Parte de él estaba tan enfadado que quería perseguir a su hermano y a su tío.

– Rachael, sestrilla. Estuvo bien que vinieses aquí, a mí, a tu casa dónde perteneces -Tomó sus muñecas y llevó las cicatrices hacia su boca- Aquí, conmigo. Cada mañana los pájaros te cantarán. La lluvia tiene bellas canciones y las tocará para nosotros. Este es tu mundo -Se sintió como un maldito tonto pronunciando estas palabras, todavía tan humillado que hubiera aceptado su violento pasado. Ella podía plantearse lo que había hecho y no juzgarlo duramente después de todo lo que había pasado. Le habría recitado un poema si hubiera sabido alguno, sólo para aliviar su sufrimiento.

– Elijah nunca dejará de buscarme -Tomó su cara entre las manos-. Tendría que saberlo después de todos estos años. Peleó duro trabajando a espaldas de Armando para liberarnos. Era una vida tan terrible, siempre al filo de la muerte. Caminaba por esa fina línea todos los días. Susurrando juntos, pasándonos notas que quemábamos para que nadie supiera lo que planeábamos. Estaba siempre entre mi tío y yo.

– Tuvo que ser difícil.

– No tuvimos vida. Todavía estábamos en la escuela pero no podíamos llevar amigos a casa. No podíamos tener amigos. No podíamos confiar en nadie, sólo en nosotros. No hubo citas ni bailes. Vivíamos con un miedo constante. A veces, si Armando creía que Elijah no se encargaba de los negocios, él y sus hombres irrumpían en nuestras habitaciones en medio de la noche. Me arrastraban a la habitación de Elijah poniéndome un cuchillo en la garganta o una pistola en la cabeza. Elijah era tan tranquilo. Nunca lloró. Nunca se aterrorizó. Los miraba a ellos y a mí y entonces le decía a Armando: ¿Qué quieres que haga? -Eso era todo. Y hacía lo que fuera.

– ¿Por qué te avergüenzas?

– Vendió drogas. Estoy segura que asesinó. Era tan hermoso, tan lleno de risas. Nunca sonríe. No tiene nada en la vida. Todo por mí. Todo en pago de mi vida. Hubiera estado mejor si me hubieran matado a mí también. Sería libre. Podría escaparse. Tiene la destreza de un camaleón. Nunca lo encontrarían si estuviera sólo.

– Ha debido ser extraordinario, incluso de adolescente. Me gustaría conocerle. Quizás podríamos resolverlo.

– ¿Pero no ves por qué no quiero que te acerques a él? Ya no es mi Elijah. Se ha vuelto alguien a quien no conozco. Alguien siniestro, peligroso y retorcido. No puedo decir que sea malvado. Sé que está tratando de salir del negocio de la droga y vender las compañías ilegales. Me prometió que lo haría. Nuestros nombres están en esas compañías. Poseemos todo conjuntamente.

– Entonces si mueres, todo pasa a ser suyo.

Ráchale asintió.

– No me mataría por dinero, Rio, si es eso lo que estás pensando. Sé que no lo haría. Nunca he mirado los libros. Incluso no tengo coche. No me preocupa el dinero y él lo sabe.

– ¿Es posible que Elijah pague una recompensa para mantenerte viva y tu tío es el que tiene los asesinos a sueldo para matarte? Eso tendría más sentido. Tuviste una pelea con Elijah y te dijo cosas bastante duras, pero ¿por qué querría, de repente, tu tío mantenerte viva? No vales gran cosa para él si no puede utilizarte para amenazar a Elijah.

Guardó silencio por mucho tiempo, pero sintió como se relajaba un poco.

– No puedo pensar en eso. No puedo creerlo mientras Elijah acaba de disparar a Tony justo delante de mí. Estaba tan enojado. Nunca lo había visto así. Siempre bajo control, siempre tan calmado en la línea de fuego.

– ¿Entonces no actuaba como siempre?

– Ahora parecía peligroso. Realmente lo es. No puedo describírtelo, pero nunca me lo había parecido. Estábamos tan unidos y entonces empezó a apartarme. No quería hablar sobre los negocios. No quería responder a mis preguntas sobre Armando. Insistía que me quedara en casa, dentro, lejos de las ventanas.

– Quizás temía por tu vida.

Suspiró y alcanzó la bebida de la pequeña mesa dónde la había dejado. El jugo se sentía frío y refrescante en su dolorida garganta.

– Siempre temíamos por mi vida. Vivíamos con miedo, era nuestra forma de vida.

– ¿Pensaste que contándome quien eras tú y tu familia, que no querría saber nada de ti? Rachael, ¿Cómo pudiste pensar eso? -Le ahuecó la cara en su mano, deslizando el pulgar sobre su alto pómulo.