– Si hubiera tratado de ir a la policía…
– ¿Por qué no lo hiciste?
– Por dos razones. Armando tiene policías trabajando para él y no sabemos quienes son, y por supuesto, Elijah está muy involucrado en sus negocios. Así es como Armando consiguió atraparle. Si ensucia lo bastante a Elijah, nunca conseguirá escapar y ellos se necesitarían mutuamente. Armando estuvo dispuesto a matar a su hermano, pero sinceramente quiere al hijo de su hermano. No tiene ningún sentido para mí. Nunca lo entendí. No traicionaría a Elijah por ningún motivo.
– ¿Y crees que no te perdonaría por eso? No hay nada que perdonar, Rachael -Rio levantó la cabeza tomando aliento- Lo sabe. Tu tío sabe que tu madre era una cambia-formas, y tuvo conocimiento sobre tu hermano.
– No creo que mi hermano…
– Me dijiste que estaban muy unidos, Rachael. Antonio y Armando. Si Antonio descubrió que su esposa era una desalojada y se trasladaron a América del Sur para protegerla de los mayores, quizás confió en su hermano. ¿Por qué no? Antonio podría haberle contado a su hermano gemelo por que tenía que trasladar a su familia de Florida tan rápido, especialmente si necesitaba ayuda o si dejaba la gestión de las plantaciones a Armando o contrató a alguien.
– Supongo que sí. Pero no sé si mi hermano puede cambiar de forma. ¿Por qué no me lo dijo? Hablábamos mucho sobre mamá y papá. ¿No era eso un gran trozo de información para omitir?
– No si era para protegerte. Dices que tu tío salía con él a solas. Pasaban gran cantidad de tiempo en los Everglades. ¿Qué hacían allí?
Ella se encogió de hombros.
– Honestamente no lo sé. Era pequeña. Pensaba que estaban pescando, buceando u observando caimanes. Nunca regresó disgustado.
Si fueras un niño y pudieras correr libre en los Glades, cambiando de forma y transformándote en algo tan poderoso como un leopardo, ¿no lo harías? Y si hicieras cosas para tu tío, como recoger paquetes, ¿no merecería la pena? Armando se habría dado cuenta del potencial de semejante don. Tendría a un asesino adiestrado, tan silencioso y mortífero que cuando fuera nadie lo vería. Podemos nadar largas distancias y entrar en sitios donde los humanos no pueden. Al principio Elijah habría dado la bienvenida a los viajes. Habría sentido la libertad de correr y convertirse como algo tan poderoso. ¿Puedes verlo?
Rachael pensó en cómo se sentiría en la forma de tan poderosa criatura. Un adolescente encontraría la experiencia sumamente excitante, embriagadora y adictiva. Si le añadimos la emoción del secreto, habría sido demasiado para un chico dejar escapar la oportunidad.
– Lo recuerdo viniendo a casa tan excitado tras sus viajes con Armando que apenas podía contenerse. Se encerraba en su habitación y tocaba desenfrenadamente durante horas.
– Probablemente tu tío lo estaba entrenando, pero Elijah no sabía que era lo que llevaba, o hacía. Era sólo un juego. Amaba y confiaba en tu tío. Encontrar a tus padres asesinados tuvo que ser un terrible golpe para él. Amaba a Armando y al final tuvo que darse cuenta que era y hacía tu tío. La culpabilidad tuvo que ser insoportable.
Esto trajo un nuevo flujo de lágrimas. Rachael se pegó a él, llorando por su hermano perdido, por su infancia, por todas las cosas que habían hecho y no se podían cambiar. Rio la sujetó entre sus brazos, ofreciéndole confort y aceptación. La mecía gentilmente, cantando dulcemente cosas sin sentido para consolarla. Habían pasado años desde que se hubiera dado el lujo de las lágrimas. Había trabajado duramente para ser como su hermano, sin darle a Armando la satisfacción de verla con miedo.
Le frotó la dura mandíbula.
– Gracias por no condenarnos. Probablemente hicimos todo mal, y erróneo, pero yo era una niña y él tenía trece años. No teníamos dónde ir, nadie a quien contárselo. Desde luego que Armando tenía nuestra custodia, y por el momento fuimos a vivir con él, sólo nos teníamos el uno al otro. No creo que pudiera soportar que lo despreciaras.
– ¿Rachael, amor de mi vida, como puedes pensar que yo, entre todo el mundo, me atrevería a juzgar a otro? Todo lo que puedo hacer en esta vida es tratar de hacer lo mejor en cada caso.
Levantó la cabeza y lo miró fijamente a la cara, a los ojos.
– No te merezco, Rio.
Reprimió un extraño nudo en la garganta. Su gente no quería verlo ni hablar con él, y ella pensaba que no lo merecía. Su mano fue de la nuca a su cuello, sujetándola quieta para un beso. Puso cada trozo de ternura que pudo encontrar en ese beso, saboreando sus lágrimas, su dolor, saboreando su amor.
– Pienso que eres una mujer asombrosa -murmuró cuando levantó la cabeza.
Se las arregló para sonreírle.
– Es una jodida buena cosa ya que podría ser difícil deshacerse de mí -Rachael lentamente enroscó su cuerpo, había llorado tanto que sus ojos ardían y le dolía la garganta. Estaba resuelta a tirar abajo la verja- ¿Sabes esas pequeñas sanguijuelas que tanto te gustan? Hunden fuertemente sus dientes y se agarran, pues bien eso haré yo contigo.
Hizo una mueca y a regañadientes aflojó sus brazos cuando ella se estiró y cojeó a través de la habitación para abrir la puerta.
– ¿No es extraño como la casa puede parecer a veces tan pequeña?
Le sonrió, sabiendo que trataba de recobrar algo de control.
– ¿Por qué piensas que a veces dejo la puerta abierta? -Su cuerpo era flexible y fuerte con generosas curvas femeninas, un cuerpo en el que un hombre podría perderse. Le gustaba verla moverse por su casa. Tocando una vela, deslizando los dedos graciosamente por ella. Recogiendo sus ropas y echándolas en una pequeña caja para la ropa sucia que él nunca usaba- Soy desordenado.
Una sombra de sonrisa curvó su boca.
– ¿Piensas que eso es nuevo para mí?
– Esperaba que no te hubieras dado cuenta.
Su sonrisa se amplió.
– Es imposible no darse cuenta. Te gusta dejar los platos en remojo en el fregadero. Me vuelve loca. ¿Por qué los dejas en remojo? ¿Por qué no los lavas? Si te tomas la molestia de rasparlos y enjuagarlos podrías también acabar la tarea.
– Hay una explicación perfectamente lógica -le dijo- Para lavar los platos con agua caliente, tengo que usar gas o madera. Es más económico esperar y lavarlos todos juntos. Cargar con el gas es pesado. Lo uso con moderación.
Le hizo una mueca.
– Supongo que tienes razón.
Al levantarse, llenó completamente la habitación con sus amplios hombros y su poderosa presencia.
– ¿Quieres trasladarte, Rachael? -Había pasado años construyendo la casa y el almacén subterráneo escondido bajo ella. El sistema de agua había sido difícil de ocultar. Tenía todo lo que quería. Pero si quería las cosas necesarias para una vida moderna, tenía que construir la casa más cerca de la protección del pueblo dónde había un generador. Pero lejos de ser una protección, el ruido y el olor de un generador eran muy peligrosos, completamente delatores para Thomas y cualquiera que lo estuviera persiguiendo.
– ¿Trasladarme? -Rachael agarró el borde de la puerta y se volvió para mirarlo con sus enormes ojos- ¿Por qué quieres irte de esta preciosa casa? Las esculturas son extraordinarias. Amo a esta casa. No creo que haya ninguna razón para trasladarse.
– La mayoría de las veces no tenemos un refrigerador decente. Transportar hielo es casi imposible, a menos que lo obtengamos del pueblo, y raramente compro allí.
– Tu sistema es bastante bueno. No creo que nos muramos de hambre.
– No pensarás esto cuando empiecen a venir los niños.
Rachael retrocedió unos pasos, riéndose de él.
– ¿Niños? ¿De todas formas van a empezar a llegar no?
La siguió por la terraza aprisionándola contra la barandilla y susurró.
– Creo que estamos obligados a tener muchos niños -Sus manos ahuecaron el ligero peso de sus senos. Rozó la ensombrecida mandíbula sobre su sensitiva piel, gentilmente sobre la punta de sus pezones- Cásate conmigo, Rachael. No podemos utilizar la ceremonia ritual de nuestra gente, pero el padre de Kim puede casarnos.