Rio llegó al amanecer, acariciándola con sus manos, besando su cara. Elijah estaba con él, real y sólido, abrazándola, diciéndole lo valiente era.
– ¿Resulto? ¿Volvió con Armando y le dijo que yo vivía aquí sola y tú no sabías sobre esto? -La voz de Ráchael se oía amortiguada contra la camisa de Río. Inhaló su aroma, lo tocó, tenía que sentir su enorme fuerza, se sentía tan frágil.
– Resulto, Rachael -aseguró Elijah- volvió a Armando como buen espía y relató todo lo que vio.
– Sentí su impaciencia, que deseaba matarme -dijo ella- No sé lo que habría hecho si Kim y Tama no hubieran llegado.
– Lo sé -reconoció Rio- no le quite la vista en ningún momento. No tenía ninguna posibilidad.
– ¿Ahora qué hacemos? -preguntó Rachael.
– Tama y Kim van a escoltarte a su pueblo. Estarás segura con ellos. Armando volverá con sus hombres a la choza y encontrarán que esta vacía. Pensaran que vas a volver. Mientras tanto, tenemos que deshacernos de sus cazadores. Parece como si Armando los instruyera en la captura de leopardos. Sabe que no puede tomar a Elijah en su campo con todos los guardias allí, pero cree que Elijah cambia por la noche y busca información sobre ti.
Elijah le sonrió abiertamente. Sin embargo su mirada permaneció llana y fría.
– Trajo consigo cazadores profesionales. No puede decirles que soy un cambia-formas. Le quitaría uno de sus grandes secretos.
– Los cazadores estacaron una cabra en espera de capturar un leopardo. Fue puesta para atrapar a cualquier leopardo que este por aquí, no sólo al leopardo nublado o a los gatos más pequeños. No queremos que tengan posibilidad de matar a cualquier otro leopardo que merodee alrededor. Enviamos la alerta, pero debemos tener cuidado.
– ¿Cuatro cazadores profesionales? -Resopló Rachael- ¿Quiere decir que son hombres que han cazado felinos toda su vida? Esto es propio de Armando. Yo debería haber adivinado que haría algo así.
Elijah tocó su hombro suavemente.
– Yo lo sabía. Estamos listos para esto. Tú estarás segura con Tama y Kim.
– ¿No piensas que el leopardo espía volverá para vigilarme? Debo estar aquí, donde puede dar sus pequeños informes diarios a Armando.
– Te matara no lo podrá resistir -dijo Rio- Tú sentiste la necesidad que tiene de matar. No podemos arriesgarte otra vez -Rio tomo su cara entre sus manos- No te arriesgaré. Es peligroso, y tengo que ayudar a Elijah con los cazadores. No podemos permitirnos darles la espalda. En cualquier caso, Armando enviaría a sus hombres aquí para agarrarte. Tienes que ir a un lugar seguro.
Inmediatamente su corazón saltó. Rio podría hacer esto con un toque, con una mirada. Rachael forzó una sonrisa cuando encontró su mirada.
– ¿Sabes lo que me estas pidiendo, verdad? Yo tuve que soportar y mirar a Armando arruinar la vida de Elijah, torturándolo y atormentando por mí. Me usó para hacerle daño a mi hermano. No puede pasar por lo mismo con ustedes. Nunca sobreviviría. Ambos tienen que volver -no miró a su hermano, pero su voz fue ahogada por las lagrimas- Elijah va a tratar de sacrificarse porque piensa que no puede haber ninguna salvación para él. Rio, tienes que encontrar un modo de traerlo a salvo.
Rio beso su boca.
– Prometiste casarte conmigo, sestrilla. Necesitamos a Elijah para una ceremonia apropiada. Puedes estar segura que lo traeré.
– Gracias -Rachael se fue con los miembros de la tribu. Sólo miró atrás una vez, y tanto Elijah como Rio la miraron hasta que estuvo fuera de su vista.
Los dos hombres se miraron, desnudándose a toda prisa, y sin una palabra cambiaron a su forma animal. Era tiempo de cazar.
La primera noche Rio y Elijah tomaron al primer cazador. Tenía el dedo en el gatillo del rifle. Debajo de él, en el suelo, una pequeña cabra lanzó un grito de miedo. Rio sabía que el leopardo espía estaba cerca, un vigilante para los cazadores, pero ya estaba en la trampa del cazador.
La segunda noche el leopardo espía esperaba en los árboles encima de su caza. Sus ojos amarillos brillaron amenazantes. Lo habían hecho parecer inepto, una criatura que se sentía superior a todos y que había fallado en su trabajo, no quería fallar una segunda vez. Fue Elijah quien hizo la segunda caza bajo la nariz del leopardo espía, matando al segundo cazador donde estaba al acecho.
El leopardo descubrió la caza en uno de sus barridos por el área y se volvió loco, rugiendo con rabia, con una promesa de venganza. Corrió por el bosque en dirección de la pequeña choza desierta de Rachael. Rio estaba agradecido que no estuviera allí desde hacia tiempo. El leopardo estaba de mal humor y quería desesperadamente rasgar algo o a alguien en pedazos. Rio lo siguió sin prisa, dejando al intruso gastar su energía. Miró desde la distancia cuando el leopardo destrozó la pequeña choza, estaba tan enfurecido, que deshizo el mobiliario en pequeños palos y rompió el pequeño tazón de orquídeas.
Rio no le dio ninguna oportunidad, salto desde la azotea, sus dientes se hundieron profundamente en el cuello del leopardo, rodando y agarrándolo. Rio había pasado la mayor parte de su vida en el bosque, como humano o en su forma animal. El leopardo espía había tenido una vida normal en la ciudad, y solo salió por una promesa de poder y dinero. No era tan rápido ni despiadado. Rio le concedió al cuerpo el respeto de su clase, quemándolo a una ceniza fina y dispersando los restos antes de Elijah se le uniera.
El tercer cazador fue tomado al anochecer del tercer día, y esta vez ellos esperaron hasta que el último de los profesionales se alejara rápidamente de la escena. Elijah encaró al cazador solitario, una euforia se extendió por él. El cazador había concedido finalmente la derrota y tropezaba retrocediendo para escapar, horrorizado por la pérdida de sus amigos. Agarró su arma como si esta pudiera salvarlo de los terrores del bosque que oscurecía. El hombre se estremeció cuando oyó el gemido bajo de los leopardos nublados. Corrió cuando oyó el gruñido y la contestación de los primos más pequeños. Irrumpió en el campo pesadamente armado, con la ropa rasgada, parásitos en su cuerpo y la sangre de sus amigos en su ropa.
Armando reaccionó a su típica manera. Agresivo, furioso porque sus planes fueron frustrados y solo escuchó parte de la pesadilla del cazador. Elijah había presenciado la escena muchas veces en el pasado y sabía que su tío era completamente capaz de un estallido de violencia extrema. Sus hombres lo sabían también, mirándose el uno al otro con inquietud cuando el cazador solitario trató de explicar su fracaso. Incluso en la humedad y el calor del bosque, Armando llevaba puesto su suéter de cuello de cisne habitual, estirado sobre su pecho. Era su marca registrada, una camisa suave muy cara como signo de dinero y poder. Sudaba, pero su ego nunca le permitiría quitársela. El leopardo rizó su labio en un gruñido silencioso de desprecio, de odio.
– ¿De que demonios hablas? -Armando rugió, manoseando su arma continuamente con amenaza. Su cara era una mueca de total cólera- Contrate a cuatro cazadores profesionales. ¿Es tan difícil captura a un leopardo? Les pago bastante dinero para no preocuparse si lo quiero vivo o muerto. Láncenle una red. Hiéranlo. No me importa como lo hagan. Tranquilícenlo. ¿Tengo que pensar por ustedes? Si me fallan después del dinero que les pago, no saldrán de este bosque vivos y puedo garantizarlo. Ustedes son cuatro y el uno. No puede ser tan difícil. Entonces consíganlo por un demonio y hagan su maldito trabajo.