El sargento se acercó y me dijo:
— Señor, el cabo dice que puede ver nuestras líneas. ¿Qué mensaje quiere que enviemos?
— ¡Espere! — Levanté un poco los gemelos para observar la distancia media, y al poco tiempo localicé otro ptertha girando oscilante sobre los prados —. Dé instrucciones de que informen al capitán que hemos encontrado un gran destacamento de enemigos, pero que debe quedarse donde está No debe avanzar hasta que no le envíe una nueva orden.
El sargento era lo bastante disciplinado como para atreverse a protestar, pero su perplejidad era evidente mientras se alejaba a toda prisa para transmitir mis órdenes. Reanudé mi vigilancia de los chamtethanos. En ese momento ya existía la conciencia general de que habían cometido un terrible error, lo que se evidenciaba por la manera en que los soldados corrían de un lado a otro entre el pánico y la confusión. Los hombres que habían empezado a avanzar hacia nosotros se volvieron y, sin comprender que su única esperanza de sobrevivir estaba en abandonar aquel lugar, se volvieron a unir al cuerpo principal de sus fuerzas. Observé, con una sensación de frialdad en mi estómago, cómo también éstos empezaban a tambalearse y caer.
Tras de mí, entre mis hombres, se oían exclamaciones de asombro; incluso los que no podían ver lo que sucedía, comprendieron que los chamtethanos estaban siendo repentinamente aniquilados por algún agente pavoroso e invisible. En un lapso aterradoramente breve, todos los hombres enemigos habían caído y nada se movía en la llanura excepto grupos de cuernoazules que empezaban a pastar con despreocupación entre los cuerpos de sus amos. (¿Por qué razón todos los miembros del reino animal aparte de los simios, son inmunes al veneno de los pterthas?)
Cuando terminé de contemplar la espantosa escena, me volví y casi estuve tentado de echarme a reír al ver a mis hombres mirándome con una mezcla de alivio, respeto y adoración. Habían creído que iban a morir y ahora, así es como funciona la mentalidad de un típico soldado, su gratitud por haberles sido pospuesto ese momento se centraba en mí, como si su salvación hubiese sido ganada por alguna estrategia maestra puesta en práctica por mí Parecían no pensar en ninguna de las graves implicaciones de lo que había ocurrido.
Tres años antes, Kolkorron había sido puesta de rodillas por un repentino cambio fatal en la naturaleza de nuestros viejos adversarios, los pterthas; y ahora, parecía haberse producido otro y mayor aumento de los poderes malignos de las burbujas. La nueva forma de pterthacosis, puesto que ninguna otra cosa podía haber acabado con los chamtethanos, que mataba a un hombre en segundos en vez de horas, era un augurio siniestro de los oscuros días que nos esperaban.
Transmití un mensaje a Kadal avisándole que se quedase en el bosque y que estuviera alerta a los pterthas, después volví a mi puesto de vigía. Con los gemelos, descubrí varios pterthas en grupos de dos o tres arrastrados por la brisa hacia el sur. Estábamos relativamente a salvo de ellos, gracias a la protección de los árboles, pero esperé un tiempo y me aseguré de que el cielo estuviera absolutamente limpio antes de dar la orden de recoger a los cuernoazules y volver a nuestras líneas a toda velocidad.
DÍA 109. Resulta que estaba bastante equivocado en lo referente a la nueva y más intensa amenaza de los pterthas.
Leddravohr ha llegado ala verdad por uno de los métodos directos característicos en él Ató a unas estacas a un grupo de hombres y mujeres chamtethanos en un espacio abierto, y junto a ellos colocó a unos cuantos de nuestros heridos, hombres que tenían pocas esperanzas de recuperarse. Finalmente fueron descubiertos por los pterthas y, desde lejos, contemplamos con los telescopios lo que ocurría. Los kolkorronianos, a pesar de sus malas condiciones físicas, tardaron dos horas en sucumbir a la pterthacosis, pero los desgraciados chamtethanos murieron casi de inmediato.
¿Por qué se produce esta extraña anomalía?
He oído la teoría de que los chamtethanos son una raza con una cierta debilidad hereditaria que les confiere una alta vulnerabilidad ala pterthacosis, pero la auténtica explicación es una mucho más complicada que la propuesta por nuestros consejeros médicos. Depende de la existencia de dos variedades distintas de pterthas: los púrpuras oscuros, conocidos desde hace tiempo en Kolkorron, que son altamente venenosos; y los rosas, autóctonos de Chamteth que son inofensivos o menos letales. (Las visiones de burbujas rosas en esta zona multiplican varias veces las de otros lugares.)
La teoría además afirma que durante siglos de guerra contra los pterthas, en la que se han destruido millones de burbujas, toda la población dé Kolkorron ha estado expuesta a cantidades microscópicas del polvo tóxico. Esto nos ha dado cierto grado de tolerancia contra el veneno, incrementando nuestra resistencia a él por un mecanismo similar al que asegura que ciertas enfermedades puedan contraerse una sola vez Los chamtethanos, por otra parte, no tienen ningún tipo de resistencia, y el encuentro con un ptertha venenoso es más catastrófico para ellos que para nosotros.
Un experimento que lograría demostrar la segunda teoría sería exponer un grupo de kolkorronianos y chamtethanos a los pterthas de color rosa. No hay duda que Leddravohr llevará a cabo el experimento en su momento, cuando entremos en una región en la que abunden las burbujas rosas.
Dalacott dejó de leer y miró el reloj atado a su muñeca. Era de los de tubo de vidrio endurecido, preferido por los militares ante la falta de un cronómetro fiable y sólido. El escarabajo del interior se acercaba a la octava división del tallo de caña graduado. El momento de su última cita casi había llegado.
Tomó otro pequeño sorbo de vino y volvió a la última anotación de su diario. Hacía muchos días que había sido escrita, y después de completarla abandonó el hábito de toda su vida y no volvió a poner por escrito los pensamientos y actividades de cada día.
En cierto modo fue un suicidio simbólico, una preparación para lo que sucedería aquella noche…
DÍA 114. La guerra ha terminado.
La plaga de pterthas ha hecho el trabajo por nosotros.
En sólo seis días desde que los pterthas púrpuras hicieron su aparición en Chamteth, la plaga ha rugido a lo largo y ancho del continente, acabando con millones de habitantes. ¡Un genocidio repentino y casual.
Ya no hemos tenido que seguir avanzando a pie, luchando por avanzar metro a metro contra un enemigo preparado. Por el contrario, lo hicimos en las aeronaves, con los propulsores en continuo funcionamiento. Viajar de esta manera requiere grandes cantidades de cristales de energía, tanto para los tubos de propulsión como para los cañones anti — ptertha; pero tales consideraciones ya no tienen importancia.
Somos los poseedores orgullosos de todo un continente de brakkas maduros y verdaderas montañas de verde y púrpura No compartimos nuestras riquezas con nadie. Leddravohr no ha rescindido su orden de no tomar prisioneros, y los pocos chamtethanos que encontramos de vez en cuando perplejos y desmoralizados son pasados por la espada.
He volado sobre ciudades, pueblos, villas y granjas, donde nada veía excepto algunos animales domésticos errantes. La arquitectura es impresionante, limpia, proporcionada, majestuosa, pero uno debe contemplarla desde lejos. El hedor de los cadáveres en descomposición llega hasta el cielo.
Ya no somos soldados.
Somos los transmisores de la peste.
Somos la peste.
No tengo nada más que decir.
Capítulo 12