El mal afamado laboratorio de la Torre de la Alta Hechicería se encontraba casi en la cúspide. El único Portal al Abismo que quedaba estaba dentro del laboratorio.
Quizá.
—Háblame de ese Portal, Majere —dijo Steel mientras subían.
El joven mago parecía muy reacio a hablar.
—Es poco lo que sé —empezó.
—¡Yo sé un montón! —intervino el kender entusiasmado.
Steel hizo caso omiso de él.
—Eres mago, ¿no, Majere? Supongo que os deben enseñar este tipo de cosas en la escuela de magia o dondequiera que estudiéis.
—Sé la historia —respondió evasivamente.
—¡Y yo también! —insistió Tasslehoff—. De hecho presencié gran parte de ella. Estaba con Caramon y con Raistlin cuando Raistlin no era Raistlin, sino Fistandantilus, y entró en el Portal e intentó luchar contra la Reina Oscura, pero fracasó. ¿Te gustaría que te lo contara?
—No —contestó Steel—. Quiero saber cosas sobre el Portal, ya que los dos vamos a entrar en él —añadió intencionadamente al tiempo que observaba con atención la reacción de Palin.
El Bastón de Mago relució con más fuerza sobre el joven, y el caballero vio que éste tenía el rostro encendido y los ojos brillantes, jubilosos.
Al darse cuenta de que la mirada de Steel estaba prendida en él, Palin retiró un poco el cayado de manera que la luz no cayera tan de lleno sobre él.
«Está tramando algo», se dijo el caballero, que se puso más en guardia.
—¿Vais a entrar en el Abismo? —preguntó Tas, y su voz no sonó tan excitada como lo habría hecho la de cualquier kender ante tal perspectiva—. Espero que sepáis que no es un sitio muy agradable. De hecho es horrible. No estoy seguro de que me apetezca acompañaros.
—Estupendo —dijo Steel—, porque tú no vienes. Sigue con tu historia, Majere.
—Sí, sigue hablando, sea de lo que sea —intervino Usha—. No da tanto miedo cuando alguien habla.
Sin embargo, Palin guardó silencio. Siguieron subiendo hasta llegar a un amplio rellano. Faltos de aliento y con los músculos doloridos, todos se pararon al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo. La puerta del laboratorio estaba todavía bastante más arriba de donde se encontraban, perfilada por la luz de una antorcha. Se sentaron en el rellano y estiraron las piernas, agradecidos por el descanso.
—¿Qué me dices del Portal? —insistió Steel al tiempo que le daba un codazo a Palin.
—En realidad no hay mucho que contar —repuso el joven, que se encogió de hombros en un gesto despreocupado—. Hace mucho tiempo, existían cinco Portales localizados en cada una de las Torres de la Alta Hechicería. Creados por la magia, los Portales fueron concebidos para proporcionar a los hechiceros un medio de trasladarse de una torre a otra sin tener que gastar sus energías en hechizos de teleportación.
Con la idea de abrir unas puertas entre ellos, los hechiceros no se dieron cuenta de que, accidentalmente, habían creado una ruta de este mundo a otro plano de existencia. Pero Takhisis sí lo vio. Atrapados en el Abismo, ella y sus dragones malignos llevaban mucho tiempo buscando una vía de entrada a Krynn, pero se lo impedían Paladine y sus dragones bondadosos. No obstante, Paladine no tenía mucho control sobre los magos, que, como bien era sabido, actuaban según sus propias reglas.
Takhisis encontró a un Túnica Negra que podría ceder a la tentación. Adoptando la forma de una bellísima mujer, se aparecía al hechicero en sus sueños todas las noches y le susurraba seductoras promesas. El hechicero acabó obsesionado con la encantadora mujer; juró encontrarla y hacerla suya.
«Estoy prisionera en otro plano, en otro tiempo», le dijo Takhisis al hechicero. «Sólo tú, con tu poder, puedes liberarme. Para hacerlo, tienes que cruzar el Portal. Mantén mi imagen en tu mente, y yo te guiaré.»
Palin calló de repente al llegar a este punto. Su rostro, iluminado por la luz del bastón, se había puesto muy pálido.
Yo te guiaré. Las palabras parecían cernidas en el aire.
—¿Qué le ocurrió al hechicero? —preguntó Usha.
—¡Lo sé! ¡Lo sé! —Tas levantó la mano.
Palin notaba seca la garganta y carraspeó antes de proseguir:
—El hechicero, dominado por el deseo, entró en el Portal con la imagen de Takhisis haciendo arder su sangre. Lo que le ocurrió allí nadie lo sabe, pues jamás regresó. Una vez que el Portal estuvo abierto, Takhisis y sus legiones de dragones entraron como un enjambre en Krynn y aquello, según cuenta la leyenda, fue la causa de la Primera Guerra de los Dragones.
»El valeroso Caballero de Solamnia, Huma, expulsó a la Reina Oscura haciéndola regresar al Abismo. Los hechiceros, profundamente avergonzados, trataron de clausurar los Portales. Por desgracia, los magos que los habían creado habían muerto en la Guerra de los Dragones, llevándose con ellos sus conocimientos y su poder. Los hechiceros supervivientes no podían cerrar los Portales, pero sí hacer imposible cruzarlos... o eso creyeron. Así, pusieron como condición indispensable que las únicas dos personas que podían entrar por ellos tenían que ser un Túnica Negra acompañado por un clérigo de Paladine. Una alianza tan tortuosa e inaudita, creyeron, sería impracticable, y de este modo los Portales serían seguros.
»Con el tiempo, en pleno auge de Istar, cuando los magos fueron perseguidos por la iglesia, tres de las Torres de la Alta Hechicería o se perdieron o fueron destruidas, y con ellas, sus Portales. Los hechiceros que vivían en la Torre de Palanthas accedieron a abandonarla a cambio de la promesa del Sumo Sacerdote de que se les permitiría partir para seguir practicando la magia en Wayreth. Sin embargo, antes de dejar la torre y como medida de precaución, los magos trasladaron el Portal a la fortaleza de Zhaman, ahora conocida como el Monte de la Calavera, suponiendo, con muy poco acierto, que nadie lo encontraría allí.
—¡Yo lo encontré! —gritó Tas—. Bueno, más o menos. Estaba con Caramon y Raistlin, en el pasado, aunque se suponía que no debía estar allí. Y Raistlin y Crysania, que entonces era una sacerdotisa de Paladine, cruzaron el Portal y así es como Raistlin entró en el Abismo. Y Crysania fue con él, y la Reina Oscura casi mató a Crysania, sólo que salvó la vida, aunque se quedó ciega, y Caramon entró y la sacó de allí, y entonces Raistlin comprendió el terrible error que había cometido y que la Reina Oscura iba a entrar en el mundo, así que él, Raistlin quiero decir, sacrificó la vida para quedarse en el Abismo y mantener el Portal clausurado. Caramon cree que a su hermano le fue concedida la paz de un sueño eterno en recompensa por su sacrificio, lo que significaría que Raistlin no se encuentra en el Abismo, después de todo...
¡Oh! —Tas se levantó de un brinco, muy excitado—. ¿Es por eso por lo que vamos a cruzar el Portal, Palin? ¿Para buscar a Raistlin? En ese caso, iré con vosotros —ofreció el kender con magnanimidad—. Raistlin y yo éramos grandes amigos. Bueno, lo éramos hasta que mató a Gnimsh, el gnomo. —Tas adoptó una expresión seria—. En realidad nunca lo perdoné por aquello.
—¿Vais a entrar allí para buscar a Raistlin Majere? —preguntó Usha. No miró a Palin mientras hablaba, sino que jugueteó con el repulgo de su túnica con nerviosismo.
—Aún tenemos que entrar en el laboratorio —repuso Palin—. ¡Todavía tenemos un largo camino por delante antes de entrar en el Abismo para buscar a nadie!
—Y ninguno de nosotros es un Túnica Negra ni un clérigo de Paladine —intervino Steel—. Lo que significa, según tu historia, Majere, que no tenemos la menor posibilidad de entrar, que nunca la hemos tenido. —Se puso de pie con un ágil salto, llevando la mano a la empuñadura de la espada—. Lo sabías desde el principio. ¿Qué clase de truco tienes en mente? ¿O acaso hay algo que has omitido contarnos?
—No hay ningún truco —dijo Palin con voz queda—. Te he dicho la verdad... hasta donde yo la conozco. —Alzó la vista hacia Steel—. No tengo ni idea de cómo voy a conseguir entrar...