Después nos recostamos en el sofá y creo que me dormí un rato. Cuando el sol ya había bajado y el cielo estaba oscuro, me acompañó hasta la puerta y le dije: -Lety, será mejor que no volvamos a vernos. Asintió con la cabeza, sonrió levemente y dijo: -También yo lo creo.
Nos intercambiamos un último beso. Mientras regresaba a casa en la moto me sentí usada por enésima vez, usada por alguien y por mis malos instintos.
18 de mayo
Me parece oír la voz cálida y tranquilizadora de mi madre contándome ayer, mientras estaba en cama con gripe, esta historia:
«Una cosa difícil y no deseada puede revelarse como un gran don. Sabes, Melissa, a menudo recibimos regalos sin saberlo. Este relato cuenta la historia de un joven soberano que asume el gobierno de un reino. Él era amado ya antes de convertirse en Rey y los súbditos, felices por su coronación, le llevaron numerosos dones. Después de la ceremonia, el nuevo Rey estaba cenando en su palacio. De pronto, alguien golpeó a la puerta. Los sirvientes salieron y encontraron a un viejo miserablemente vestido, con aspecto de mendigo, que quería ver al soberano. Hicieron lo posible por disuadirlo, pero fue inútil. Entonces el Rey salió a su encuentro. El viejo lo cubrió de alabanzas, diciéndole que era guapísimo y que todos en el reino estaban felices de tenerlo como soberano. Le había traído como obsequio un melón; el Rey detestaba los melones pero, para ser amable con el viejo, lo aceptó y le agradeció y el hombre se alejó contento. El Rey volvió al palacio y entregó el fruto a los sirvientes para que lo arrojaran al jardín.
»A la semana siguiente, a la misma hora, golpearon otra vez a la puerta. El Rey fue llamado de nuevo y el mendigo lo ensalzó y le ofreció otro melón. El Rey lo aceptó y saludó al viejo y, nuevamente, tiró el melón al jardín. La escena se repitió durante varias semanas: el Rey era demasiado amable para ofender al viejo o despreciar la generosidad de su obsequio.
»Luego, tina tarde, precisamente cuando el viejo estaba a punto de entregar el melón al Rey, un mono saltó desde un pórtico del palacio e hizo caer el fruto de sus manos. El melón se partió en mil pedazos contra la fachada del palacio. Cuando el Rey miró, vio una lluvia de diamantes cayendo del corazón del melón. Ansiosamente, corrió al jardín trasero: todos los melones se habían podrido en torno a una colina de joyas».
La detuve y le dije, exaltada por la historia:
– ¿Puedo deducir yo la moraleja?
Me sonrió y dijo:
– Claro.
Respiré como respiro cada vez que me preparo para repetir la lección en la escuela:
– A veces las situaciones enojosas, los problemas o las dificultades esconden oportunidades de crecimiento: muy a menudo en el corazón de las dificultades brilla la luz de tina piedra preciosa. Por eso es de sabios acoger lo que es enojoso y difícil.
Sonrió de nuevo, me acarició el pelo y dijo: -Has crecido, pequeña. Eres una princesa. Quería llorar pero me contuve: mi madre no sabe que los diamantes del Rey han sido para mí las desalmadas bestialidades de hombres zafios e incapaces de amar.
20 de mayo
Hoy el profe ha venido a buscarme otra vez a la salida del colegio. Lo estaba esperando y le di una carta junto con un par de braguitas especiales.
Estas bragas soy yo. Son el objeto que mejor me describe.} De quién podrían ser, tan de diseño, tan raras, con esos dos lacitos colgando, si no de una pequeña Lolita?
Más que pertenecerme, son mi cuerpo y yo.
Muchas veces he hecho el amor sin quitármelas, quizá nunca contigo, pero no importa… Esos lacitos obstruyen mis instintos y mis sentidos, son unos cordones que además de dejar su marca sobre la piel bloquean mis sentimientos… Imagina mi cuerpo semidesnudo llevando sólo estas braguitas: desatado un nudo, se liberará como un espíritu sólo una parte de mí, la Sensualidad. El espíritu del Amor está aún obstruido por el nudo del lado izquierdo. He aquí entonces que quien ha desatado la parte de la Sensualidad verá en mí solamente a la mujer, la niña, o genéricamente la hembra, en condiciones sólo de recibir sexo, nada más. Me posee sólo a medias y es, probablemente, lo que quiero en la mayoría de los casos. Cuando luego alguien desate sólo la parte del Amor también en ese caso daré únicamente una parte de mí, una parte mínima, aunque profunda. A lo largo de la vida, un día cualquiera quizá llegue ese carcelero que te ofrece ambas llaves para liberar tus espíritus: Sensualidad y Amor están libres y vuelan. Te sientes bien, libre y satisfecha y tu mente y tu cuerpo ya no piden nada, ya no te atormentan con sus solicitudes. Como un tierno secreto son liberados por una mano que sabe cómo acariciarte, que sabe hacerte vibrar, y el solo pensamiento de esa mano te llena de calor el cuerpo y la mente.
Ahora huele esa parte de mí que está exactamente en el centro, entre Amor y Sensualidad: es mi Alma que sale y se filtra a través de mis humores.
Tenías razón cuando me decías que he nacido para follar, como ves también mi Alma tiene ganas de sentirse deseada y emana su olor, el olor a hembra. Quizá la mano que ha liberado mis espíritus sea la tuya, profe.
Y me aventuro a decir que sólo tu olfato ha sido capaz de captar mis humores, mi Alma. No me regañes por esto, profe, si he perdido el equilibrio, siento que debo hacerlo porque al menos en el futuro no tendré el remordimiento de haber extraviado algo antes de haberlo aferrado. Esto chirría dentro de mí como una puerta mal aceitada, su ruido es ensordecedor. Cuando estoy contigo, entre tus brazos, yo y mis bragas estamos exentas de cualquier impedimento o cadena. Pero los espíritus en su vuelo han encontrado un muro: el horrendo e injusto muro del tiempo que pasa despacio para uno, rápido para la otra, una serie de cifras que nos mantienen a distancia. Espero que tu inteligencia matemática pueda ofrecerte algún instrumento para resolver la terrible ecuación. Pero no es sólo eso: tú conoces sólo una parte de mí, aunque hayas liberado dos. Y no es ésa la parte que querría dejar vivir, no sólo esa. Eres tú quien tiene que decidir si dar un giro a nuestra relación, convertirla en más… «espiritual», un poquito más profunda. Confió en ti.
Tuya,
Melissa
23 de mayo
15,14
¿Dónde está Valerio? ¿Por qué me ha dejado sin un beso?
29 de mayo
2,30
Lloro, diario, lloro de una alegría inmensa. Siempre he sabido que existían la alegría y la felicidad. Algo que he buscado en tantas camas, en tantos hombres, incluso en una mujer, que he buscado en mí misma y que después he perdido por mi propia culpa. Y en el lugar más anónimo y banal la he encontrado. Y no en una persona, sino en la mirada de una persona. Giorgio, yo y un grupo fuimos al nuevo local que acaban de abrir justo debajo de mi casa, a cincuenta metros del mar. Es un local árabe, hay bailarinas del vientre en torno a las mesas, que danzan y sirven los pedidos, y luego los cojines por el suelo, las alfombras, la luz de las velas y el aroma a incienso. Estaba repleto, así que decidimos esperar que se liberara alguna mesa para ocupar nuestro sitio. Estaba apoyada en una farola, pensaba en la llamada de Fabrizio, que había acabado mal. Le dije que no quería nada de él, que no quería volver a verle.