Bajó lentamente, hundiéndose hasta el fondo. -Mi esposa acuciosa -murmuró elevando las caderas, de modo que ella dio un grito ahogado y se hubiese ido hacia atrás si no la hubiese afirmado de las nalgas para equilibrarla.
Ella gimió del placer que aumentaba lentamente. -Adrian.
– Tendrás que perdonarme -dijo moviendo las caderas cada vez más-, pero en realidad no hay una forma educada para hacer esto.
Así el duque y la duquesa de Scarfield se aplicaron para llevar a cabo la obligación ducal más importante. Según la estimación maliciosa de Adrian, la satisfacción no podría cansarlos demasiado. Y como su esposa había dicho, en los detalles estaba todo, y había que practicar para hacer un trabajo decente.
El pequeño heredero del duque iba a necesitar hermanos y hermanas para que lo acompañasen. Después de todo, Emma gozaba cuidando a los demás. Había crecido con seis hermanos. Aunque Adrian los había engañado para ganarla, y esto podría haberse vuelto contra él fácilmente, estaba agradecido que sus demonios guardianes habían mantenido alejados a los depredadores hasta que él la había descubierto. O ella lo había descubierto.
Inclinándose hacia adelante, con los pezones sonrosados rozándole el pecho, le tomó la boca con un beso dulce y sensual. Él impactó más aun su cuerpo. Ella se elevaba con cada embestida y lo cabalgó hasta exhalar una agonía de placer.
– Si esto es deber -cerró los ojos gimiendo mientras las nalgas de ellas le azotaban las ingles. Una humedad perlada se filtrada y le humedecía el escroto-, puedo morir realizándolo.
Ella enderezó la espalda, con su cuerpo ondulándose, tan hermosa y desinhibida que él no pudo contener su clímax por otro instante. -Te amo -dijo ella-. Y amaré a nuestros hijos.
– Te amo, Emma -susurró mientras cerraba las manos en sus nalgas y la inundaba con su semilla. Un hijo. Una hija. Deber o deseo. No le importaba mientras tuviese a su dictadora delicada para que los mantuviera a todos en línea.
Después de un minuto o más, se apartaron. Desenredando miembros y ropa de cama, se besaron una o dos veces antes de instalarse otra vez en la cama.
– Al final -susurró, envuelta apretadamente en sus brazos-, todo termina en la familia. Y por cierto te has casado con una de las más…
– ¿… leales y amantes familias de Londres? -terminó por ella.
Sonrió. -En realidad iba a decir infame.
La miró con ojos desbordados de amor. -En ese caso diría que hay pocas razones para esperar decoro en la próxima generación.
– Creo que nos arreglaremos -dijo sonriendo contenta.
Él se rió. -Puedo manejar cualquier cosa mientras te tenga a ti.
SOBRE LA AUTORA:
Jillian Hunter hasta el día de hoy tiene escritas más de una decena de novelas, pero a pesar de ello es una de las autoras más prometedoras del género romántico. Todas ellas han sido grandes éxitos e incluso ha obtenido premios como el Romantic Carrer Achivement Award.
La serie Boscastle ha sido su debut en España y también quien la ha lanzado a la fama gracias a que dichas novelas se caracterizan por una combinación de humor irónico y ternura que cautiva a las lectoras de todo el mundo.
Actualmente Jillian reside en California con su marido y sus tres hijas.