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"¿Estás seguro de que quieres hacerlo?", preguntó Brian.

"Es un tipo malo, ¿verdad? ¿Cuánto tarda en actuar esto?"

"Unos treinta segundos, Jack. Usa la cabeza. Si no te sientes seguro, retrocede y déjalo irse", le dijo Dominic. "Esto no es un juego, amigo".

"De acuerdo". Qué demonios, papá hizo esto una o dos veces, se dijo. Sólo para asegurarse, tropezó con un camarero y le preguntó dónde quedaba el baño. El camarero se lo señaló y Jack fue en esa dirección.

Era una simple puerta de madera con un cartel simbólico, no palabras, pues la clientela de Giovanni era internacional. ¿y si hay más de uno ahí dentro?, se preguntó.

En ese caso, cancelas, estúpido.

De acuerdo…

Entró y había alguien más, secándose las manos. Pero salió en seguida y Ryan quedó solo con SóMoHa, quien se estaba abrochando la bragueta y volviéndose para salir. Jack sacó el bolígrafo del bolsillo interno de su chaqueta y giró el cañón, haciendo salir la punta de iridio de la jeringa. Resistió el poco inteligente impulso de probar con el dedo si pinchaba, se deslizó por detrás del extranjero bien vestido y, tal como le habían indicado, bajó la mano y le acertó en medio de la nalga izquierda. Esperaba oír la descarga del cartucho de gas, pero no fue así.

Mohamed Hasan al-Din dio un brinco al sentir el súbito dolor y se volvió, viendo lo que parecía un joven de aspecto normal… un momento, había visto ese rostro en el hotel…

"Oh, te pido disculpas, compadre".

La forma en que lo dijo encendió una luz de alarma en su conciencia. Era un estadounidense y lo había empujado y había sentido un pinchazo en las nalgas y…

y aquí era donde había matado al judío y…

"¿Quién eres?"

Jack había contado unos quince segundos, y sintió cómo la furia crecía en él.

"Soy quien te acaba de matar, Cincuenta y seis MoHa". El rostro del hombre cambió, adoptando la expresión de una fiera peligrosa. Su mano fue al bolsillo y salió armada de una navaja y, de pronto, ya nada fue divertido.

Instintivamente, Jack retrocedió de un brinco. El rostro del terrorista era la imagen misma de la muerte. Abrió la navaja y se concentró en la garganta de Jack. Alzó el arma, dio medio paso hacia adelante y…

La navaja se le cayó de la mano… miró asombrado su mano; luego volvió a alzar la vista…

mejor dicho, lo intentó. Su cabeza no se movía. Sus piernas quedaron sin fuerza. Se desplomó. Sus rodillas rebotaron dolorosamente contra las baldosas. Cayó de cara, volviéndose hacia la izquierda al hacerlo. Sus ojos seguían abiertos y ahora estaba boca arriba, mirando a la placa de metal pegada a la parte inferior del mingitorio, de donde Greengold había tratado de recuperar su paquete y…

"Saludos de los Estados Unidos, cincuenta y seis MoHa. Jodiste con quien no debías. Espero que te guste el infierno, compadre". Su visión periférica vio que la forma se movía hacia la puerta, también cómo aumentaba y decrecía la luz cuando la puerta se abrió y se cerró.

Ryan se detuvo y decidió regresar. El tipo tenía un cuchillo en la mano. Tomó su pañuelo y le quitó el cuchillo, deslizándolo bajo el cuerpo. Mejor tocar lo menos posible, pensó. Mejor no… otra idea entró en su mente. Metió la mano en los bolsillos de 56 y encontró lo que buscaba. Luego, salió. Lo increíble era que sentía un fuerte deseo de orinar, así que caminó rápido para sentirlo con menos intensidad. Segundos después, estaba otra vez en la mesa.

"Todo salió bien", les dijo a los gemelos. "Me parece que tendrán que regresar al hotel, ¿no? Debo hacer algo. Vamos", ordenó.

Dominic dejó suficientes euros en la mesa como para cubrir la cuenta y la propina. El camarero torpe hizo ademán de seguirlos, ofreciéndose a pagar la limpieza de sus ropas, pero Brian, con una sonrisa, le hizo señas de que no se preocupara, y cruzaron la Plaza España andando. Allí tomaron el ascensor hasta la iglesia y luego caminaron calle abajo hasta el hotel. Unos ocho minutos después, estaban de regreso en el Excelsior, y los gemelos se sentían bastante estúpidos con su ropa manchada.

El conserje lo notó y les preguntó si necesitaban una tintorería.

"Si', replicó Brian, "puede mandamos alguien a la habitación?"

"Por supuesto, signore. En cinco minutos".

Supusieron que no habría micrófonos en el ascensor. "¿Y?", preguntó Dominic.

"Lo hice, y obtuve esto", dijo Jack, mostrando una llave de habitación igual a la de ellos.

"¿Para qué?"

"Tiene una computadora, ¿recuerdas?"

"Ah, sí.

Cuando entraron en la habitación de MoHa se encontraron con que ya la habían limpiado. Jack pasó por su propia habitación y llevó su laptop y su unidad de disco externa FireWire. Tenía diez gigabytes de espacio de almacenamiento, e imaginó que podría copiar todo allí. En la habitación de la víctima, lo conectó a la laptop Dell de Mohammed Hasan.

No había tiempo para sutilezas; su computadora y la del árabe usaban el mismo sistema operativo, e hizo una transferencia global de los contenidos de ésta a su unidad FireWire. Le llevó seis minutos y, tras limpiar todo con su pañuelo salió de la habitación y también limpió el picaporte. Salió a tiempo para ver a un empleado que se llevaba el traje manchado de vino de Dominic.

"¿Y bien?", preguntó Dominic.

"Hecho. En casa tal vez les interese esto", dijo alzando su FireDrive.

"Bien pensado, hombre. ¿y ahora?"

"Ahora tengo que volver a casa, amigo. Envíen un mensaje de correo electrónico a la base, ¿de acuerdo?"

"Entendido, Junior".

Jack hizo su equipaje y telefoneó al conserje, quien lo informó de que había un vuelo de British Airways que salía desde el aeopuerto Leonardo da Vinci hacia Londres donde conectaba con otro servicio al Dulles en D.C., pero debía darse prisa. Así lo hizo y, noventa minutos más tarde, el avión, llevándolo en el asiento 2A, despegaba.

Mahmoud estaba allí cuando llegó la policía. Reconoció el rostro de su colega cuando lo vio pasar en una camilla que salía del baño de hombres, y quedó atónito. Lo que no sabía era que la policía había tomado la navaja y notado que tenía manchas de sangre. La enviarían a analizar a su laboratorio, que tenía un equipo para hacer pruebas de ADN, cuyo personal había sido entrenado por la Policía Metropolitana de Londres, líderes mundiales en analizar evidencias de ADN. Sin nadie a quién reportarse, Mahmoud regresó a su hotel y reservó un pasaje para el día siguiente en un vuelo a Dubai de Emirate Airways. Debía informarle de la desgracia de hoy a alguien, tal vez al propio Emir, a quien no conocía más que por su terrible reputación. Había visto la muerte de un colega y el cadáver de otro. ¿Qué horrenda desgracia era ésa? Reflexionó sobre esto acompañado de un vino. Sin duda, Alá el Misericordioso le perdonaría esa transgresión. Había visto demasiado en demasiado poco tiempo.

Jack Junior se sintió ligeramente turbado durante el vuelo a Heathrow. Necesitaba hablar con alguien, pero para eso faltaba mucho, de modo que se zampó dos botellitas de whisky escocés antes de aterrizar en Inglaterra. Bebió dos más en la sección delantera del 777 que lo llevaba a Dulles. No sólo había matado a alguien, sino que se había burlado de él mientras moría. No era algo bueno, pero tampoco algo como para pedirle perdón a Dios, ¿verdad? La unidad Fire Wire contenía tres gigabytes de la laptop Dell de 56. ¿Exactamente qué diría allí? Podía haberla conectado a su propia máquina y comenzado a explorar, pero no, ésa era tarea para un verdadero experto en computación. Habían matado a cuatro personas que habían atacado a los Estados Unidos, y los Estados Unidos habían respondido, en el terreno de su enemigo y con las reglas de éste. Lo bueno era que el enemigo no tenía forma de saber cuál era el felino que lo acechaba en la jungla. Apenas si se habían encontrado con sus dientes. Ahora les tocaría enfrentarse a su cerebro.

Tom Clancy