I
LOS ECOS DE PAN DE MONIUM
"Si te dijera que solo basta una tierra fértil y
hombres con muchos deseos ambiciosos para
Crear el infierno ¿Me creerías?"
Nazarí Salas
Carta 6, Línea 5
Virginia consultó por quinta vez la hoja de papel que su esposo le escribió ese 31 de julio, habían pasado tres meses desde su última carta, estaba desesperada al punto de ir junto con sus 3 amigas a ese pueblo de dónde vino esa infernal llamada esa media noche ¡¿Quién carajos llama a esa maldita hora?! Se preguntó así misma al recordando el tono pálido que en el rostro de su esposo, no le habló de quién había irrumpido el sueño de los dos a esa hora ni por el más insistente de sus ruegos, solo se quedó callado por un par de minutos como si cavilara sobre si esa llamada fuese o no real, recordó sus palabras después de ese silencio casi sepulcraclass="underline"
— ¡No te preocupes amor!, Solo fue una noticia inesperada mañana lo hablamos. — fue lo que le dijo para después abrazarla, quizás no quería elevar más el interés de su mujer por saber cuál era el fin y origen de esa llamada.
— ¿Lo prometes? No quiero que mañana lo dejes pasar— Expreso Virginia acariciando la mano tibia de su esposo.
—Lo prometo cariño...— Le respondió besando la coronilla de su cabeza.
Durmieron hasta que se hizo el día y Nazarí ya sentado con ella en la meza junto a la cocina le empezó a relatar sobre el pueblo de donde provenía, creando en su mujer una necesidad de decir que fuera al grano, defecto que le había traído líos con su pareja en otras ocasiones.
—Mi hermano, el que creí muerto... Apareció en Pan de Monium buscándome Virgie— Exclamó con un tono de ansiedad después de haber contenido el aliento.
—Pero ¡¿Cómo es posible si hace años me contaste que murió en ese incendio que asedio el pueblo?¡ Tu familia no sobrevivió Nazarí. — Comentó Virginia sosteniendo su mano y mirándolo más que sorprendida.
Era la segunda vez en 3 años de casados que su esposo se había animado a hablarle de sus orígenes y la tragedia que envolvió su vida a temprana edad, era huérfano de padres, había pasado los años siguientes al incendio del pueblo viviendo con su tío abuelo en Belencia hasta el día en que él murió.
—No quedó claro si Briem murió o no con mis padres, debo ir allá y averiguarlo, es muy importante para mi Virgie, quiero librarme de esa duda que he tenido desde esa noche. — habló decidido su esposo...
Sintió lo pesado de sus parpados tras la sacudida de hombros de Mirka, abrió los ojos y de su mente se desvaneció aquel recuerdo de su esposo, podía sentir el frió en sus manos al punto de hacerla buscar sus guantes de lana, la calefacción estaba fallando, no pudo evitar acomodarse el abrigo que traía puesto, sus acompañantes habían decido abrigarse al abandonar las esperanzas de que el automotor les diera un cobijo.
—Lo que ganas por comprar un auto chino ¿No Sarina?— dijo en sarcasmo Adela subiéndole más a los grados en el tablero del auto. — ¿Que fregada es esta? Está en máximo y aun así se siente el puto frio— Exclamo al ver que ya no podía subirle más a la calefacción.
— ¡Solo ten paciencia chica! Ya no falta mucho para llegar a ese pueblo— Exclamo Sarina mirando como las gotas de agua bajaban por el parabrisas.
—Esta jodida carretera parece no acabarse, y ya me duele el culo de tanto estar sentada— Expresó con desgano Adela.
Una niebla espesa cubría la carretera haciendo que Sarina no apartara sus ojos del parabrisas y el camino, las luces sólo le permitían ver no más de diez metros desde automóvil hasta una pantalla blanca en el final del halo de luz, Mirka leía un libro con el título "Desesperación" en letras rojas sobre la portada con la imagen de la entrada de una gruta oscura, Virginia se quedó mirando desde la ventanilla lo poco que los faros del automotor le permitían ver, hasta que un alarido resonante llegó a sus oídos, empezó a sentir un escalofrió en su espalda al percatarse del eco por segunda vez, la tensión comenzaba a invadir su cuerpo hasta girar la vista a su compañera absorta en su lectura, palmo su hombro apresurada buscando llamar la atención de su amiga.
— ¡¿Es-escuchas eso Mirka?! Hay algo en la carretera— Dijo muy asustada al escuchar claros los alaridos.
— ¿De qué hablas Virgie?— Pregunto Mirka sorprendida.
— Hay algo en la carretera, y parece que se acerca— Respondió temerosa Virginia.
Su amiga no entendía lo que pasaba hasta que escuchó los ecos, cerró rápido su libro y se acercó hasta donde pudo al parabrisas, pero no podía ver más allá de la pantalla de niebla y la penumbra en el camino, Adela y Sarina también se percataron de los atemorizantes alaridos, sin dudar en mostrarse inquietas, cuanto avanzaba el auto más claros eran y el grupo de mujeres no apartaba sus ojos de la vía.
— ¿Qué demonios es ese ruido? — Preguntó Sarina atemorizada.
— Sea lo que sea no me están gustando nada esos gritos— comento Adela al colocarse el cinturón de seguridad.
El se cayeron en cuenta de que los ecos provenían de las montañas, como si fuese el grito de furia de una criatura peligrosa, resonando en sus oídos hasta hacerlas temblar en sus asientos, el frio se sentía en sus médulas, podían sentir cada pulsación de su corazón acelerarse por el pánico que producía escuchar a tan corta distancia lo que sea que hiciese ese alarido aterrador; unas rocas cayeron a la vía seguido de una chica que bajo en pánico, vieron unos cortes en sus brazos y cara junto con un terror en su rostro que nunca olvidarían, corrió a mitad de la carretera extendiendo los brazos hacia el frente en señal de ayuda, Sarina al ver que estaban próximas a arrollarla frena el auto hasta casi golpear a la atormentada mujer.
— ¡AYUDA, AYUDA POR FAVOR SÁQUENME DE ESTE LUGAR!— gritó presa del horror e intentando abrir con desespero la manija de la puerta.
Un momento de duda rodeo a las sorprendidas mujeres, Sarina quitó el seguro de la puerta sin darle tiempo al debate sobre si la desconocida debía entrar o no al auto, seguido de ello los alaridos volvieron a escucharse haciendo que con el eco se sintiese hasta en sus huesos, el horror aumento cuando se sentía que algo bajaba dejando caer más piedras en la carretera.
— ¡POR LO QUE MÁS QUIERAS ARRANCA!— Volvió a gritar la desconocida mirando con horror donde provenían las piedras.
La chica de piel moreno no dudó en poner el pie en el acelerador presa del miedo, el auto paso por encima de las piedras haciendo que sus acompañantes golpearan el techo con sus cabezas, las mujeres fijaron sus ojos en el costado derecho del vehículo viendo como una figura inhumana saltaba desde la penumbra, soltando un gutural grito hacia el auto haciendo retumbar los tímpanos de las aterrorizadas viajeras.
— ¡¿Dios que es eso?!— Dijo Virginia mirando hacia atrás solo viendo unos ojos brillantes detrás del auto.
— No-no dejes que me lleve, por lo que más quieran no dejen que venga por mí. — Exclamaba la mujer sin dejar de temblar y llorar.
Se llevó las manos a la cabeza y la agacho mientras las demás mujeres veían esos ojos brillantes en la oscuridad acercarse al vehículo.
— ¡Vamos Sarina, esa cosa nos alcanza!— Grito Mirka al volver mirar detrás del auto.