— ¡Sea lo que sea no dejes que se acerque!— Dijo Virginia
Se sintió un golpe en el costado derecho que sacudió el auto y las mujeres lanzaron un grito de terror al escuchar a la criatura romper el vidrio detrás de ella, Mirka y Virginia vieron como un brazo con piel pálida y unos cortes que parecían tallados de símbolos agarra con su mano el cabello castaño de la chica envolviéndolo en sus dedos y dejando a la vistas unas filosas garras, tiró de sus cabellos sacando la cabeza de la mujer fuera del auto, las dos amigas agarraron sus brazos forcejando con lo que estaba intentando llevársela.
— NO... POR FAVOR... NO...— gritó hasta desgarrar su voz y sujetando las manos de las dos chicas.
— Que demo...— dijo Mirka al ver una boca femenina esbozando una sonrisa de satisfacción cerca al cuello de la mujer desgarrandolo con una mordida.
El resto del rostro de la criatura fue cubierto por los cabellos de su víctima hasta que ambas se perdieron en la espesa niebla dejando sólo el eco del grito de aquella pobre mujer, la imagen de terror en los rostros del grupo de amigas cambió al escuchar las bocinas de un tráiler que iba directo hacia ellas, Sarina reaccionó de inmediato dándole una vuelta al volante hasta salir de la carretera chocando el vehículo con el frente de lo que parecía ser una casa quedando inconscientes unos segundos después.
Virginia intento abrir sus ojos mirando casi borroso un rostro que se le hacía familiar, volvió a cerrarlos para reaccionar luego y abrirlos creyendo ver a su esposo sentando frente a ella.
— ¡NAZARÍ!..— Gritó para después abrazar al sujeto y soltar unas lágrimas.
Hubo un silencio y la persona que estaba frente a ella puso su mano en su hombro y ella alzo la vista.
— Señora Martínez, usted tuvo un accidente en las horas de la madrugada y fue remitida aquí con sus acompañantes.
— ¿Qué? Pero si íbamos en una carretera y...— Recordó en retrospectiva el horror que pasó.
Miro a su alrededor a sus amigas inconscientes en camillas seguidas de donde se encontraba ella hasta ver una modesta sala de observación de un hospital y al sujeto que le hablaba mirándola fijamente.
— ¿Quién es usted y dónde me encuentro? — dijo llevando si mano a la baranda de la camilla.
— Soy el doctor Salas, Briem Salas— respondió el hombre con una bata azul — y este es un hospital, está en Pan de Monium.
El rostro de asombro de Virginia y el silencio se hicieron notables en ese encuentro.
"Hay secretos de mí que deje en este pueblo
tengo miedo de que vayan por ti, Virginia
por favor no vengas a Pan de Monium."
Nazarí Salas
Carta 6, línea 22
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