— Podríamos perder millares de millones de dólares… en productos agrícolas, productos industriales…
— Sin mencionar nuestros empleos — murmuró alguien.
— ¡Entonces tienen que actuar — saltó Ted. Todos prestaban la máxima atención y lo miraban -. Podemos derrotar a la sequía. Podemos acabar con ella, efectuando cambios deliberados y controlados en el tiempo.
Ahora se miraron uno a otro y empezaron a murmurar. Si se refiere usted a la siembra de nubes, eso se ha intentado ya y…
— Es inútil sembrar nubes cuando las condiciones no son apropiadas respondió Ted -. Hablo de preparar las condiciones que deseamos que se presenten para que la lluvia caiga naturalmente. Control del tiempo… ruptura del sistema de sequía.
— Pero si no hay humedad en el aire, ¿cómo. .?
— Escuchen. Hay seis veces más agua moviéndose por encima de nuestras cabezas ahora mismo que la que existe en todos los lagos y ríos de Nueva Inglaterra. Todo lo que tenemos que hacer es obligarla a caer aquí, donde la necesitamos.
— ¿Y usted puede conseguir eso?
— Podemos ofrecer predicciones del tiempo a largo plazo. Podemos conseguir productos químicos y fuentes de energía para cambiar el tiempo. Podemos predecir cuáles serán los cambios, de modo que afirmaremos de antemano si harán daño o harán bien.
— ¿Han hecho ustedes algo de eso en realidad?
— En la escala necesaria para vencer la sequía, no.
— ¿Y en alguna escala? ¿Se ha hecho?
Ted me miró de reojo y sonrió.
— Si no se hubiese hecho, no estaríamos aquí ahora.
¿Y cómo esperan quebrantar la sequía? — preguntó Arnold, con una pizca de acidez en su tono.
— Si supiera la respuesta estaría haciendo el trabajo. Pero sé cómo obtener esa respuesta.
— ¿Cómo?
Ted levantó los dedos y empezó a contar empleándolos.
— Primero, realizaré un estudio teórico de las condiciones necesarias para la lluvia normal. Esto será en parte un estudio histórico de los archivos locales para ver cuáles son los sistemas ordinarios, desde el nivel del sol hasta la ionosfera. Al mismo tiempo produciremos valores de computador de sistemas de tiempo a gran escala para ver cómo afectan a la situación de Nueva Inglaterra.
— ¿Gran escala?
— Sistemas nubosos y atmosféricos planetarios… principalmente del hemisferio norte.
Sus ojos se desorbitaron, pero siguieron escuchando.
Segundo: después de que obtengamos un asidero en las condiciones que se necesitan para la lluvia normal, las compararemos con esta condición de sequía. Luego generaremos una serie de experimentos de laboratorio y de simulaciones de computador para ver si podemos efectuar sencillos cambios en el tiempo que pongan en movimiento a. la última clase duradera de cambio que deseamos.
Miró a los dos lados distintos para ver si le seguían en su explicaciones.
— Bien, la atmósfera es como uno de esos juegos Infantiles llamados tentetiesos. Se resiste a cambiar. Posee un poder tremendo de equilibrio. Si se la golpea desde un lado oscilará varias veces hasta recuperar la posición inicial.
— Pero cambia — dijo uno de los hombres.
— ¡Claro! El tiempo cambia minuto a minuto y el clima también cambia… como esta sequía… Pero los cambios del clima son lentos y entrañan enormes cantidades de energía. No podemos competir con el equilibrio energético natural de la atmósfera… Es demasiado grande y nosotros excesivamente pequeños. Sería como si un hombre tratase de luchar contra un mamut.
El congresista Dennis soltó una risita.
— Los hombres acabaron con los mamuts.
— De acuerdo — asintió Ted -. Pero no a fuerza de músculos. Con sus cerebros.
— ¿Dónde quiere ir a parar? Preguntó Arnold.
— Sólo a esto: tenemos que buscar situaciones naturales en el sistema de sequía en donde podamos desequilibrar las balanzas un poquito y producir grandes cambios a nuestro favor. No podemos obligar a la atmósfera a cambiar por completo su equilibrio natural… pero Podemos hallar posibilidades de disparar el cambio que deseamos con sólo un codacito en el tiempo y lugar adecuados.
— Una o dos simples modificaciones no cambiarán sistemas tan profundamente impresos como éste — dijo Arnold.
— Quizá no. Pero en el laboratorio podemos echar un vistazo a todos los cambios posibles que sean realizables. Y con estas predicciones a largo alcance podremos ver que romperán la sequía y luego producirlos.
— Eso es picar muy alto comento Arnold -. No se puede ir trasteando con el tiempo y…
— ¡No trasteando! — saltó Ted -. Efectuamos experimentos controlados, basados en predicciones teóricas y en simulaciones de computador, del mismo modo que los ingenieros diseñan aviones y cohetes.
Apoyó sus grandes puños en la mesa y dijo:
— En lugar de quedarnos sentados viendo cómo la sequía nos arruina, quiero ver cómo la inteligencia humana se pone a trabajar para impedirlo. No es preciso que nos crucemos de brazos y esperemos a que la naturaleza siga su curso, como ningún enfermo aguarda a curarse por sí solo sin utilizar medicinas. Podemos vencer esta sequía; hagámoslo.
X
COMPETENCIA
El comité parecía impresionado por el discurso de Ted y varios de los miembros prometieron estudiar nuestra nuestra idea de alivio de la sequía. Pero en la mañana del lunes siguiente, de regreso a Eolo, Ted estaba triste.
— La misma vieja historia — gruñó. "No nos llamen, les llamaremos nosotros"
Cuando regresé a mi oficina, después de almorzar, sin embargo, me esperaba una llamada del congresista Dennis.
— Recibí su predicción esta mañana — dijo, alzando la fotocopia impresa para que la viese. Parece muy impresionante.
— Gracias. Nos gusta creer que lo es.
— Me tomé la libertad de llamar a unos cuantos amigos de aquí y de allá — continuó, con una sonrisa de picardía -. ¿Se dan cuenta de que llovió en realidad esta mañana en Eherman Milis, Maine? ¿Y que la niebla que predijeron a lo largo de Connecticut Turnpike se presentó y se disipó siguiendo el horario previsto, como ustedes indicaron?
Yo no había leído con detalle la predicción, así que me limité a sonreír y a asentir.
— Según la fecha de esta copia continuó Dennis esas predicciones fueron emitidas el pasado miércoles.
— Sí, enviamos la predicción cada miércoles. Es más, en ese caso particular estaba hecha ya desde hace una semana. -
— Este mediodía almorcé con el gobernador, en la Casa del Estado, y le enseñé sus predicciones. Se mostró interesado.
— ¿Eh? ¿Muy interesado?
Dennis me dejó en suspenso durante un momento.
— Bueno, yo le había telefoneado hablándole de lo que nos dijo Ted sobre la sequía y el control del tiempo. Me pidió que le acompañase a almorzar para discutirlo con más detalle. Creo que el próximo paso es que ustedes se entrevisten con él.
Aguarde un minuto — dije -. Quiero que Ted se entere de esto.
Llamé por el intercomunicador y conectaron a la línea el teléfono de Ted. Yo seguía viendo sólo el rostro de Dennis en la pantalla, pero pude oír la voz de Ted mientras Dennis le explicaba el interés del gobernador.
— Ahora realmente podemos ponernos a trabajar — Ted estaba radiante, su tono lo indicaba así -. Dígale al gobernador que es un estadista con mucha vista.
Dennis soltó una carcajada.
— No lo creería. Además, sólo quiere conversar un poco; todavía no ha firmado contrato con ustedes.
— Lo hará — contestó Ted -, si quiere vencer la sequía.
Ted cortó la comunicación y yo di las gracias al congresista por su ayuda.