Tía Maybella entró en la sala de dibujo y vio a su sobrina parada frente a las ventanas, con la frente contra el vidrio.
– ¿Qué estaba haciendo Jason aquí?
CAPÍTULO 13
Uno debería perdonar a sus enemigos, pero no antes de que sean colgados.
~Heinrich Heine
Era temprano, apenas las siete de la mañana. Douglas y James montaban hacia Hyde Park, con un cómodo silencio entre ellos, cada uno enfrascado en sus propios pensamientos. Era una mañana nublada, la niebla inicial aún tenía que desaparecer. Doblaron en Rotten Row e inmediatamente pusieron a Bad Boy y Garth al galope. El viento azotaba contra sus rostros, haciendo que sus ojos lagrimearan.
– A Henry VIII le gustaría esto -gritó Douglas.
– Aye, le gustaría hasta que viera a alguien cabalgando hacia él, y entonces atacaría.
Cuando finalmente Douglas detuvo a Garth, seguía riendo, entusiasmado, listo para relegar toda la preocupación por los asesinos a Hades.
James se detuvo a su lado, palmeando el cuello de Bad Boy, diciéndole que era un tipo excelente y veloz. Bad Boy golpeó su cabeza contra la de Garth. Garth intentó morder el cuello de Bad Boy. Padre e hijo estuvieron varios minutos ocupados separándolos.
James estaba riendo cuando se volvió hacia su padre. De pronto, la risa murió en su garganta. Vio un destello de plata destellando en una lanza de sol de comienzos de la mañana que había atravesado las nubes.
Se arrojó sobre su padre, lanzándolos a ambos al suelo mientras sonaba un disparo, obscenamente estrepitoso en el tranquilo aire de la mañana.
James se aplastó encima de su padre aun mientras intentaba sacar su arma del bolsillo de su chaqueta. Otro disparo… un terrón de tierra voló, a menos de quince centímetros de la cabeza de Douglas.
– ¡Maldita sea, James, quítate de encima!
Douglas se las arregló para retorcerse y envolver los brazos alrededor de la cintura de su hijo. Literalmente lo levantó y lo hizo rodar de espaldas, aplastándose encima de él.
Otro disparo, luego otro, y Douglas pasó los brazos alrededor de la cabeza de su hijo para protegerlo. Pero esos disparos no fueron cerca, probablemente porque Bad Boy y Garth estaban encabritados y relinchando, rompiendo la línea de visión del asesino.
– Padre, por favor, deja que me levante.
Douglas gruñó y rodó sobre su espalda, luego se puso de pie y ofreció una mano a James. Abarcaron el área con sus pistolas, pero no vieron a nadie. De pronto Garth, enloquecido, comenzó a correr. Douglas silbó tranquilamente, trayéndolo de regreso, pero Bad Boy se había marchado hacía rato. Se detuvo cerca, con la cabeza gacha, resoplando fuerte, lamiendo la mano de Douglas.
– James, todo está bien ahora.
James se dio vuelta lentamente para enfrentar a su padre.
– Debes enseñarme cómo llamar a Bad Boy.
Douglas había intentado enseñar a James a silbarle a su caballo, pero James simplemente nunca logró hacer un lindo silbido ensordecedor, que era lo que se necesitaba para obtener la atención de cualquier caballo.
– Te enseñaré -le dijo.
– Padre, iban detrás de ti, no de mí. Intentaste protegerme.
– Claro que te protegería -dijo Douglas simplemente. -Eres mi hijo.
– Y tú eres mi padre, maldita sea. -Jugueteó con su arma un momento. -Creo que iré a revisar aquellos arbustos donde vi ese destello de plata.
– El condenado tipo se fue hace rato -dijo Douglas mientras se quitaba la suciedad.
Le dolía el hombro donde James había aterrizado sobre él. Sostuvo la derringer floja en su mano y caminó con su hijo, que también cargaba un arma, grandota y fea, una pistola de duelo de la biblioteca de Douglas, sobre los espesos arbustos junto al sendero.
– Nada -dijo James, y maldijo. Douglas sonrió. -Maldición, el bastardo se ha marchado. Se puede ver dónde estaba esperando… los arbustos aplastados. Esto no es lo que…
De pronto Douglas levantó su derringer y disparó. Escucharon un grito, luego nada. Douglas salió apresurado, James corriendo detrás de él. Salieron del estrecho grupo de árboles a tiempo de ver a un hombre montando un caballo que salía por la puerta sur del parque, con sangre manando por su brazo.
– Qué mal -dijo Douglas. -Había esperado darle en la cabeza.
– Un blanco pequeño -dijo James, tan aliviado, tan sorprendido, que su corazón casi le salía palpitando del pecho.
Su padre frotaba el pulgar suavemente sobre la brillante derringer plateada.
– En realidad, me sorprende haber atinado. Una bala a un metro y medio es un buen alcance para esta derringer, y esto fue a unos buenos seis metros.
– Oh, Dios, estuvo muy cerca, demasiado cerca. Padre, ¿me juras que estás bien?
– Oh, sí -dijo Douglas distraídamente, mirando fijo tras el hombre que había intentado matarlo. Se volvió hacia su hijo, le golpeó el brazo. -Gracias por salvarme la vida.
James tragó con fuerza, y volvió a tragar. Su corazón estaba reduciendo la velocidad finalmente. Ahora el miedo estaba asentándose, haciéndole temblar las manos. Tan cerca, había estado tan cerca.
– Si no hubiera visto ese destello de plata… -Volvió a tragar. -Fuiste tú quien me salvó la vida y…
Douglas vio el miedo en los ojos de su hijo, lo rodeó con los brazos y lo sostuvo.
– Llegaremos al fondo de esto, James. Ya verás.
James dijo:
– No puedo soportar esto, señor, realmente no puedo.
– Tienes razón. Se vuelve tedioso, James, estoy de acuerdo contigo en eso. Tal vez era hora de que haga algo respecto a esto. No he sabido más sobre la muerte de Cadoudal o algún hijo. Partiré hacia Francia por la mañana.
– Pero allí es donde…
– No, el enemigo está aquí, James, no en Francia. Tengo amigos allí. Es momento de que me encuentre con ellos, de que intente saber todo sobre este demente complot.
– Iré contigo.
– No, tú y Jason son mis ojos y oídos aquí en Inglaterra.
– Madre no estará contenta.
– Tengo pensado llevarla conmigo -dijo Douglas. -Seguramente sea más seguro en Francia. Cuando pienso que quería venir a cabalgar con nosotros esta mañana, hace que se me retuerzan las entrañas. Partiremos discretamente, mañana antes de que amanezca. No quiero que nuestro enemigo sepa que ya no estamos aquí en Inglaterra. Deja que ese incordio continúe haciendo sus planes. -Sonrió mientras miraba atentamente hacia la entrada sur. -El bastardo tendrá que atender su brazo. Eso lo mantendrá lejos varios días, al menos. Luego creerá que me ha asustado tanto que estoy ocultándome en la casa. -Douglas caminó hacia Garth, que estaba comiendo hierba al lado del camino, y dijo por encima de su hombro: -Vamos, James. Tenemos mucho que hacer.
Desafortunadamente les llevó un buen rato llegar a casa, ya que Bad Boy había escapado del parque hacia su establo en casa.
Dos horas más tarde, Alexandra miraba atentamente a su esposo, su taza de té olvidada. Se aclaró la garganta, ajustó su cerebro, dejó cuidadosamente la taza de regreso sobre el plato y dijo:
– Creo que es un plan excelente, Douglas. Nos marcharemos muy temprano, nos escabulliremos por la puerta trasera. James puede arreglar para que un coche de alquiler nos encuentre en la calle Willowby.
– Desde allí nos encontraremos con el capitán Finch en los muelles. Partiremos a Francia con la primera marea.
– ¿Ya has organizado un paquebote?
– Por supuesto. Una maleta, Alex. Empaca liviano.
Ella se levantó y sacudió sus faldas. Caminó hasta su esposo, queriendo desesperadamente tenerlo cerca y protegerlo, pero sabía que eso no era posible. Le sonrió, allí sentado con las largas piernas estiradas, los tobillos cruzados y una sonrisa en el rostro.