Cosme Vila y los suyos se trasladaron a Toulouse, donde aquél se enteró de la muerte de Gorki, el perfumista, y del fusilamiento, en Gerona, de José Alvear. Se adueñó de Radio Pirenaica, en contacto con el Buró Político. Le parecía bien lo de los maquis, que al menos les causaban trastornos intestinales a los franquistas. Leonor estaba eufórica. Tenía una hermosa voz de locutora y se dispuso a leer los partes diarios, al mediodía y por la noche. Leía mucha prensa y recortaba las noticias que pudieran interesar. Recibían Amanecer, aunque con ocho días de retraso! Cosme Vila, ante el primer ejemplar que vio, se agarró la cabeza entre las manos como si hubiera descubierto un tesoro arqueológico. "Director, Mateo Santos". Por las cachas de Lenin! Se acordó de aquel muchacho de camisa azul al que tanto había subestimado. Leyó algunos artículos de mosén Alberto. El muy canalla! Siempre tan bien afeitado… Se alegró de no topar nunca con la firma de Ignacio Alvear.
Los comunistas franceses se le antojaron a Cosme Vila como pasados por mantequilla. Hablaban de Rusia con un descarado irrealismo. "El paraíso…" Nada de eso. Millones de muertos, destrucción, etnias combativas, etnias indolentes y allá a lo lejos la fascinación de la conquista universal para el auténtico socialismo, que no era precisamente el de Antonio Casal.
Y he aquí que, a primeros de marzo, recibió en Radio Pirenaica una visita inesperada: el Responsable y su sobrino, el Cojo.
– Pero… Responsable! El Cojo! De dónde salís?
Se abrazaron y se miraron como dos gallos de pelea dispuestos a iniciar su danza.
– Estábamos en Venezuela, entre rejas. Pero nos fugamos y aquí nos tienes, dispuestos a abrir la boca y a comernos España con sólo los colmillos…
– Y tus hijas?
– Nada! Se liaron con un par de anarquistas de Caracas y se han quedado allí, pegándose la gran vida.
El Responsable continuaba con la gorra clavada hasta las cejas y con una banda roja que inspiraba respeto. Había envejecido, pero daba la misma impresión de indomable fuerza. El Cojo, su sobrino, continuaba sonriendo, lleno de pecas y con las manos apoyadas en las nalgas.
– Cómo se llama esta gachí?
– Se llama Leonor.
El Responsable le hizo un saludo versallesco y el Cojo le dijo: "Tanto gusto, cachonda".
Cosme Vila le preguntó al Responsable:
– Qué se dice por América?
El Responsable matizó:
– No te referirás a la América del Norte?
– No, claro que no.
– Pues…, en la América que yo conozco, que no es sólo Venezuela, pues he hecho muchos viajes por las naciones vecinas, la cosa está que arde. Ríete de las diferencias de clase que pueda haber en Gerona. Aquello es el no va más. Desde Méjico hasta la Tierra de Fuego… Sí, sí, no pongas esa cara! Los que poseen mucha plata, al cielo; los demás, sobre todo los niños, se comen entre sí.
Cosme Vila se acarició la calva.
– Y qué solución le ves al asunto?
– La nuestra. Cuál va a ser! La revolución…
– En España la ensayasteis, y salió fatal.
– Porque en España los anarquistas éramos pocos… Y porque vosotros, los de Moscú, nos aplastasteis la cabeza. Pero en Centro y Sudamérica hay guerrilleros natos. Comprendes lo que quiero decir? Nacieron para hacer saltar la Banca… Como José Alvear, como Porvenir… Lee los periódicos y verás lo que ocurre antes de nada en Cuba, Guatemala, Bolivia, Chile, en la propia Venezuela! El despipórrense, vamos.
Cosme Vila sonrió… a medias. Oyendo al Responsable y viendo al Cojo a su lado, sonriendo como siempre, reencontró el léxico que a veces echaba de menos. El Responsable estaba en plena forma, no cabía duda. Por lo visto la cárcel venezolana le había sentado bien. "Estuvisteis juntos entre rejas?". "Sí… No faltaría más! Mi sobrino es mi sombra".
Después de un leve escarceo, durante el cual el Responsable censuró duramente a la URSS, que les traicionó durante la guerra civil, que primero firmó un pacto de amistad con Hitler y luego la combatió y que ahora se había quedado con la tajada del león -objeciones que Cosme Vila no se atrevió a impugnar-, soltó una parrafada sobre lo que le hervía en la mollera: la posibilidad de que la tesis anarquista se extendiera por todo el "coloso iberoamericano", empezando por el Brasil.
– Aquello no es Europa, compañero… No, no, tu camarada lo será Lenin! Tú eres mi compañero, como lo son mis hijas, mis yernos y Santi, que también se ha quedado allí -el Responsable encendió un pitillo Gauloise, que le sentó fatal-. Te he dicho, y te lo repito, que aquello está que hierve. Patrullas por todas partes, que se están adiestrando para entrar en acción. Faltan armas, ya lo sé. Pero se sacarán de los cuarteles. Desde aquí no podéis saber lo que son los indios, los mestizos, los criollos, los negros, los cuarterones. Llevan en la sangre algo que yo no sé lo que es. Y tienen tantos hijos que les permitirá dar carne a la fiera. Aquello es un volcán, como lo es el África negra y como lo son todas las colonias repartidas por el mundo… Cosme, compañero, no te repantigues en tu sillón. Aquella gente me entendía. A ti, a los diez minutos de oírte te dejarían con el rabo entre las piernas! Primero hay que arrasarlo todo, comprendes? Quiero decir que no hay que arrasar nada, porque esto ya lo hicimos en España y, como muy bien has dicho, salió mal. Consignas de Bakunin, no de Lenin, ni de Trotsky, ni de Stalin… He leído, sabes? Tanto calor! Mucha hamaca y me entraron ganas de que me abanicasen y de leer. Ahora no permitiría que el alcalde de Gerona fuera Gorki; ahora sería yo. Y si me pusierais obstáculos, sé cómo emplear la dinamita. Ay, Europa, con tanta catedral y tanto Vaticano! Aquí no hay nada que hacer. Sales a la calle y echas un vistazo: camenibert, baguette, restaurantes, "s'il vous plalt". Y dentro de cuatro días, Alemania otra vez. No pongas esa cara, que me despistas! Alemania otra vez, ya lo verás. Cojo! Tengo razón o no la tengo? Lo ves…? Allí sales a la calle y venga niños desnudos, que se dedican a limpiarte las alpargatas. Pirámides, supersticiones, petróleo, Dios es el sol, jeroglíficos en la jungla. Y bichos. Alacranes, loritos, serpientes, los Andes y tal. El comunismo no tiene nada que hacer allí; el anarquismo, la guerrilla, sí… No, no, no me interrumpas! Me sé de memoria lo de los maquis. Estáis haciendo el ridículo y Franco los va matando uno tras otro. Mira que José Alvear metiéndose en la boca del lobo! Se lo tenía pronosticado y no me hizo caso. Y tú ahora andarás pensando: el Responsable está tan loco como antes… Te equivocas! Sé controlarme. Tengo mis planes. Aunque, de momento, me pongo a tus órdenes, para lo que gustes mandar…
Ante aquel torrente de palabras Cosme Vila no supo cómo reaccionar, porque advirtió que Leonor, que tenía mucho sentido común, escuchaba con suma atención al Responsable… Sin duda había algo en él recio, fortachón, aunque con sólo guerrillas no veía la menor posibilidad de éxito. Los cascarían uno a uno como en el tiro de pichón. Claro que la demografía contaba. "Y tienen tantos hijos que les permitirá dar carne a la fiera". Y algo había que hacer. Pero, en los años pasados en Moscú, apenas si había oído hablar de Iberoamérica. Por lo visto era un plan a más largo plazo y ello podía ser un peligro. Y cuáles serían los planes que podía tener el Responsable?
– Responsable…, cuáles son tus planes, vamos a ver? Has dicho que estás a mis órdenes. Pues yo te ordeno que no tengas ningún plan.
– Y yo me cago en la madre que te parió -y el Responsable se encasquetó la gorra hasta las cejas, le dijo au revoir a Leonor y salió zumbando, acompañado del Cojo, éste frotándose las nalgas y escupiendo de vez en cuando.