El intelectual Ruano, que tenía perfil de águila y al que por proceder de Córdoba las mezquitas le resultaban familiares, les dijo a la Pasionaria, a Regina Suárez y a Cosme Vila y su mujer que tal relato pertenecía a un pasado que se le antojaba remoto: otoño de 1941. A partir de diciembre la situación se había modificado, con la llegada de la nieve en cantidades abrumadoras. La batalla de Moscú tomó un carácter más dramático aún. Nadie sabía de dónde los generales rusos habían tomado la fuerza necesaria para resistir la embestida. La tercera parte de las unidades que la emprendieron eran tropas siberianas. Los rusos tenían ropas acolchadas, botas de fieltro, gorros de piel y blusas blancas echadas por encima de sus largos capotes. Todos los vehículos automóviles estaban provistos de estos objetos de primera necesidad en la Rusia invernaclass="underline" cadenas. Los lubricantes estaban calculados para las bajas temperaturas. Los mismos caballos tenían un capacidad de supervivencia y unas reservas de fuerzas fenomenales, aunque no encontraban como follaje más que los techos de bálago de las isbas. Se tomaban el desquite de esa guerra transformada por el hielo. Patrullas de caballería abrían camino, relevos de enlace montados llevaban órdenes, mientras los motoristas alemanes se veían apeados por la nieve y los aparatos de radio se atascaban con el frío.
"La moral de los soldados nazis estaba destrozada. No se rendían porque enfrente estaban "los rusos". El horror al cautiverio era la fuerza moral por el que el ejército alemán seguía moviéndose. Los más agotados o los más desesperados se pegaban un tiro en la sien, o se dejaban caer en la nieve para morir".
Llegó la orden de Hitler: "Resistir!". No avanzar más, pero resistir. Había que borrar el espectro de la retirada napoleónica, evitar la repetición de la campaña de 1812. Pero los generales del frente estaban consternados. Ante la superioridad numérica y material de los rusos, el peligro de disociación de los ejércitos alemanes era inminente. Alemania había metido ahí, en efecto, tres millones de soldados, y las llanuras nevadas parecían vacías! El ejército alemán tenía que luchar para no perecer. Hitler tomó personalmente la responsabilidad del mando de las operaciones, relevando al general Guderian.
– Ahora nuestros ejércitos -prosiguió Ruano- han pasado a la contraofensiva, aunque desde Moscú ello debe de parecer inimaginable. Pero ahí los corresponsales discrepan. Los hay que consideran correcta la decisión, el objetivo de destruir la totalidad del centro enemigo, y los hay que consideran que la ambición de Stalin es excesiva, como lo fue la de Hitler al intentar aniquilar el ejército soviético en una corta campaña de verano. Stalin intenta aniquilar a Hitler en una corta campaña de invierno, y ello parece utópico. Es posible que se trate de un error. En algunas zonas ha empezado el deshielo y ahí nuestros hombres ya no pueden combatir con la misma fuerza, pues los ríos se ensanchan hasta perderse de vista y la llanura entera se convierte en un mar de barro. Por lo demás, nuestros hombres están también algo agotados, como lo estarán, a buen seguro, si es que viven aún, los camaradas Soldevila y Puigvert.
Regina Suárez intervino. Hizo a su vez un resumen de lo que andaba contando, minuto a minuto, Radio Berlín. Según Hitler, en el frente ruso, en 1942, debía alcanzarse el objetivo que se perdió en 1941. Hitler había desdeñado ahora Moscú y volvía a la ofensiva por las alas. Se luchaba de forma terrible en Sebastopol. Lucha de artillería. Los alemanes, con el cañón más gigantesco que hubiera existido nunca, el Dora, la altura de cuyo fuste era la de una casa de dos pisos y que lanzaba obuses de siete toneladas. Setenta trenes habían sido necesarios para transportar esa pieza y cuatro mil hombres para servirla y protegerla. Hitler partía de la base de que el enemigo daba sus últimas boqueadas. Parecía ignorar que "un ruso muerto no está muerto del todo". Radio Berlín daba la impresión de ser fiel a la verdad al comunicar que la lucha en Ucrania había caído a la postre a su favor, a favor del general Von Paulus. "Timoshenko, nuestro general, el hombre de confianza de Stalin, ha visto también cómo se esfumaban sus sueños de victoria".
Intervino Cosme Vila, mientras el crío continuaba llorando y su mujer lavaba ropa. También él había estado a la escucha, sobre todo de la BBC, en las horas en que el micrófono le dejaba libres. A su juicio, Stalin, a la vista de los acontecimientos, que no se presentaban para el futuro demasiado favorables, quería arrancar de sus aliados la promesa formal de que en 1942 abrirían; un segundo frente. Churchill no se atrevía a formular tal promesa. Entretanto, en el norte de África, Hitler se disponía a reanudar el ataque en el desierto, conquistar la Cirenaica y con la ayuda de los italianos llegar hasta el canal de Suez. "Egipto será nuestro!". Rommel sería el ejecutor de la inmensa maniobra. Al término de días de combate, con nubes de polvo emergiendo del desierto y suerte varia en las escaramuzas, tomó Tobruk, que se había convertido en el símbolo de la resistencia aliada. Había sido una finta prodigiosa, cuya resonancia llegó a Egipto, donde Rommel era considerado un superhombre. Los aliados se retiraban hasta El-Alamein, que significaba "dos mundos", Churchill no disimulaba ante su pueblo las derrotas. Al contrario, las abultaba, en un alarde psicológico propio de quien conoce a su pueblo. El rasgo de humildad hacía que el pueblo inglés volviera a creer en él. El pueblo inglés olvidaba la pérdida de Grecia, la pérdida de Creta, el hundimiento del Prince of Wales, la retirada de Malaca y de Singapur.
Después de Singapur cayeron fácilmente las Indias holandesas, el archipiélago Bismarck y Filipinas. La isla de Corregidor, roca a kilómetro y medio de la bahía de Manila, estaba en manos de Mac Arthur, considerado un genio. Mac Arthur recibió la orden de Roosevelt de hacerse cargo del Pacífico Sur, en lucha contra los japoneses. Hombre de honor y valiente, al pronto no quiso ser el primero en abandonar el barco… Pero al final tuvo que obedecer y al marcharse a bordo de un esquife, con su enorme gorra sobrevoladora, pronunció la palabra: Volveré…
' La Pasionaria', impertérrita, orgullosa de su único hijo varón, Rubén, seguía al pie del micrófono. Conocía su misión y estaba dispuesta a cumplirla. Radio España Independiente, al enterarse con datos ciertos de que su audiencia era muy amplia, llegó a emitir un espacio dirigido a los católicos bajo el nombre de " La Virgen del Pilar", que produjo un gran impacto, hasta el punto de que Radio Vaticano anunció que no se hacía responsable de dicha emisora.
En Ufa habían coincidido gran número de prohombres del régimen estalinista. Su característica era la seriedad. Don José María Fontana, el padre de Manolo, los había definido bien: de apariencia patosa, estaban acostumbrados a ser esclavos. Cuando llegaban al poder, esto era determinante: trataban con dureza a su pueblo, sin sentir por ello el menor complejo de culpabilidad. Ignacio, tan aficionado a la literatura eslava, hubiera debido estar en Ufa. Cosme Vila pensaba a veces en él y, por supuesto, en Mateo. Cuál de los dos se habría alistado en la División Azul? Tal vez los dos. Tal vez Mateo, que debía de tener azul incluso la sangre, pese al desprecio que sentirían por él los aristócratas.