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Hola, Mikael.

Hoy Harriet Vanger ha venido a visitarme a la redacción. Me ha llamado cinco minutos antes de subir y me ha cogido completamente desprevenida. Una mujer guapa con ropa elegante y una mirada fría.

Ha venido a comunicarme que sustituía a Martin Vanger como la representante de Henrik en la junta directiva. Se ha mostrado educada y amable y me ha asegurado que el Grupo Vanger no tiene intención de dar marcha atrás al acuerdo, sino todo lo contrario: que la familia apoya completamente el compromiso que Henrik tiene para con la revista. Me ha pedido que le enseñe la redacción y se ha interesado por saber cómo estaba viviendo yo la situación.

Le he dicho la verdad: que me siento como si no estuviera pisando suelo firme, que me has prohibido ir a visitarte a Sandhamn y que ignoro en qué estás trabajando; que lo único que sé es que piensas asestarle un buen golpe a Wennerström. (Supongo que podía contárselo; al fin y al cabo, está en nuestra junta directiva.) Arqueó una ceja, sonrió y me preguntó si dudaba de que fueras capaz de hacerlo. ¿Qué contestas a una cosa así? Le dije que estaría infinitamente más tranquila si supiera lo que se está tramando. Bueno, claro que me fío de ti. Pero es que me sacas de quicio.

Le he preguntado si ella sabía lo que te traes entre manos. Me ha contestado que no, pero me ha dicho que le has dado la impresión de ser una persona de notables recursos, altamente perspicaz e imaginativa. (Ésas fueron literalmente sus palabras.)

También le he dicho que tenía entendido que algo muy dramático había ocurrido en Hedestad y que me estaba volviendo loca de curiosidad con toda la historia de Harriet Vanger. En resumen, que me sentía como una idiota. Ella me ha contestado con otra pregunta: si tú realmente no me habías comentado nada. Me ha soltado que sabe que tú y yo tenemos una relación especial y que, sin duda, me lo contarás en cuanto puedas. Luego me ha preguntado si podía confiar en mí. ¿Qué podía responderle? Ella está en la junta directiva de Millennium y tú me has abandonado sin dejarme nada con lo que negociar.

Luego dijo algo raro. Me pidió que yo no os juzgara ni a ti ni a ella con demasiada acritud. Dijo que tenía una deuda de gratitud contigo y que le gustaría mucho que nosotras también pudiéramos ser amigas. Después prometió contarme la historia en cuanto se presentara la oportunidad, si tú no eras capaz. Se ha despedido de mí hace apenas media hora y me ha dejado bastante aturdida. Me ha caído bien, pero no sé si puedo fiarme de ella. Erika.

P.S. Te echo de menos. Me da la sensación de que algo terrible ocurrió en Hedestad. Christer dice que tienes una marca rara -¿de estrangulamiento?- en el cuello.

De ‹mikael.blomkvist@millennium.se› a ‹erika.berger@millennium.se›:

Hola, Ricky. La historia de Harriet es tan desgraciada y tan triste que no te la puedes ni imaginar. Me parece estupendo que te la cuente ella misma. Apenas soy capaz de pensar en ello.

En espera de eso, te garantizo que puedes confiar en Harriet Vanger. Ella decía la verdad cuando hablaba de su deuda conmigo; y créeme: nunca hará nada para dañar a Millennium. Hazte su amiga si te cae bien. Y si no, no lo hagas. Sea como fuere, se merece un respeto. Se trata de una mujer que lleva una pesada carga a sus espaldas y siento una gran simpatía por ella. M.

Al día siguiente Mikael recibió otro correo.

De ‹harriet.vanger@vangerindustries.com› a ‹mikael.blomkvist@millennium.se›:

Hola, Mikael. Llevo varias semanas intentando encontrar un momento para ponerme en contacto contigo, pero las horas no me cunden. Desapareciste tan apresuradamente de Hedeby que no tuve ocasión de despedirme.

Todo este tiempo que llevo en Suecia, lleno de duro trabajo, he estado bastante aturdida. En las empresas Vanger reina el caos más absoluto y tanto Henrik como yo hemos trabajado con gran empeño intentando poner orden en los negocios. Ayer visité Millennium; entro como la representante de Henrik en la junta. Henrik me ha puesto al día de tu situación y la de la revista.

Espero que aceptes que entre de esa manera. Si no me quieres a mí (ni a nadie más de la familia) en la junta directiva, te entenderé, pero te aseguro qué haré todo lo posible para ayudar a Millennium. Tengo una gran deuda contigo y te garantizo que mis intenciones al respecto siempre serán las mejores.

He conocido a tu amiga Erika Berger. No sé muy bien qué impresión le habré causado y me ha sorprendido que no le hayas contado lo que ocurrió. Me gustaría mucho ser tu amiga, si es que aguantas a alguien de la familia Vanger de ahora en adelante. Saludos cordiales. Harriet.

P.S. Me he enterado por Erika de que piensas atacar a Wennerströrn de nuevo. Dirch Frode me ha contado cómo te engañó Henrik. No sé qué decir. Lo siento. Si hay algo que yo pueda hacer, dímelo, por favor.

De ‹mikael.blomkvist@millennium.se› a ‹harriet.vanger@vangerindustries.com›:

Hola, Harriet. Es cierto que desaparecí muy precipitadamente de Hedeby. Ahora estoy trabajando en aquello a lo que realmente debería haberme dedicado este año. Tendrás información con la suficiente antelación antes de que el texto vaya a imprenta, pero me atrevo a decir que el problema de este último año pronto se habrá acabado.

Espero que tú y Erika seáis amigas, y claro que no tengo inconveniente en que formes parte de la junta de Millennium. Le contaré a Erika lo que pasó. Pero ahora mismo no tengo ni fuerzas ni tiempo; antes de hacerlo quiero dejar reposar el tema un poco más.

Estaremos en contacto. Saludos. Mikael.

Lisbeth no le prestó mucha atención a lo que Mikael estaba escribiendo. Levantó la mirada del libro cuando él dijo algo que, al principio, ella no comprendió.

– Perdón. Estoy pensando en voz alta. He dicho que esto es muy fuerte.

– ¿Qué es lo que es fuerte?

– Wennerströrn mantuvo una relación con una camarera de veintidós años a la que dejó embarazada. ¿No has leído su correspondencia con el abogado?

– Por favor, Mikael. Tienes diez años de correspondencia, de correos electrónicos, de acuerdos, de documentos de viajes y de Dios sabe qué en ese disco duro. No estoy tan fascinada por Wennerström como para leerme sus gigabytes de chorradas. He leído una pequeña parte, más que nada para satisfacer mi curiosidad; lo suficiente para constatar que se trata de un gánster.

– Vale. Bueno, la dejó embarazada en 1997. Cuando ella le pidió una compensación, el abogado contrató a alguien para convencerla de que abortara. Supongo que la intención era ofrecerle una suma de dinero, pero la chica no estaba interesada. Entonces la persuasión se hizo de la siguiente manera: el matón le metió la cabeza en una bañera llena de agua hasta que ella accedió a dejar en paz a Wennerström. Y todo esto se lo escribe a Wennerström el idiota del abogado en un correo electrónico; encriptado, es cierto, pero de todos modos… Bueno, no es que el nivel de inteligencia de esta gentuza me sorprenda demasiado.

– ¿Qué pasó con la chica?

– Abortó. Para satisfacción de Wennerström.

Lisbeth Salander no dijo nada en diez minutos. De repente sus ojos se ennegrecieron.

– Otro hombre que odia a las mujeres -murmuró finalmente. Mikael no la oyó.

Ella cogió los cedes y dedicó los siguientes días a leer detenidamente el correo electrónico de Wennerström, así como otros documentos. Mientras Mikael seguía trabajando, Lisbeth estaba sentada en la cama con su Power-Book en las rodillas, reflexionando sobre el extraño imperio de Wennerström.