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Las últimas palabras iban dirigidas a Armanskij, quien se apresuró a abrir la cafetera termo que había pedido para la reunión. Le hizo un gesto a Salander invitándola a continuar.

– Así que en 1966 la familia se mudó a Estocolmo. Vivían en Lilla Essingen. Al principio, Blomkvist asistió a un colegio de Bromma y luego al instituto de bachillerato de Kungsholmen. Sus notas finales no estuvieron maclass="underline" 4,9 sobre 5. Hay copias en la carpeta. Durante la época del instituto se dedicó a la música y tocó el bajo en un grupo de rock llamado Bootstrap; sacaron un sencillo que sonó en la radio durante el verano de 1979. Después del instituto trabajó un tiempo en las taquillas del metro, ahorró algo de dinero y se fue al extranjero. Estuvo fuera un año; al parecer, viajó sobre todo por Asia -India y Tailandia- y se dio una vuelta por Australia. Empezó a estudiar periodismo en Estocolmo a la edad de veintiún años, pero interrumpió los estudios después del primer año para hacer la mili en la Escuela de Infantería de Kiruna, Laponia. Estuvo en una especie de compañía de élite, muy machos todos, de la que salió con 10-9-9, una buena calificación. Después del servicio militar terminó la carrera de periodismo y desde entonces ha estado trabajando. ¿Hasta qué punto quiere que entre en detalles?

– Cuente lo que le parezca importante.

– De acuerdo. Da la impresión de ser un poco «don Perfecto». Hasta hoy ha sido un periodista exitoso. Durante los años ochenta realizó numerosas sustituciones, primero en la prensa de provincias y luego en Estocolmo. Adjunto una lista. La consagración le llegó con la historia de la banda de los Golfos Apandadores, aquellos atracadores a los que desenmascaró.

– El superdetective Kalle Blomkvist.

– Un apodo que odia, lo cual es comprensible. Si alguien me llamara Pippi Calzaslargas en un titular, le partiría la cara.

Le lanzó una mirada asesina a Armanskij. Éste tragó saliva. En más de una ocasión había pensado que Lisbeth Salander se parecía a Pippi Calzaslargas y agradeció a su buen juicio no haber intentado jamás hacer una broma al respecto. Con el dedo índice le hizo un gesto para que continuara.

– Una fuente afirma que hasta ese momento quería ser reportero criminal y, de hecho, hizo sustituciones como tal en un vespertino, pero lo que le ha dado a conocer ha sido su trabajo como periodista político y económico. Fundamentalmente ha trabajado como freelance; tan sólo tuvo un empleo fijo en un vespertino a finales de los años ochenta. Se fue en 1990, cuando participó en la fundación de la revista mensual Millennium. Ésta empezó de manera manifiestamente independiente, sin el respaldo de una editorial sólida. La tirada ha ido aumentando y hoy en día ronda los veintiún mil ejemplares. La redacción se encuentra en Götgatan, a sólo unas manzanas de aquí.

– Una revista de izquierdas.

– Eso depende de lo que se entienda por izquierdas. Generalmente, Millennium es considerada una revista crítica con la sociedad, pero seguro que los anarquistas piensan que es una revista pequeñoburguesa de mierda, como Arena u Ordfront, mientras que la Asociación de Estudiantes Moderados probablemente crea que la redacción está compuesta por bolcheviques. No he encontrado nada que indique que Blomkvist haya participado activamente en política, ni siquiera durante la época más «progre», en sus años de instituto. Durante su época de estudiante en la Escuela Superior de Periodismo vivía con una chica que por entonces colaboraba con los sindicalistas, y que hoy en día es diputada del Partido de Izquierda. Parece ser que el sello izquierdista ha surgido más que nada porque se ha especializado en reveladores reportajes sobre la corrupción y los oscuros trapicheos del mundo empresarial. Ha realizado unos devastadores retratos de directores y políticos, bien merecidos sin duda, y ha provocado una serie de dimisiones. Además, muchos de sus textos tuvieron repercusiones legales. El escándalo más conocido es el caso Arboga, que forzó la dimisión de un político del bloque no socialista y envió a la cárcel a un antiguo contable municipal por malversación de fondos. Pese a todo, no creo que se pueda considerar la denuncia de actividades delictivas como una manifestación de izquierdismo.

– Entiendo lo que quiere decir. ¿Qué más?

– Ha escrito dos libros. Uno sobre el caso Arboga y otro sobre periodismo económico titulado La orden del Temple, que se publicó hace tres años. No he leído el libro, pero a juzgar por las reseñas parece que fue muy controvertido. Dio lugar a numerosos debates en los medios de comunicación.

– ¿Y su situación económica? -preguntó Frode.

– No es rico, pero tampoco pasa hambre. Las declaraciones de la renta se adjuntan en el informe. Tiene ahorradas unas doscientas cincuenta mil coronas en el banco, repartidas entre fondos de pensiones y fondos de inversión. Además, dispone de una cuenta de unas cien mil coronas que usa para gastos corrientes, como viajes y cosas así. Es propietario de un apartamento que ha terminado de pagar -sesenta y cinco metros cuadrados, en Bellmansgatan- y no tiene préstamos ni deudas pendientes.

Salander levantó un dedo.

– Hay otro bien más: un inmueble en la costa, en Sandhamn. Es una caseta de pescadores de treinta metros cuadrados que ha transformado en vivienda y que está junto al mar, en medio de la zona más atractiva del pueblo. Por lo visto, fue adquirida por un tío suyo en los años cuarenta, cuando ese tipo de operaciones seguían siendo posibles para los simples mortales; gracias a una herencia, la caseta acabó en manos de Blomkvist. Repartieron la herencia de tal modo que la hermana se quedó con el piso de los padres en Lilla Essingen, y Mikael Blomkvist con la caseta. No sé lo que valdrá hoy en día, sin duda varios millones, pero, en cualquier caso, no parece dispuesto a venderla porque suele ir a Sandhamn con bastante frecuencia.

– ¿Ingresos?

– Como ya he comentado, es copropietario de Millennium, pero no gana más de doce mil coronas al mes. El resto lo consigue con sus trabajos como freelance, de modo que su salario final es variable. Alcanzó su máximo hace tres años cuando fue contratado por numerosos medios y ganó cerca de cuatrocientas cincuenta mil. El año pasado sólo ingresó ciento veinte mil con sus actividades de freelance.

– Debe pagar una indemnización de ciento cincuenta mil coronas, además de los honorarios del abogado y otras cosas -puntualizó Frode-. Digamos que el coste final será bastante elevado; eso sin mencionar que carecerá de ingresos cuando tenga que cumplir la sentencia en prisión.

– Eso significa que se va a quedar bastante tieso -sentenció Salander.

– ¿Se trata de una persona honesta? -preguntó Dirch Frode.

– Ése es, por decirlo de alguna manera, su valor seguro. Va dando la imagen del típico guardián de la moral, insobornable, que se enfrenta al mundo empresarial. Y como tal le invitan con bastante frecuencia a comentar distintos asuntos en la televisión.

– No creo que quede gran cosa de ese valor seguro después de la sentencia de hoy -reflexionó Dirch Frode.

– Debo reconocer que no sé exactamente lo que se exige de un periodista, pero supongo que pasará algún tiempo antes de que el superdetective Blomkvist reciba el Gran Premio de Periodismo. Ha metido la pata hasta el fondo -dijo Salander sobriamente-. Si se me permite una reflexión personal…

Armanskij abrió los ojos de par en par. Durante los años que Lisbeth Salander llevaba con él, jamás había hecho ni una sola reflexión personal en una investigación de estas características. Para ella sólo contaban los hechos puramente objetivos.