12.19: «G. M. inf. por tel. sobre asunto».
El último apunte había sido registrado a las 13.42: «Llegada de G. M. a H-by; se encarga del caso».
En la hoja siguiente ya se revelaba que la misteriosa firma G. M. hacía referencia a un tal inspector Gustaf Morell, que llegó por mar a la isla, asumió el mando del caso y redactó una denuncia formal sobre la desaparición de Harriet Vanger. A diferencia de los apuntes iniciales, con sus arbitrarias abreviaturas, los informes de Morell estaban redactados a máquina y en una prosa legible. En las páginas que seguían se daba cumplida cuenta de las medidas tomadas, con una objetividad y una riqueza de detalles que sorprendieron a Mikael.
Morell había abordado la investigación de modo sistemático. Al principio entrevistó a Henrik Vanger estando presente Isabella Vanger, la madre de Harriet. Luego, por este orden, habló con una tal Ulrika Vanger, Harald Vanger, Greger Vanger y Martin Vanger (el hermano de Harriet), así como con una tal Anita Vanger. Mikael sacó la conclusión de que estas personas habían sido entrevistadas por un decreciente orden jerárquico.
Ulrika Vanger era la madre de Henrik Vanger y, al parecer, gozaba de una serie de privilegios más bien propios de una reina madre. Vivía en la Casa Vanger y no tenía ninguna información que aportar. Se había acostado pronto la noche anterior y llevaba días sin ver a Harriet. Por lo visto, había insistido en ver al inspector Morell únicamente para expresar su opinión: que la policía tenía que actuar inmediatamente.
Harald Vanger, clasificado con el número dos en el orden jerárquico de los miembros de la influyente familia, era el hermano de Henrik. Explicó que había visto a Harriet apenas unos segundos al cruzarse con ella cuando la niña volvía de las fiestas de Hedestad, pero que «no la veía desde el accidente en el puente y no tenía noticia de su actual paradero».
Greger Vanger, hermano de Henrik y Harald, informó de que había visto a la desaparecida cuando ésta, de vuelta de Hedestad, iba al despacho de Henrik Vanger para hablar con él. Greger Vanger dijo que no habló personalmente con la joven, sino que sólo la saludó. No sabía dónde podía estar, pero pensaba, sin duda, que habría ido a ver a alguna amiga sin avisar, y seguro que volvería pronto. Al preguntarle sobre cómo podría haber abandonado la isla, no supo qué contestar.
Martin Vanger fue entrevistado muy brevemente. Estudiaba el último año de bachillerato en Uppsala, de modo que estaba alojado en casa de Harald Vanger. No había sitio en el coche de Harald, así que se fue en tren a Hedeby y llegó tan tarde que se quedó atrapado al otro lado del puente. Consiguió pasar por mar, pero mucho más tarde, por la noche. Fue interrogado con la esperanza de que, tal vez, su hermana hubiese confiado en él y le diera a entender que tenía intención de huir. Aquella idea originó una serie de protestas por parte de la madre de Harriet, pero el inspector Morell consideró que, en ese momento, la posibilidad de que se hubiera escapado debía entenderse como algo esperanzador. Sin embargo, Martin no había hablado con su hermana desde las vacaciones de verano; por consiguiente, no pudo aportar nada valioso.
Anita Vanger era hija de Harald Vanger, pero aparecía erróneamente identificada como «prima» de Harriet; en realidad, Harriet era la hija de su primo. Anita estudiaba su primer curso en la universidad de Estocolmo y había pasado el verano en Hedeby. Tenía casi la misma edad que Harriet y se habían hecho íntimas amigas. Declaró que había llegado a la isla el sábado, con su padre, y que tenía muchas ganas de ver a Harriet, pero que no le había dado tiempo. Anita Vanger comentó que se sentía preocupada porque no era propio de Harriet irse a ningún sitio sin avisar a la familia. Tanto Henrik como Isabella Vanger confirmaron esta conclusión.
Mientras el inspector Morell entrevistaba a los miembros de la familia, ordenó a los agentes Magnusson y Bergman -la patrulla 014- que organizaran una primera batida aprovechando que había luz. Como el puente seguía cortado, resultaba difícil pedir refuerzos desde el otro lado; la primera partida estuvo compuesta por una treintena de voluntarios de diferente sexo y edad. Esa tarde pasaron por la zona de las casas deshabitadas del viejo puerto pesquero, las orillas de la punta de la isla y del estrecho, la parte del bosque situada más cerca del pueblo e, incluso, por Söderberget, la montaña que se levantaba por encima del puerto pesquero. Este último lugar fue peinado desde el mismo momento en que alguien lanzó la teoría de que Harriet podía haber subido hasta allí para contemplar mejor el accidente del puente. También enviaron patrullas a la granja de Ostergården, así como a la cabaña de Gottfried, en la otra punta de la isla, adonde Harriet solía acudir algunas veces.
Sin embargo, la búsqueda de Harriet Vanger resultó infructuosa, aunque no se interrumpió hasta mucho después de que anocheciera, a eso de las diez. Por la noche la temperatura descendió a cero grados.
Durante la tarde, el inspector Morell estableció su cuartel general en una sala que Henrik Vanger puso a su disposición en la planta baja de la Casa Vanger. Enseguida tomó una serie de medidas.
En compañía de Isabella Vanger, inspeccionó el cuarto de Harriet intentando averiguar si faltaba alguna cosa: ropa, una bolsa o algo parecido, que pudiera indicar que Harriet se había marchado de casa. Isabella Vanger no dio demasiadas muestras de querer colaborar y tampoco parecía tener mucha idea de lo que su hija guardaba en el armario. «A menudo se vestía con vaqueros, pero a mí todos me parecen iguales.» El bolso de Harriet se encontraba encima de la mesa, con su carné de identidad, una cartera con nueve coronas y cincuenta céntimos, un peine, un pequeño espejo y un pañuelo en su interior. Tras la inspección, la habitación de Harriet quedó precintada.
Morell llamó a varias personas, tanto a miembros de la familia como a empleados, para tomarles declaración. Todas las entrevistas se registraron meticulosamente.
A medida que los participantes de la primera batida fueron volviendo con sus decepcionantes resultados, el inspector decidió que había que llevar a cabo una búsqueda más sistemática. Durante la tarde y la noche solicitó refuerzos; entre otras personas, Morell se puso en contacto con el presidente del Club de Orientación de Hedestad y le pidió que llamara a los miembros del club -que sabían perfectamente cómo orientarse en el bosque- para organizar otra partida de búsqueda. A medianoche, recibió la respuesta de que cincuenta y tres deportistas, sobre todo de la sección juvenil, se presentarían en la Casa Vanger a las siete de la mañana. Henrik Vanger contribuyó, sin pensárselo dos veces, convocando a una parte del turno de mañana -cincuenta hombres- de la fábrica de papel que el Grupo Vanger tenía en Hedestad. Henrik Vanger también se encargó de la comida y la bebida.
Mikael Blomkvist pudo imaginarse perfectamente las escenas que debían de haberse desarrollado en la Casa Vanger durante aquellos días tan dramáticos. Quedaba claro que el accidente del puente contribuyó al desconcierto de las primeras horas; en parte, porque dificultó la posibilidad de recibir refuerzos efectivos; en parte, porque todos pensaron que dos sucesos tan dramáticos, en el mismo lugar y la misma hora, tenían que estar relacionados de alguna manera. Cuando se apartó el camión, el inspector Morell bajó hasta el puente para asegurarse de que Harriet Vanger -Dios sabe cómo- no había ido a parar debajo del vehículo. Esa era la única acción ilógica que Mikael descubrió en la actuación del inspector, ya que la desaparecida fue vista en la isla -eso había quedado demostrado- después de que el accidente tuviera lugar. Aun así, al jefe de la investigación, sin poder dar una explicación razonable del porqué, le costaba deshacerse de la idea de que, en cierto modo, un suceso provocó el otro.