– Creo que sí. Todo será diferente mañana.
– Pero aún no es mañana -susurró Bella.
– Eso es verdad -sonrió Josh, besando la curva de sus hombros-. ¿Crees que deberíamos seguir aprovechándonos de esta sensación irreal?
– Yo creo que sí -murmuró Bella, apretándose contra él.
Capitulo 10
TIENES hambre?
– Estoy desfallecida -contestó ella.
– ¿Quieres que baje a ver si encuentro algo de comer? -preguntó Josh.
Bella miró el despertador.
– Las once. Se nos ha pasado la hora de cenar y aquí no hay servicio de habitaciones.
– La cocina sigue abierta -dijo él, buscando sus pantalones-. Después de haber sobrevivido a un naufragio, no puedo permitir que te mueras de hambre.
Tardó lo que a Bella le pareció una eternidad, pero sabía que no volvería con las manos vacías. Josh era un hombre de recursos. Cuando por fin apareció, llevaba una bandeja de pescado y dos cervezas.
– ¿Cómo has organizado este banquete? -exclamó, impresionada.
– Elvis es sobrino de una de las cocineras -contestó Josh, preguntándose si sabría lo guapa que estaba con el pelo revuelto y la carita roja.
– Qué suerte.
– Por lo visto le han contado que hablé en su favor con el director del hotel y la mujer me ha tratado como si fuera un héroe -siguió él-. Cuando pregunté si quedaba algo de cena, me hizo tomar una copa de vino mientras preparaba el pescado.
Bella sonrió.
– Huele de maravilla -dijo, acomodándose sobre los almohadones-. Y eres un héroe. Cualquiera que pueda conseguir una bandeja de pescado a estas horas tiene que ser un héroe.
Cenaron sentados en la cama, charlando tranquilamente. Era todo muy natural, demasiado quizá, teniendo en cuenta lo que había pasado.
Pero no. Resultaba muy natural estar tumbada en la cama con Josh, charlando y riendo como habían hecho tantas veces.
Después caminaron… en el caso de Bella cojearon, hasta la playa y se sentaron bajo una palmera para ver aquel paisaje por última vez antes de volver a Londres al día siguiente. Las nubes habían desaparecido y la luna daba un brillo de plata a la superficie del mar. Sobre sus cabezas, la brisa movía las hojas de las palmeras.
– Está todo tan tranquilo… -suspiró Bella apoyándose en el hombro de Josh.
– Lo de anoche es difícil de creer, ¿verdad?
Pronto volverían a Londres y no podía soportar que aquélla fuera la última vez que podía abrazarla.
– Me siento como si pudiera quedarme aquí para siempre, mirando el mar -dijo entonces Bella.
– Olvídate del paisaje -murmuró Josh, tumbándola suavemente sobre la arena. Un beso siguió a otro y, poco después, la arena era un estorbo.
– No vas a poder quitártela del pelo.
– Quizá debería cortármelo antes de ir a esa expedición contigo.
– No te lo cortes nunca. Tienes un pelo precioso.
– Pensé que te parecería bien. Sería mucho más práctico.
– Es posible, pero no serías tú con el pelo corto. Yo… me gustas así -dijo Josh.
Cuando volvieron a la habitación, la hizo sentar en el baño mientras le pasaba el cepillo por el pelo para quitarle la arena. Después volvieron a la cama e hicieron el amor con urgencia, como si los dos sintieran que era la última vez.
El aeropuerto estaba abarrotado. Era una terminal muy pequeña y, a juzgar por la cacofonía de idiomas, había vuelos con destino a diferentes países.
Josh se encargó del equipaje mientras Bella esperaba sentada porque le dolía un poco el pie. Al despertar, apenas habían intercambiado palabra. Quizá porque no había nada que decir.
– ¿Qué tal el pie?
Bella levantó la mirada. Era Aisling.
– Bien, gracias. En realidad, no es nada -ella era la última persona con la que deseaba hablar en aquel momento, pero tenía que ser amable-. ¿Y tú qué tal?
– Creo que he cometido un gran error -suspiró Aisling-. Bryn y yo tuvimos una bronca monumental anoche. Me he dado cuenta de que no es la mitad de hombre que Josh. He sido una idiota -siguió, con una franqueza que dejó a Bella sorprendida-. Pensé que amaba a Bryn, pero me he equivocado. Ni siquiera estoy convencida de que me quiera. Me dijo que sí, que iba a divorciarse de su mujer, pero no sé si lo hará. Debería haberme quedado con Josh.
– Josh se merece ser algo más que una opción entre dos hombres -replicó Bella-. No pensarás que va a estar esperando a ver si te decides, ¿no?
– Lo sé. Y sé que es demasiado tarde. Pero me he dado cuenta de que he cometido un error. Tienes mucha suerte.
Bella se mordió los labios. Aisling quería volver con Josh y ella tendría que apartarse. La burbuja que habían creado la noche anterior estaba a punto de desaparecer. Hubiera querido decirle que lo dejase en paz, que ya le había hecho suficiente daño…
Quería estar con Josh, pero él no había dejado claro cuáles eran sus sentimientos. Y siempre se preguntaría si estaba con ella porque Aisling lo había rechazado.
– Sólo somos amigos, ya lo sabes. Él mismo te dijo que lo del compromiso era una farsa.
– Sí, bueno… pero no sé si habéis… -Aisling no terminó la frase.
– Somos amigos y seguiremos siéndolo -insistió Bella.
– En ese caso, es posible que hable con él.
– Haz lo que quieras. No tiene nada que ver conmigo.
El viaje de vuelta fue mucho más difícil que el de ida. Bella estaba muy cansada y. más triste. Ninguno de los dos había querido desperdiciar la noche durmiendo y a ella se le cerraban los ojos, pero tenía tantas cosas que decirle…
Lo miró para ver si veía en su rostro alguna señal, para ver si Aisling había hablado con él, pero no vio nada. Ojala pudieran estar otra vez en aquella habitación iluminada por la luna, donde el tiempo parecía suspendido.
Al recordar cómo se besaron, cómo se acariciaron por la noche… ¿por qué Josh no veía que estaban hechos el uno para el otro? Pero entonces recordó que la amistad era lo más importante para él. Ser amiga de Josh significaba desear que fuera feliz y si era feliz con Aisling…
Cuando llegaron a Heathrow estaba tan cansada y tan angustiada que tuvo que hacer un esfuerzo para no llorar.
– Vamos a tomar un taxi -murmuró Josh.
– Puedo dejarte de camino…
En ese momento vieron a Aisling sola en la puerta de la terminal, esperando un taxi.
– ¿Dónde está Bryn?
– Se ha ido. Ha vuelto con su mujer -dijo ella, conteniendo las lágrimas-. ¿Qué voy a hacer? Iba a dormir en su apartamento.
Bella suspiró. Lo que se temía.
– Será mejor que vengas con nosotros. Puedes quedarte en casa de Josh. No te importa, ¿verdad?
¿Qué podía decir él? Bella parecía empujarlo hacia Aisling. Seguramente temía que olvidase el acuerdo de volver a ser amigos cuando estuvieran en Londres y se lo estaba recordando. Como si todo pudiera ser como antes…
No lo decía con palabras, pero lo notó en su rostro, en sus gestos, en su silencio. Se sentía dolido, pero la dejaría en paz si eso era lo que quería.
– Claro que puedes quedarte en mi casa. Ni siquiera he guardado tus cosas.
– Lo siento, Josh -se disculpó Aisling cuando el taxi salía del aeropuerto-. Creo que no vamos a conseguir el contrato con C.B.C. Bryn está convencido de que la tormenta fue culpa tuya y no me va a perdonar por lo que le dije anoche. Tiene mucho peso en C.B.C. y no creo que se ponga de nuestro lado.
– No te preocupes por eso. Tendremos que esperar a ver qué dice el consejo de administración.
– Si quieres que deje la empresa…
– Claro que no -la interrumpió él-. Hemos hecho muchos contactos y creo que ha merecido la pena, aunque no consigamos el contrato con C.B.C.
Por supuesto, no quería que Aisling se fuera, pensó Bella. Aisling podía hacer lo que le diera la gana: dejarlo, humillarlo y poner en peligro un contrato importante, pero Josh seguía deseando que se quedara a su lado. Media hora después, el taxi se detenía frente a la casa de Josh.