– No creo que tengamos mucho en común.
Él pareció sorprendido.
– ¿No? Pues yo creo que os parecéis mucho. Aisling se dedica al marketing y tú a las Relaciones Públicas. No son trabajos tan diferentes, ¿no? Y también a ella le gustan las relaciones sociales.
– Creí que se pasaba el día escalando montañas y bajando ríos en canoa -replicó Bella, irónica.
– Le gusta el aire libre, pero también es una chica de ciudad, como tú.
Ya, seguro. Así que Aisling era perfecta. Podía abrirse paso a través de una jungla y, además, llevar los labios perfilados. Bella tomó otro sorbo de champán.
– Aunque no es una princesa como tú -siguió Josh, con menos tacto del habitual en él-. No necesita un secador cuando va de camping.
Ella hizo una mueca. Un par de años antes habían ido de camping a Yorkshire y se quedó helado al descubrir que llevaba un secador a pilas. Nunca lo olvidó. Bella estaba segura de que se lo había contado a Aisling y que ésta se habría reído a carcajadas.
– No creo que mi casa sea muy conveniente para Aisling. Está lejos de tu oficina.
– Aisling ha estado de excursión en el Sahara. No creo que tomar el metro sea un problema para ella.
– Sí, bueno, hablaré con Phoebe -murmure Bella, sin ningún entusiasmo-. Es su casa, así que es ella quien debe decidir.
– Estupendo -sonrió Josh-. Seguro que a Phoebe no le importará.
– ¿Dónde está Aisling, por cierto? Tenía que encontrar a Phoebe antes de que Josh lo hiciera porque no estaba dispuesta s compartir casa con su novia. Él miró alrededor.
– Ahí, hablando con la hermana de Finn. Como si los hubiera oído, Aisling se volvió y le hizo señas a Josh para que se acercara. A pesar de que quería librarse de él, Bella se quedó atónita al ver que obedecía. Podría tener un poquito más de orgullo, ¿no?
De todas formas, era su oportunidad para hablar con Phoebe.
– Así que dile que no, ¿eh? -le suplicó, después de contarle la historia.
– Pero es que… Aisling parece una chica encantadora y no sé qué excusa voy a poner.
– No me cae bien -dijo Bella.
– ¿Por qué?
– No lo sé. Demasiado encantadora, diría yo. Y no creo que sea mujer para Josh.
Phoebe la miró, sorprendida.
– ¿Seguro que no estás celosa?
– ¿Celosa? ¿Celosa yo? ¡No seas ridícula! Yo nunca he estado celosa de Josh. Siempre me he llevado muy bien con sus novias.
– Porque ninguna de ellas se parecía a ti.
– ¡Aisling no se parece a mí!
– Sí se parece. Y seguro que es por eso por lo que no te cae bien.
Bella se volvió para buscar a Aisling con la mirada. La muy pesada no podía quitarle a Josh las manos de encima. Y, conociéndolo, seguro que no le hacía ninguna gracia.
Por otro lado, tampoco estaba apartándose.
– Yo no me parezco a Aisling. ¡Para empezar, ella es pelirroja!
– Bueno, cámbiale el color del pelo y el de los ojos ¿y qué tienes? Es muy guapa, tiene unas piernas larguísimas y es la única novia sofisticada que Josh ha tenido en su vida -sonrió Phoebe-. Admítelo, Bella, es un clon tuyo.
Bella no estaba dispuesta a admitir nada.
– Además de ser completamente diferentes y tener personalidades opuestas, yo diría que lo único que tengo en común con Aisling es que las dos somos mujeres.
Phoebe se encogió de hombros.
– Lo que tú digas.
– Además, Josh y yo sólo somos amigos. ¿Por qué iba a estar celosa?
– ¿Nunca lo has encontrado atractivo?
– No es mi tipo.
– ¿Y crees que tú eres su tipo?
Bella se encontró a sí misma preguntándose aquello por primera vez.
– Nunca me lo ha dicho. Además, él siempre ha salido con chicas que no se pintan y que se pasan el día al aire libre.
– Eso no importa.
– Claro que importa. Josh y yo somos muy buenos amigos y nunca hemos querido estropearlo acostándonos juntos. Además, antes no me parecía atractivo. Era demasiado delgado y tan estudioso…
Phoebe miró hacia el otro lado del jardín.
– Ha cambiado.
– Sí -murmuró Bella.
Josh, tan seguro, tan sólido, le parecía casi un extraño. En ese momento estaba hablando con alguien y cuando lo vio soltar una carcajada se le encogió el estómago. Tenía la sensación de estar cayendo al vacío y era tan intensa que tuvo que cerrar los ojos.
– Sí, ha cambiado mucho.
Asustada, Bella tomó un sorbo de champán. Entonces se dio cuenta de que Phoebe la estaba observando.
– ¿Qué?
– No he dicho nada.
Eso era lo peor de tener amigos que te conocen demasiado bien. No tienen que decirte nada porque saben lo que estás pensando.
– No estoy celosa, ¿de acuerdo?
– De acuerdo. Entonces, ¿cuál es el problema?
– ¿Quién ha dicho que hay un problema?
Phoebe dejó escapar un suspiro.
– Por favor, Bella, es evidente. ¿Es por Will?
– No… sí, bueno…
– ¿Qué ha pasado?
– Nada -suspiró ella-. Ese es el problema, que no pasa nada. Es que últimamente me siento… inquieta. No hemos discutido ni nada, pero… fue Will quien sugirió que nos diésemos un tiempo y creo que es lo que nos hace falta. Pero es estupendo, de verdad.
– Parece buena persona -dijo Phoebe.
– Y es guapísimo, inteligente, solvente, no está mal de la cabeza… ¿qué más se puede pedir? Si le hubiera dicho que viniera a la boda, habría venido -suspiró Bella- La verdad, estoy loca por dejarlo irse a Hong Kong. ¿Qué me pasa?
– No te pasa nada. Will no es el hombre de tu vida, nada más -sonrió Phoebe.
– Pero si alguien como Will no es el hombre de mi vida, ¿quién lo es?
– No lo sé -contestó su amiga-. Pero lo sabrás cuando lo encuentres.
Capítulo 2
BELLA deseaba tener tanta confianza como Phoebe. Y empezaba a preguntarse si estaba mal de la cabeza. No era particularmente engreída aunque se sabía guapa y nunca había tenido problemas para encontrar novio. Pero nunca llegaba a ninguna parte. Se enamoraba tan fácilmente como dejaba de estarlo.
Quizá nunca encontraría al hombre de su vida, pensó tomando un canapé. Y quizá entonces ya no tendría a Josh para apoyarla. Aunque habían acordado que si llegaban a los cuarenta sin haber encontrado pareja, se casarían.
La verdad, nunca se le ocurrió pensar que Josh se casaría antes que ella. Era tan discreto, tan tímido, que le resultaba difícil imaginarlo viviendo con alguien. Nunca había vivido con ninguna de sus novias.
Pero allí estaba Aisling, agarrada de su brazo. Y aunque quería pensar que Josh parecía irritado, no era verdad.
Josh, que estaba hablando con Gib, llevaba una camisa blanca que destacaba su bronceado; un bronceado natural de pasar tanto tiempo al aire libre.
Estaba muy guapo. Incluso con chaqué, como todos los demás, tenía el aire de un hombre que debería estar abriéndose paso en la jungla o caminando por una carretera polvorienta en medio del desierto, no bebiendo champán y tomando canapés en la campiña inglesa.
La verdad, era asombroso que hubiera tardado tantos años en darse cuenta de que Josh tenía un cuerpazo. Si no lo conociese de nada, se habría fijado en él inmediatamente.
No era guapo como Will, por supuesto, pero tenía unos ojos muy bonitos que parecían siempre un poco burlones. Su boca también era bonita. No llamaba la atención de inmediato, pero si la mirabas atentamente tenía algo que te hacía estremecer. En aquel momento Bella sintió un escalofrío y tuvo que apartar la mirada.
No era normal pensar en Josh de esa manera. Era su amigo, la única persona con la que podía hablar de cualquier cosa. Excepto de aquello.
Bella se imaginó a sí misma acercándose para decirle: «Oye, Josh, estaba pensando que tienes un cuerpazo. ¿Te importa si te doy un beso?». No, no podía hacerle eso. Y, desde luego, no podía hacérselo a sí misma. Una cosa era ser sincera y otra humillarse ante él.