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Pensar en la reacción del flemático Josh ante una escena tan melodramática fue suficiente para que las lágrimas se convirtieran en un ataque de risa. Pobre Josh, nunca podría hacerle eso.

– ¡Pero bueno…!

– No me pasa nada, de verdad -murmuró Bella, sacando un pañuelo del bolso.

– ¿Quieres que mate a Will?

– Gracias, pero eso no serviría de nada. No es culpa suya. El no puede evitarlo.

– Podría darte una oportunidad.

– Tuve mi oportunidad y la dejé escapar -suspiró ella-. Bueno, perdona… Ya se me ha pasado. Además, deberíamos estar celebrando tu compromiso. Venga, vamos a tomar más champán.

Josh llenó las copas obedientemente, pero estaba preocupado. Al menos ahora sabía la razón para aquella sonrisa tan forzada.

Y no bromeaba del todo cuando se ofreció para matar a Will. Él no era un asesino, pero cuando vio el dolor en sus ojos azules sintió tal rabia que casi deseó que Will entrase en el bar para liarse a puñetazos.

¿Qué le pasaba a aquel hombre? Debía estar ciego. Bella era guapísima, encantadora, tenía buen corazón… ¿Cómo podía un hombre darle la espalda, con esas piernas, ese cuerpo, esos preciosos ojos azules, ese sentido del humor, esa risa contagiosa?

A veces podía ser irritantemente frívola, pero había una cabeza bien amueblada bajo aquella pinta de rubia tonta, como Josh sabía muy bien. Aunque a él no le hacía ni caso. En aquel momento sonreía, intentando poner al mal tiempo buena cara. Josh hubiera querido abrazarla, pero sabía que no debía hacerlo porque no eran sus brazos los que añoraba.

– Tenemos que hacer una fiesta para celebrar tu compromiso.

– Ya sabes que las fiestas no me gustan demasiado.

– Muy bien. ¿Qué tal una cena, como hicimos cuando Phoebe y Kate se prometieron? ¿Tú crees que a Aisling le gustaría?

¡Aisling! Josh se quedó sorprendido al descubrir que se había olvidado de ella.

– Sí, sí… seguro que le gustaría.

– ¿El fin de semana que viene? Te enviaré un e-mail con el día y la hora -sonrió Bella, levantando su copa-. Por ti, Josh.

Había sido culpa suya no reconocer antes lo importante que era Josh para ella. Bella no quería pensar en todos los años que había perdido saliendo con unos y otros, dando por sentado que Josh estaría allí cuando quisiera llorar en su hombro o cuando estuviese aburrida. Ahora estaba allí para otra persona y tendría que aguantarse. Aisling había visto en Josh lo que ella, demasiado ocupada con otras cosas, no había sabido ver: que era un hombre, no el crío con el que estudió en la universidad, que era tranquilo y competente. Que sus ojos brillaban con humor. Que tenía unas manos grandes, muy masculinas, y un cuerpo duro…

Bella se ponía nerviosa sólo de pensarlo.

Habían sido amigos durante mucho tiempo y seguirían siéndolo, se prometió Bella a sí misma. Ocultaría sus sentimientos, se alegraría por él y le organizaría una cena estupenda para celebrar el compromiso. De modo que planeó algo fantástico, algo que nadie olvidase nunca… y luego tuvo que llamar a Kate para suplicarle que fuese a ayudarla.

– ¿Tiene que ser tan elaborado? -preguntó su amiga, estudiando el libro de recetas.

– Quiero que sea memorable.

– ¡Desde luego que sí! Un croquent-bouche. ¿Qué es eso?

– Profiteroles rellenos de crema. Lo que pasa es que yo quería rellenarlos de chocolate y… no me ha salido muy bien.

Bella contempló con tristeza los profiteroles que se había pasado horas haciendo en el horno. Los bollitos de la fotografía se habían convertido en una especie de tortitas gruesas, yaciendo sobre una bandeja.

– Ya -murmuró Kate-. ¿Qué más? Canapés, soufflés individuales, ternera Wellington… ¿No podías haber elegido al menos un plato que no fuese complicado?

Bella dejó escapar un suspiro.

– Es que me pareció buena idea.

– Josh estaría encantado con una tortilla francesa.

– Ya lo sé. Pero quiero que sepa que he hecho un esfuerzo por Aisling.

Kate se puso un mandil.

– Porque no soportas que se case con ella.

– Sí… ¡no! -exclamó Bella-. Bueno, supongo que es evidente.

– Lo es para nosotros, cariño. Te conocemos desde hace mucho tiempo.

– Josh también me conoce hace mucho tiempo.

– Sí, pero es diferente. Ya sé que a veces es muy perceptivo, pero es un hombre. Seguramente ni siquiera sabe que no te cae bien Aisling.

– No, no lo sabe -suspiró Bella-. Y no quiero que lo sepa. Le dolería mucho.

– ¿No crees que Aisling sea la mujer ideal para él?

– ¿Y tú?

Kate lo pensó un momento.

– La verdad, no me puedo creer que vaya a casarse con ella. Supongo que Phoebe y yo siempre hemos creído que acabaríais juntos.

Bella estaba de espaldas y cuando se volvió había conseguido controlar su expresión de angustia.

– Ya es demasiado tarde para eso.

Kate tomó la tabla y empezó a cortar los champiñones, pensativa.

– A lo mejor, al final no se casa con ella.

– No lo creo. Ya conoces a Josh. Es un hombre de palabra y si ha decidido que se casa con Aisling, se casará con ella.

– Puede que Aisling cambie de opinión.

Pero cuando Josh y Aisling llegaron, no había ninguna señal de que ella hubiese cambiado de opinión. Todo lo contrario, no dejaba de mover la mano para que admirasen el anillo de compromiso.

– Es precioso -dijo Bella.

– Josh me llevó a la joyería este fin de semana. Tardé horas en decidir cuál me gustaba, ¿verdad, Josh?

– Horas -asintió él.

Aisling lo abrazó.

– Pobrecito. Al final estaba aburridísimo. Ya sabes cómo es, Bella.

Ella le dio una copa de champán, sin mirar a Josh.

– Sí, sé cómo es.

Capítulo 4

ME TEMO que es carísimo -estaba diciendo Aisling-. Pero él me dijo que podía elegir el que quisiera.

– Porque te lo mereces -murmuró Bella, intentando sonreír mientras le servía una copa de champán a Josh-. Ya sé que prefieres una cerveza, pero en estas ocasiones es obligatorio tomar champán.

– Gracias -dijo él, alargando la mano para tomar la copa.

Cuando sus dedos se rozaron, Bella se puso tan nerviosa que tiró la mitad del champán al suelo.

– ¿Estás bien?

– Sí, sí, es que estoy un poco nerviosa por la cena -se disculpó ella-. Creo que he sido demasiado ambiciosa.

– Siempre haces lo mismo. Planeas una cena de escándalo y luego no te sale. ¿Por qué no le ofreces canapés a tus invitados? Yo me conformaría con eso.

– Puede que tenga que hacerlo -suspiró Bella, sonriendo cuando sus ojos se encontraron por primera vez.

Y, como siempre, fue como si estuvieran solos en la habitación. Pero Josh fue el primero en apartar la mirada.

– Muchas gracias por hacer un esfuerzo.

– Sí, todo está precioso -dijo Aisling, que había observado el intercambio de miradas con expresión ceñuda.

Bella había encontrado un antiguo mantel de damasco para la mesa de pino donde Kate, Phoebe y ella habían pasado tantas horas arreglando el mundo. Y con las velas y las flores estaba preciosa.

Había conseguido un efecto muy romántico… Claro que el efecto quedaba destruido por los platos sucios que inundaban el fregadero.

– Me gusta esta cocina tan grande -dijo Aisling-. Por eso quería vivir aquí.

– Lo siento -dijo Bella, colocando las servilletas.

El intercambio de miradas con Josh la había puesto nerviosa, rara, como si estuviera caminando en la oscuridad.

– No pasa nada.

– Debió parecerte muy antipático que no quisiera compartir la casa con nadie.