La muerte de Nebula dejó a las revistas de Nova como única fuente de ciencia ficción en Gran Bretaña. Durante el período 1957-1958, había existido una revista de terror, Phantom, a base de reediciones. Su editor artístico, Cliff Lawton, lanzaría posteriormente una nueva publicación, A Book of Weird Tales (1960), con reimpresiones seleccionadas por Ackerman, pero que sólo duró un número. Había también la colección de libros de bolsillo «Supernatural Stories», publicada por John Spencer and Co., de Shepherds Bush. Cada seis semanas, aproximadamente, publicaba una novela, acompañada por un tomo de cuentos. La mayor parte de éstos procedían en exclusiva de R. Lionel Fanthorpe, autor asimismo de numerosas novelas de ciencia ficción, adquiridas por dicha editorial. Su fenomenal producción nacía de sus ratos libres (la mayor parte del día la dedicaba a su trabajo como maestro de escuela). Lógicamente, de ahí derivó una pérdida de calidad. No obstante, sus relatos sirvieron de escalón intermedio a los nuevos iniciados en la ciencia ficción que no habían descubierto las revistas de Carnell.
New Worlds ha sido considerada siempre como la columna Vertebral de la ciencia ficción británica, más por su longevidad y regularidad que por su calidad…, aunque ésta fuera excelente. Significaba la principal salida para aquellos que trataban de ganarse la vida escribiendo. New Worlds excluía todo relato o novela por entregas que no perteneciese a la denominada ciencia ficción estricta, en tanto que Science Fantasy admitía narraciones más en el límite de la ciencia ficción, incluso de pura fantasía.
Science Fantasy fue varias veces nominada para el Hugo, confirmando así su popularidad. Su plato fuerte consistía en un extenso relato, siempre fascinante y absorbente, en muchos casos obra de John Brunner; por ejemplo, A Time To Rend (Un tiempo que desgarrar) (diciembre de 1956), desarrollado en un misterioso mundo paralelo, Lungfish (El dipnoo) (diciembre de 1957), que juzgaba los efectos psicológicos sufridos por los niños que nacen en una nave espacial viajando durante varias generaciones, Earth Is But A Star (La Tierra no es más que una estrella) (junio de 1958), donde se describía una Tierra decadente que se expone a su destrucción por una estrella fugaz, y City of the Tiger (La ciudad del tigre) (diciembre de 1958), que, junto con The Whole Man (El hombre completo) (abril de 1959), narra los esfuerzos y los éxitos de un telépata con dotes curativas. Los dos últimos, revisados, aparecieron con el título Telepathist (Telépata) (1964) y le valieron a Brunner una nominación para el Hugo.
Entre otros excelentes relatos, figuran también las variaciones de Kenneth Bulmer sobre mundos extraños, Reason For Living (Razón para vivir) (octubre de 1957) y The Bones of Shoshun (Los restos de Shoshun) (octubre de 1958); la fascinante manipulación del hado de Destiny Incorporated (Destino, S. A.) (agosto de 1968), de John Kippax; Dial O for Operator (Marque el O para la telefonista) (febrero de 1958), de Robert Presslie, un cuento realmente sobrecogedor sobre una petición telefónica de ayuda procedente del futuro, y 200 Years to Christmas (200 años para Navidad) (junio de 1959), de J. T. Mclntosh, la aventura de una nave «generacional».
J. G. Ballard, más conocido por su obra en New Worlds y uno de los primeros en moldear el nuevo enfoque de la ciencia ficción, proporcionaba buena parte del material para Science Fantasy. Pero el primer murmullo de la «nueva ola» se oyó en New Worlds, y en esta misma revista, una década después, explotó en el maremoto final.
Ballard fue reconocido de inmediato como un genio creador, y se le concedió una doble presentación en público, con sendos relatos en los números de Science Fantasy y New Worlds correspondientes a diciembre de 1956. En primer lugar, le fue aceptado Escapement (Escape), un cuento básico sobre un hombre no sincronizado con el tiempo. Pero antes había escrito Prima Belladonna, el primero de los que Ballard situaría en el escenario de Vermillion Sands, su maravilloso mundo de fantasía. Los relatos posteriores demostraron una originalidad y pericia muy profundas. Build-Up (Acumulación progresiva) (enero de 1957) detallaba un dilema aterrador, en un vasto complejo urbano del futuro, en tanto que Manhole 69 (Nicho) (noviembre de 1957) era una tétrica y aterradora visión de la locura. En 1959, Ballard hablaba así de la ciencia ficción:
«Lo que me interesa sobre todo en la ciencia ficción es la oportunidad que ofrece de experimentar con ideas científicas o psicoliterarias que tienen poca o ninguna conexión con el mundo de la novelística, como por ejemplo el sueño codificado o el huso horario. Pero del mismo modo que los psicólogos se dedican ahora a elaborar modelos de neurosis de ansiedad y estados de enajenamiento, en forma de diagramas verbales, considero que una buena historia de ciencia ficción significa un modelo de cierta imagen psíquica, cuya veracidad da su mérito al relato».
De este primitivo período experimental, he seleccionado The Overloaded Man para representar a Ballard en el presente volumen.
La influencia de Ballard en la ciencia ficción se dejó sentir.de inmediato, aunque indicios de su enfoque se vislumbraban en las obras de algunos de los nuevos autores, como Brian Aldiss e incluso Colin Kapp. El último, a diferencia de Ballard, escogió para su producción temas científicos estrictos, si bien subrayando el punto de vista humano, con un énfasis psicológico y filosófico notorio. Su primer relato, Life Plan (Plan vital) (noviembre de 1958), trataba el tema del superhombre, mientras que Survival Problem (Problema de supervivencia) (abril de 1959) se ocupaba de los esfuerzos por penetrar en otra dimensión. El temprano éxito de Kapp llegó con The Railways up on Cannis (El ferrocarril de Cannis) (octubre de 1959), el primero de una serie de cuentos en torno a un equipo de ingenieros que usan métodos heterodoxos para resolver extraños problemas científicos.
Uno de los autores más populares de New Worlds fue el escritor irlandés James White. Colaboró en ella con regularidad a partir de la publicación de Assisted Passage (Pasaje permitido) en el número de enero de 1953, ganándose cada vez más lectores gracias a sus relatos científicamente exactos, que a menudo se centraban en temas conflictivos. Uno de ellos, Tableau (Cuadro) (mayo de 1958), se refería al símbolo permanente erigido en memoria de una guerra humano-extraterrestre. Grapeliner (De boca en boca) (noviembre de 1959) describe la situación crítica originada cuando el hombre encuentra por primera vez vida extraterrestre. La principal contribución de White a New Worlds consistió en su serie acerca de un hospital espacial para alienígenas, que empezó con Sector General (General de sector) (noviembre de 1957).
Numerosos autores de gran valía dieron sus primeros pasos en las revistas de Carnelclass="underline" John Kippax, Robert Presslie, Don Malcolm, John Boland, Dan Morgan, John Rackham y Michael Moorcock. También disponían de escritores regulares, como John Brunner, Brian Aldiss, Ian Wright, E.C. Tubb, Arthur Sellings, Kenneth Bulmer y J. T. McIntosh. Entre las contribuciones de Bulmer, hay que citar varias novelas publicadas por entregas, que empezaron con Green Destiny (Destino verde) (1957), la descripción de una civilización submarina. Ian Wright proporcionó dos de los mejores folletines de la revista, Who Speaks of Conquest? (¿Quién habla de conquista?) (1956), en torno al descubrimiento terrestre de una super-raza de alienígenas, y A Man Called Destiny (Un hombre llamado destino) (1958), sobre un ingeniero que descubre en si mismo facultades especiales.