Varios de los relatos por entregas de New Worlds eran reediciones de novelas norteamericanas. De hecho, la mayoría de las revistas británicas incluían reimpresiones estadounidenses. Se debía a que, a principios de la segunda guerra mundial, se impusieron restricciones de importación sobre los libros y las revistas. Luego, no fueron levantadas plenamente, sino que conservaron su rigor hasta 1959. En consecuencia, ninguna revista americana de ciencia ficción se conseguía con facilidad en Gran Bretaña. El público tenía que confiar en los relatos reeditados en las revistas británicas, o en una edición británica del original americano. Esta última práctica surgió en los años cincuenta, y muchos de los títulos importantes en Estados Unidos tuvieron un equivalente británico, aunque variaban sumamente en contenido. Algunas ediciones, como las de Future y SF Stories, de Strato Publications, reproducían con exactitud el original americano, si bien cambiando la publicidad. En el otro extremo, la F and SF, de Atlas Publishing and Distributing Company, solía omitir algunos relatos y cambiar otros de orden, de manera que conservaba escaso parecido con el original. La reedición británica más consistente era la Astounding, de Atlas. Lanzada en agosto de 1939, se publicó de manera esporádica durante toda la guerra, pasando a una periodicidad mensual en febrero de 1952. En 1953, se redujo a formato de bolsillo, y su título se hizo familiar durante toda la década de los cincuenta.
Los dos términos de esta alternativa llevaron a ocasionales duplicaciones. Por ejemplo, la fantasía de Robert Silverberg sobre una memoria retentiva perfecta, The Man Who Never Forgot (El hombre que nunca olvidaba), apareció primero en la F and SF americana, en febrero de 1958, y después, en la británica, en enero de 1960… Pero ya había sido reeditada en Science Fantasy, en diciembre de 1958.
Las ediciones británicas seguían los pasos de sus contrapartidas norteamericanas en cuanto al material, aunque la F and SF de Gran Bretaña reeditó tres relatos de otra procedencia. Solo una reedición británica llegó a adquirir identidad propia: Science Fiction Adventures. En 1956, Carnell asistió a la convención mundial de ciencia ficción, en Nueva York. Allí concertó con Irwin Stein y Larry Shaw la publicación de una edición británica de su aún por nacer Science Fiction Adventures. El primer número estadounidense estaba fechado en diciembre de 1956. La edición británica no apareció hasta marzo de 1958. Bimensual en principio, sus cinco números iniciales constaban de una serie de relatos largos y breves procedentes de diversas ediciones americanas; las reimpresiones no conservaban todos los originales. Apenas se había publicado el número tres en Gran Bretaña, cuando llegaron noticias de que la revista original no continuaba. La cosa no afectaba de momento a Carnell, ya que al existir doce números americanos, disponía de suficiente material para elegir. Sin embargo, no se durmió en los laureles. Mientras publicaba las reimpresiones contratadas, inició rápidamente la adquisición de nuevas obras, a fin de llenar su revista. Con el número seis, fechado en enero de 1959, la publicación pasaba a ser independiente por entero.
De excelente contenido, se especializó en los relatos largos, donde los escritores podían desarrollar sus temas y personajes. Deseaba aventuras sólidas, básicas y sobre todo amenas. En el primero de los nuevos números, por ejemplo, se incluyó Shadow on the Sword (Sombra sobre la espada), del australiano Wynne Whiteford, detallando las consecuencias del hallazgo de una nave extraterrestre en Tritón, la luna de Neptuno. El relato había sido publicado primero en Fantastic Universe de octubre de 1958, mas aquella versión había sido recortada para encajar en esta revista. SF Adventures editó la obra completa. También colaboraron en ella Kenneth Bulmer, con el seudónimo Nelson Sherwood y una atrayente narración sobre un planeta que era un verdadero paraíso, a excepción de su fauna, Galactic Galapagos (Galápagos galácticos), y Arthur Sellings, con The Tycoons (Los magnates), un inteligente relato en torno a una infiltración extraterrestre.
La revista fue bien acogida y sobrevivió mucho tiempo a la publicación madre. Evidentemente, la revista británica de ciencia ficción gozaba de un estado de salud muy superior al de la americana. Numerosos americanos lo reconocieron así y clasificaron a New Worlds como la segunda mejor publicación de ciencia ficción del mundo, tan sólo detrás de Astounding.
El resto del mundo se encontraba en un estado similar respecto al predominio de la revista, aunque por distintas razones.
6
En abril de 1956, ocho países poseían revistas de ciencia ficción autóctonas. Francia tenía dos; Rumania, Suecia, Italia, Alemania, Australia, México y Argentina, una.
La situación de las revistas en Australia resultaba deprimente. La nación no había disfrutado jamás de una publicación que le perteneciese estrictamente. La mayoría de sus revistas eran reediciones de otras o estaban integradas por reimpresiones selectas. La única original, Thrills Inc, se había reducido a malas copias de relatos americanos o a lamentables cuentos juveniles. Sólo quedaba ahora Science Fiction Monthly, también compuesta de literatura reimpresa, de calidad normal, procedente de revistas británicas y americanas. Subsistió hasta enero de 1957. A partir de entonces, Australia se quedó sin una sola publicación autóctona. México y Argentina se hallaban casi en las mismas condiciones. La revista mexicana se llamaba Enigmas, nacida en agosto de 1955. Dirigida por Bernardino Díaz, se trataba en esencia de una Startling Stories mexicana, con escasos relatos inéditos. Lo mismo se aplicaba a Ciencia y Fantasía, una F and SF mexicana, que apareció en septiembre de 1956. Fue bien recibida en principio y mantuvo una periodicidad mensual, pero la circulación declinante se reflejó en un constante aumento del precio, hasta que acabó por desaparecer en diciembre de 1957. Enigmas siguió el mismo camino en mayo de 1958. En aquel mismo verano, Fantasías del Futuro, un solo número igualmente compuesto de reediciones, no logró causar impacto alguno.
La revista argentina, titulada Más Allá, se había iniciado en junio de 1953 como una edición de Galaxy. Ahora bien, siendo la única revista sudamericana de ciencia ficción, atrajo a los escritores del continente, y los relatos inéditos pasaron a formar una sección regular. Al cerrar finalmente, en junio de 1957, Más Allá había colaborado en el adiestramiento de un buen número de autores y en la creación de un saludable grupo de aficionados sudamericanos. Pistas del Espacio, la siguiente en publicarse, con impresión en formato de libro de bolsillo de novelas norteamericanas, incluyó también de cuando en cuando nuevos relatos. cuando desapareció, en el verano de 1959, la ciencia ficción argentina quedó en suspenso. No obstante, el final de la década presenció más movimiento en el continente. En septiembre de 1964, surgió Minotauro, una edición de F and SF, aunque con obras originales. El aficionado sudamericano H. G. Oesterheld experimentó en Géminis, su revista quincenal, una combinación de relatos inéditos y reimpresiones de Galaxy, pero sólo pudo publicar dos números, en el verano de 1965.