La ciencia ficción empezaba a florecer realmente en Europa. La espina dorsal de la ciencia ficción francesa la constituía Fiction, su edición de F and SF. Lanzada por Maurice Renault en octubre de 1953, estaba dirigida por Alain Dorémieux, que adquiría buen número de obras originales de autores franceses y belgas. Fiction contrastaba con Satellite, una publicación formada en exclusiva por reediciones, muy mal confeccionada, que ofrecía traducciones deficientes y solía publicar el mismo relato dos veces con diferentes títulos. Desfigurada de un modo similar, aunque no tan mala, Galaxie, la Galaxy francesa, sobrevivió durante sesenta y cinco números, hasta abril de 1959.
Por su parte, Suecia se puso a la cabeza de los países escandinavos en cuanto al desarrollo de la ciencia ficción. Al fin y al cabo, había sido el lugar de nacimiento de la primera revista de ciencia ficción, Hugin, en 1916. Durante la segunda guerra mundial se había publicado un semanario de reediciones, Jules Verne Magasinet, pero la revista más importante, y la que inició la gran afición sueca, fue Häpna! Se trataba, en esencia, de un proyecto financiado por aficionados, publicado por los hermanos Kurt y Karl-Gustaf Kindberg, y que perdía dinero de modo invariable. De su dirección se encargaba Kjell Ekström (1920-1971), recordado con orgullo por numerosos aficionados y autores suecos. No sólo seleccionaba y traducía gran parte del contenido de ciertas revistas americanas y británicas, sino que animaba a los escritores noveles, como Sam Lundwall y Sture Lönnestrand. La revista mantuvo una periodicidad mensual durante toda su existencia, a partir del primer número, en marzo de 1954. En 1964 enfermó Kurt Kindberg, con lo que aumentaron las dificultades de financiación. La revista empezó a salir de modo irregular y, por último, se liquidó en enero de 1966, después de ciento treinta y siete números. Aun así, no significó el verdadero final de Häpna!
En 1958, Sam Lundwall había planeado una revista de reediciones, Alpha, que no había hecho más que aparecer cuando el financiero se echó atrás. Como compensación parcial, se inició en septiembre de 1958 una edición sueca de Galaxy, con Henrik Rabe como director. Contenía algunas obras originales y una sección de cartas de los lectores. No tan efectiva como Häpna!, desapareció en julio de 1960.
Pero Suecia no era la única nación escandinava que publicaba una revista de ciencia ficción. Todas las demás tenían sus propias publicaciones en los años cincuenta, la mayor parte nutridas por la Galaxy americana. La versión noruega, Tempo, dirigida por Árne Ernst, publicó cinco números en el invierno de 1953-1954. La finlandesa, Aikamme, dirigida por Mary Wuorio, puso también a la venta cinco números desde agosto hasta diciembre de 1958, aunque con escasos relatos inéditos. La danesa Planet, dirigida por Knud Andersen, que seleccionaba su literatura de Astounding, se las arregló para durar seis números, de enero a junio de 1958.
Los alemanes enfocaban la revista de ciencia ficción de manera distinta. Sus «revistas» eran esencialmente reediciones de libros de bolsillo, especializados en la ópera espacial. El padre de la ciencia ficción alemana, Walter Ernsting (nacido en 1920), comenzó casi en solitario la serie de libros y revistas. Tomó como punto de partida las publicaciones «Utopia», de las que sólo una puede clasificarse en sentido estricto como revista: Utopia-Sonderband, lanzada por Ernsting a finales de 1955. No tardó en cambiar su titulo a Utopia-Magazin, basándola en gran medida en reimpresiones. Ernsting dejó la empresa en 1957, pero Utopia continuó, bajo la dirección de Bert Koepen, hasta agosto de 1959. En sus últimos tiempos, hubo de luchar con una publicación rival, Galaxis, la Galaxy alemana, que se editó entre marzo de 1958 y julio de 1959. Traducida por Lothar Heinecke, también presentó algunos relatos inéditos. Tras la desaparición de ambos títulos, Alemania quedó sin una sola revista que publicara relatos cortos originales de sus propios autores. Sin embargo, los lectores que sentían preferencia por la ópera espacial no tuvieron motivo de preocupación. En los últimos años de la década de los cincuenta, se publicaron de modo regular diversas series de libros de bolsillo, como Terra, Terra Sonderhand y Abenteuer im Weltenraum, especializadas en reediciones de novelas americanas y británicas, drásticamente corregidas. Por otro lado, Luna-Weltall publicaba muchas novelas originales, la mayoría dedicadas a los lectores juveniles. Con estos comienzos, el próximo paso, es decir la aparición del más famoso de todos los superhéroes de la ópera espacial, Perry Rhodan, se produjo de manera natural.
En el verano de 1961, Ernsting había planeado una serie de novelas similar basada en un personaje central, pero a sus entonces editores habituales no les gustó la idea. Formando equipo con Karl H. Scheer (nacido en 1928), un conocido colaborador de Luna, Ernsting preparó la primera novela, Operation Stardust (Operación nebulosa), para una editorial rival. Las ventas fueron fabulosas, y las novelas empezaron a salir con rapidez, al ritmo de una por semana, contratándose a un equipo de escritores para mantener tan intensa producción. El personaje y sus aventuras ganaron en popularidad vertiginosamente, y pronto los libros se vendieron a millones en todo el continente. La primera editorial que había rechazado la idea, al comprender su error, lanzó Mark Pawers, y una tercera inició la serie de Rex Corda. Estas débiles imitaciones perdieron enseguida el paso, mientras que Perry Rhodan se asentaba cada vez con mayor fuerza. Como ya he dicho, se trataba de novelas, no de revistas, pero tuvieron distintas repercusiones en América una década más tarde.
Italia fue durante este período el país europeo con más revistas de ciencia ficción. Algunas se reducían también a las novelas publicadas en formato de libro de bolsillo, igual que en Alemania. No obstante, existían muchas otras que ofrecían además relatos cortos. Nada menos que veintisiete revistas hicieron breves apariciones en la década que nos ocupa, en numerosos casos indistinguibles unas de otras. La mayoría se basaba ampliamente en reimpresiones de obras americanas y británicas, lo mismo que la publicación básica, I Romanzi di Urania, creada en octubre de 1952. Al principio de gran calidad, ésta decayó un tanto en años posteriores, lo que provocó un descenso en su circulación. No obstante, Urania (nombre abreviado que adoptó a partir de julio de 1957) mantenía una periodicidad regular. Incluso llegó a publicarse semanalmente en cierto momento.
De entre la explosión de títulos surgida en 1957, hay que destacar Oltre il Cielo, que apareció en septiembre. Luigi Cozzi la describiría más tarde como «una especie de imitación vulgar de Science and Invention», aunque contenía relatos inéditos y artículos de autores italianos además de las inevitables reimpresiones. Una novedad en cierto sentido la constituyó Au Delá du Ciel, nacida en marzo de 1958. Con obras originales y reediciones, era una revista italiana, publicada en Roma… y escrita en francés.