En 1966, Treasury acortó su título, pasando a llamarse Great Science Fiction Stories. Pronto surgió la confusión, puesto que Sol Cohen acababa de crear una revista de reimpresiones llamadas Great Science Fiction, a fin de aprovechar los archivos de Ziff-Davis. Cohen mantuvo el título, ya que su revista había aparecido unos meses antes, y Treasury cambió de nuevo el suyo por Science Fiction Yearbook.
Bizarre Mystery Magazine, una combinación de ciencia ficción con obras policíacas y de horror, incluyendo una versión condensada de Planet of the Apes (El planeta de los simios), de Pierre Boulle, sacó a la venta tres números en el invierno de 1965.
F and SF merece ciertos elogios por su calidad uniforme. Rara vez decepcionó a lo largo de toda la década, y en general fue excelente. En 1961, publicó la magnífica serie de Brian Aldiss Hothouse (Invernadero), desarrollada en una agonizante Tierra de clima tropical. Roger Zelazny recurrió asimismo a F and SF para sus obras más logradas, una vez que decayó el mercado de Amazing. En número de noviembre de 1963, se incluía su punzante combinación de religión y vida en Marte A Rose for Ecclesiastes (Una rosa para el Eclesiastés), seguida, en marzo de 1965, por The Doors of His Face, the Lamps of His Mouth (Las puertas de su cara, las lámparas de su boca), una de las últimas narraciones en el marco de un Venus acuoso, antes de conocerse la realidad de su corteza seca, turbulenta y tropical. En el breve espacio de tres años, Zelazny se abrió paso entre los famosos. Su novela And Call Me Conrad (Y llámame Conrad), publicada por entregas en F and SF en 1965, obtuvo el Premio Hugo junto con Dune.
El predominio de F and SF se demuestra con sólo enumerar las nominaciones y premios Hugo conseguidos en el período que va de 1961 a 1965 (premios de 1962 a 1966). Otorgando un punto a cada nominación y dos a cada premio en las categorías de revista y obras cortas, el resultado es el siguiente: F and SF, dieciocho puntos; Analog, doce; Galary, once; Amazing, Fantastic y Science Fantasy, cuatro; If y Worlds of Tomorrow, dos.
Al finalizar la cuarta década en la historia de las revistas de ciencia ficción, el cargo de director de F and SF volvió a cambiar de manos. Avram Davidson dimitió para continuar escribiendo. Joseph Ferman (1906-1974), titular de la editorial, le reemplazó durante un año, hasta el número de enero de 1966, pasando luego la dirección a su hijo Edward L. Ferman, de veintiocho años. Ferman hijo llevaría F and SF a cimas todavía más elevadas, en el curso de los diez años siguientes.
Mediada la década de 1960, se produjo una revolución en la ciencia ficción americana. Roger Zelazny combinaba osadamente ciencia, religión y mito en una fusión pirotécnica. Robert Silverberg resurgió de su época de escritor mercenario como el ave fénix de sus propias cenizas, llegando a un enfoque nuevo por completo de la ciencia ficción, que empezó a tomar forma en las páginas de Galaxy. Pero el auténtico símbolo de lo que se avecinaba fue «Repent Harlequin!», Said the Ticktockman («¡Arrepiéntete, arlequín!», dijo el hombre Tictac), de Harlan Ellison, publicado en Galaxy en diciembre de 1965. Ellison había vuelto del revés la historia convencional del rebelde que no se adaptaría a una sociedad futura, dándole un tratamiento original. Ellison, Zelazny, Silverberg y muchos otros encabezaron la revolución americana de los años sesenta. Sin embargo, la batalla principal no se libraría en Estados Unidos, sino en Gran Bretaña.
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En 1960, New Worlds, Science Fantasy y Science Fiction Adventures tenían una rival, por más que su calidad competitiva fuera irrisoria. De hecho, Science-Fiction Library resultó tan patética que sólo vale la pena señalar el hecho de que la publicaba Gerald G. Swan, el hombre que había producido similares abortos durante la segunda guerra mundial. Mezcla de reimpresiones tomadas de revistas publicadas en la Columbia durante la guerra (Science Fiction y afines) y nuevas obras compradas a finales de la década de 1940 o principios de la siguiente, que sólo entonces veían la luz del día, la revista no señalaba en absoluto ese detalle, dejando al incauto lector ante una selección mal impresa de literatura tremendamente anticuada. Su compañera, Weird and Occult Library, la mejoraba en mínimo grado.
Por fortuna, no hubo más que tres números de SF Library, y a partir de entonces Gerald G. Swan no volvió a mancillar los umbrales de la ciencia ficción.
A finales de 1960, ciertos desgraciados acontecimientos ocurridos en otras partes del mundo tuvieron efectos de largo alcance. Las condiciones económicas de Australia provocaron restricciones en la importación de todas las publicaciones periódicas británicas, lo cual supuso un tremendo golpe para las revistas de Carnell. Una gran parte de su tirada se dirigía hacia Australia, factor que suscitó la vocación de una nueva generación de escritores en dicho país, Lee Harding y John Baxter entre ellos. La barrera legal se eliminó posteriormente, pero el daño ya estaba hecho.
Al mismo tiempo, Carnell había llegado a un acuerdo con Great American Publications para una edición estadounidense de New Worlds, caso extraordinario, si se consideraba el diluvio de ediciones británicas de las revistas americanas. En marzo de 1960, al salir el primer número, Hans Stefan Santesson figuraba como director titular, sin mención alguna del nombre de Carnell y sin la menor alusión al hecho de que las narraciones habían sido publicadas con anterioridad en Gran Bretaña. En mayo de 1960, Carnell expuso sus quejas en su editorial de la New Worlds británica. No obstante, su homónima americana sólo editó cinco números, al ritmo de uno al mes. Posteriores intentos para distribuir New Worlds en Norteamérica resultaron desastrosos desde el punto de vista financiero.
Y por último, en los primeros años de la década de los sesenta, se notó la expansión en el mercado del libro de bolsillo. Las ventas de las revistas cayeron en vertical. En 1959, se habían levantado en Gran Bretaña las restricciones a la importación de revistas americanas y, como mal menor, los lectores británicos se decidieron a adquirir el producto auténtico, con obvias repercusiones para las reimpresiones británicas. La circulación menguó. La Analog inglesa desapareció tras el número de agosto de 1963. F and SF siguió imprimiéndose en el Reino Unido hasta junio de 1964. Atlas Publishing, que había editado ambas, no se arredró. Valientemente, en septiembre de 1963 puso a la venta una edición británica de Venture para reemplazar a Analog. Sin un solo relato inédito, estaba integrada por narraciones extraídas de Venture, pero también de números concurrentes de F and SF, es decir del período 1957-1958. Fue bien acogida, puesto que ofrecía relatos de difícil adquisición. Vista desde este ángulo, se trataba de una revista más bien única en el país. Conservó una periodicidad mensual mientras publicó sus veintiocho números, cerrando en diciembre de 1965 porque, según la editorial, se había agotado todo el material disponible.