Miró a Karen. Ella le estaba mirando a él. Sostuvo la mirada por unos instantes. Era bella. Y la amaba. Sentía que se había excedido hacía unos momentos, pero temía que le estuviera utilizando. Sólo pensarlo le enfurecía. Quería equivocarse; que fuera sólo un pensamiento negativo.
Pero de ser verdad, si ella sólo quisiera usarlo para ganar su guerra, a él le rompería el corazón. Porque la necesitaba. Dependía de ella. Desvió la mirada hacia los árboles y su mente racional empezó a funcionar de nuevo.
– Bien, de acuerdo -dijo Jaime-, imaginemos que los Guardianes son una pequeña mafia religiosa, que ha montado un sistema por el que roba a la Corporación. De aquí a que tengan un complot para controlarla existe un abismo.
– No es una pequeña mafia, al contrario, son muy poderosos -afirmó Kevin-, y el complot existe, lo sabemos muy bien, tanto por Linda como por otros infiltrados. Recordarás la bomba que terminó con la vida del presidente de los estudios Phoenix, Steven Kurth, ¿verdad?
– Sí, claro.
– Bien. Pues la bomba fue obra de los Guardianes.
– ¡Pero qué dices! Se supone que lo hizo un grupo radical violento, opuesto a los contenidos de algunos de los programas que se producen.
– ¡Correcto en todo! Los Guardianes es una secta religiosa radical y violenta a la que no le gustan los contenidos actuales de los programas televisivos o cinematográficos de la Corporación. Pero además, como tiene planes para controlarla, ha camuflado su acción como la de un grupo exterior inventado.
– Pero ¿qué ganan asesinando a Kurth?
– Kurth era un viejo judío liberal de la misma ideología que Davis. Ambos creían en la libertad de expresión de ideas, en la no discriminación por raza, sexo o religión, y en que la tolerancia es la mejor protección para todos, porque todos somos, alguna vez o en alguna parte del mundo, una minoría. Pero Kurth tenía el mismo estilo personalista y autocrático que Davis, y nunca se preocupó de establecer una sucesión para su cargo en la Corporación; quizá pensaba que la vejez y la muerte nunca le afectarían.
»El sucesor más claro de Kurth es el vicepresidente actual de los estudios Eagle, Cochrane, un alto personaje en la secta de los Guardianes. Imagínate lo que obtendrían colocando a Cochrane como presidente de Eagle: mayor control sobre la programación y una inmejorable posición para suceder a Davis.
– ¿Por qué no los denunciáis al inspector Ramsey?
– No tenemos aún suficientes pruebas materiales y las pocas de que disponemos son de procedencia poco legal. La policía nos pondría en su lista de sospechosos y pasaríamos a ser el primer objetivo a destruir para los Guardianes. No; no es aún el momento, hay que esperar.
Jaime quedó pensativo. Luego reinició la conversación.
– Dejadme que continúe adivinando. En todo caso, si Linda logró que Douglas fuera despedido por un affaire sexual extramatrimonial, que ella presentó como acoso, y siendo el jefe de Douglas también un Guardián, Linda debió de recibir apoyo de alguien con un puesto muy alto en la Corporación. Y como no creo que tenga otro amante en la oficina -Jaime miró a Karen y recibió una dura mirada de ella a cambio-, ese alguien que la apoyó debe de ser también cátaro. ¿No es así? ¿Quién es? ¿Es el tapado que da las órdenes?
– No puedo confirmarte eso ahora. Lo siento -contestó Kevin.
– Bien, pero espero que me podáis aclarar lo siguiente. ¿Por qué motivo Linda acusó e hizo despedir a Douglas? Entiendo que quizá exista una deuda de otra vida que tenga que pagar, pero ¿por qué Linda no acumuló pruebas contra Douglas y también contra White, denunciándolos a ambos frente a Davis por fraude y así os librabais de los dos al mismo tiempo?
– Consideramos esa opción, pero había grandes posibilidades de que sólo cayera Douglas, ya que encubría a White. Con Douglas fuera, Linda está teniendo acceso a información que Douglas le escondía incluso a ella, y que compromete directamente a White y quizá a Cochrane. En el momento oportuno, y quizá con tu ayuda, evidenciaremos el complot frente a Davis.
»Entonces Davis hará una limpieza ejemplar tanto en los estudios Eagle como en las áreas administrativas de la Corporación; no dejará títere con cabeza. Los primeros en caer serán el jefe de seguridad y los suyos; al fin y al cabo, ellos son los que introdujeron la bomba en el edificio y asesinaron a Kurth.
– ¡Qué sorpresa! Así que yo tengo un papel en el asunto, ¿verdad? -inquirió Jaime irónico-. Tenía el presentimiento de que estaba en el programa.
– ¡Pues claro que lo tienes! -repuso Karen indignada-. ¿Cómo no lo vas a tener? No puedes escapar a tu destino espiritual. Aunque quisieras. No tendrás más remedio que participar en esta guerra. Y espero que lo hagas con más cerebro que como lo hiciste hace ochocientos años. Tuviste un papel clave entonces y estás destinado a tenerlo ahora. ¡Te guste o no!
Jaime se quedó mirando con asombro a Karen. Su indignación por su comentario irónico, su determinación y el hecho de que diera por supuesto que él debía ser protagonista en la aventura le sorprendían. Hasta el momento sólo había percibido insinuaciones.
Miró a Kevin, que le observaba con una sonrisa divertida. Volvió su vista a la chica. Ella le miraba con el ceño ligeramente fruncido, labios apretados y sus ojos, un poco enrojecidos por las lágrimas recientes, parecían echar chispas. Estaba furiosa con él. Jaime se sentía confuso. Demasiada información. Demasiadas mezclas de pasado y presente. Y ahora eso de sus obligaciones y su destino espiritual. Decidió no enfrentarse a Karen, no quería tener ahora una discusión que la distanciara de él. Además, necesitaba pensar con calma; decidió cambiar de tema.
– Linda debe de encontrarse en una situación incómoda frente a los Guardianes.
– Sí, claro que sí -contestó Karen aún con tono irritado-. Linda se está arriesgando mucho. Uno de los clérigos de los Guardianes del Templo la interrogó sobre su acusación contra Douglas. Linda dijo lo de siempre; ella estaba cansada de él y él continuaba acosándola, llegando incluso a la violencia física. Naturalmente Linda no le contó los métodos usados para provocar que Douglas actuara así. -Aquí Karen relajó las cejas y un destello pícaro asomó a sus ojos-. Pero la violencia y el acoso han sido reales. El clérigo la censuró con dureza por no haber acudido a ellos para resolver el asunto y por haberse atrevido a tomar tal decisión por sí misma. Según él le está causando un importante daño a la secta. ¡Como si Linda no lo supiese! Le ordenó que se retractara de sus acusaciones y ella repuso que ésta era la única solución que había encontrado para librar su vida de Douglas y que no tenía ninguna intención de volver atrás. El clérigo le dijo que entendiera que no era un consejo, sino una orden formal de los Guardianes y Linda repuso que en ese caso él y su maldita secta podían irse al infierno. -Karen hizo una pausa, añadiendo-: De todas formas de allí es de donde procede esa gente.
– Quiero cambiar mis comentarios anteriores sobre Linda -afirmó Jaime dirigiendo una mirada irónica a Karen-. Es posible que, como antes dije, sea una maestra en el Kamasutra, una seductora y una mata-hari, pero es una mujer muy valiente; la respeto por ello.
Kevin rió, y Karen miró a Jaime con un inicio de sonrisa, como dudando entre continuar ofendida con él o darle un beso.
Jaime deseó con intensidad lo último.
LUNES
51
Entre música y anuncios, la radio informaba de los puntos negros de la extensa red de autovías del área de Los Angeles y rutas alternativas para evitarlos. El tráfico era infernal en la lluviosa mañana pero Jaime, atrapado en la Ventura Freeway, se sentía bien.
Karen no le había guardado rencor por las acusaciones que lanzó el sábado contra ella y su amiga Linda, y, ya los dos solos, dedicaron el resto del fin de semana a hablar mucho, al amor, a navegar y a comer bien. El tiempo empezó a estropearse la tarde del domingo, pero él no le dio importancia. El sol lucía en su interior.