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Y luego, dos días antes de la fecha que había fijado para mi partida de Nueva York, dos visitantes solicitaron verme. Uno -desconocido para mí- era bajo y rechoncho, con unos cabellos grises que se rizaban sobre su grueso cuello y unos ojos negros como el carbón. El hombre, vestido con un abrigo de pelo de camello sobre un impecable traje de alpaca, se presentó como el senador Lewis Monti, recientemente elegido para la Cámara. El senador, moreno y achaparrado, formaba una extraña pareja con el hombre que le acompañaba, alto y rubio. Al verle el corazón me dio un vuelco e instintivamente me llevé la mano a la cadera para desenfundar mi viejo Webley, olvidando que mi puño sólo podía crisparse en el vacío. Mi gesto provocó que una sonrisa asomara en el rostro de Lewis Monti.

– Este hombre le ha salvado la vida. No es su enemigo, como ya le demostró. Permita que él y yo le ofrezcamos nuestra ayuda para dar caza a la gente que busca…

Ante mí, el Hauptmann Gärensen, que no llevaba ya su uniforme negro con las runas de plata, me sonreía como a un viejo amigo, con una luz muy clara brillando en el fondo de sus ojos azules.

– Tenemos muchas cosas que explicarle sobre los Galjero, coronel Tewp -dijo adelantándose hacia mí para tenderme una mano ancha y fuerte.

Lejos, muy lejos, en el otro extremo del mundo, una mujer con el vientre liso pellizcó con sus largos dedos blancos los miembros frágiles de tres muñecas de cera.

NOTA DEL AUTOR

A quienes tengan interés en separar la verdad histórica de la ficción en la trama de Los ogros del Ganges, les presento a continuación las siguientes precisiones:

Aunque no goza de mucha notoriedad en Occidente, el líder nacionalista hindú Subhas Chandra Bose es una figura reconocida en la historia reciente de la India. Si bien su encuentro con el teniente David Tewp es, desde luego, fruto de la imaginación, el tenor de sus actos y palabras concuerda en cambio perfectamente con la naturaleza de sus posiciones políticas. Aliado de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, luchó encarnizadamente contra su rival Gandhi, a quien reprochaba su supuesta postura favorable a la partición del país. Fallecido en 1945 en circunstancias misteriosas, su Ejército de la India Libre destacó en los campos de batalla de Birmania, Normandía y Europa del Este.

La visita del rey Eduardo VIII y de Wallis Simpson a la India en el otoño de 1936 es pura ficción. De regreso de una estancia en las costas del Adriático, la pareja se preparaba entonces para anunciar al mundo la noticia de la abdicación del soberano. El retrato que se traza de los Windsor puede parecer exagerado, pero el lector ávido de detalles biográficos juzgará sin duda que esta ficción se queda corta en comparación con la picante verdad. En un plano más serio, las simpatías de la pareja por los dirigentes nazis son, por desgracia, bien conocidas.

La existencia de los monjes Bon Po, a menudo considerados como «hechiceros» capaces de dominar los misterios de la muerte, ha sido mencionada por numerosos testimonios. Las primeras informaciones que llegaron a Occidente sobre esta cofradía se deben a la exploradora francesa Alexandra David Neel (en quien se inspira libremente el personaje de Garance de Réault).

Finalmente, cualquiera que sea la forma bajo la que aparecen, los datos relativos a cuestiones geopolíticas, filosóficas o a prácticas mágicoreligiosas se refieren siempre a realidades y conceptos comprobados.

Philippe Cavalier

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