Выбрать главу

—El hombre de plata… —dijo Anthon.

—Está muy cerca. Si él consigue atravesar la puerta, saltad todos sobre él. La pistola escupidora no puede matar, pero si nos dispara a todos, podrá apresarnos.

Jinny informó al Grad.

—Llevamos un montón de ropa limpia y una provisión de agua.

—Ya tenemos agua. La ropa… ¿por qué no? Eh, le dije a Minya que subierais. Si lo hubieseis hecho, nunca os hubiéramos encontrado…

—Con el mac en tu poder —dijo Minya—, habrías logrado encontrarnos hasta en el cielo.

Los hombres de la Armada no habían abandonado la espesura verde situada debajo y al extremo de la rama. Bastante sorprendente. Si fallaban en el intento de capturar el mac, ¿cómo podrían alcanzar el árbol otra vez? Debían haberlo considerado útil, Denso el Grad, pero no lo era para la voluminosa cosa de materia estelar que manejaban como un arma.

La carcasa del pájaro salmón se había convertido en una negra silueta con un doloroso Voy brillando tras ella. Anthon y Debby apartaban la vista del resplandor… pero sus flechas atadas se habían clavado y estaban recogiéndolas. Quizá el hombre de plata esperaba a que alguien sacara la cabeza; nadie lo hizo. Intentó entrar cuando recogieron el paquete de ropa, y el Grad estuvo a punto de pillarlo entre las puertas que se cerraban. Aquello dejó también fuera la ropa, y un borde rojo alrededor de un diagrama amarillo.

—Nunca antes había visto el rojo. ¿Qué quiere decir?

Lawri se dignó a contestar, despectivamente.

—Emergencia. El asidero de la cuerda impide que cierre bien la esclusa.

El Grad abrió la puerta (la roja advertencia desapareció) y Debby logró introducir el paquete de ropa en el mac. El hombre de plata no intentó seguirla esta vez. Las puertas podrían herirlo. Perdió su última oportunidad: el Grad cerró las puertas y suspiró de satisfacción.

Su suspiro se cortó cuando la pantalla baja llameó limpiamente, rojo deslumbrante; luego esta visión desapareció de la ventana arqueada.

Las otras pantallas mostraron reflejos del torturante brillo escarlata.

—¿Puede dañarnos esa cosa? —Preguntó Anthon mientras Lawri gritaba:

—¡Ahora lo veréis! ¡Van a cortaros por la mitad!

Clave dijo:

—Casi nos alcanzan. Los vamos a tener en el casco si…

—¡Id a darle de comer al árbol! —les gritó el Grad a todos ellos. No podía pensar. ¿Qué podía hacerles aquella luz? Ni Klance ni Lawri la habían mencionado nunca.

Tenemos todo lo que necesitamos. Olvida el pan, olvida el agua. ¡Vete! Ellos nunca tendrán el mac.

Lawri vio cómo movía la mano y chilló.

—¡Espera! —El Grad no lo hizo. Palmeó el centro de la gran barra vertical de color azul.

Veinte — La posición de la aprendiz de científico

El aire silbaba al salir de los pulmones del Grad. Empezaba a sentirse aplastado. Su brazo izquierdo había perdido el contacto con el brazo del sillón; este había quedado tras él, empujado por su hombro al chocar. El sillón era demasiado bajo para aguantarle la cabeza. Le dolía el cuello salvajemente. Por encima del tenue quejido del motor principal pudo oír cómo sus pasajeros luchaban para respirar.

Aquello debía estar matando a los gigantes de la jungla.

El Árbol de Londres se desvanecía como un sueño por la vista de popa. En aquel momento estaban en la tormenta, y estaban ciegos. El Grad intentó levantar el brazo derecho, tocar la barra azul, acabar con la fuerza que le aplastaba. Arriba… arriba… más lejos… el brazo volvió a caerle sobre el pecho con una sacudida que le sacó la última bocanada de aire de los pulmones. Se le enturbió la vista.

La mandíbula de Lawri se hundía en su clavícula. Estaba segura de que aquello relajaría su cuello tanto como la gravedad se lo permitiera.

Vio a Jeffer que intentaba apagar el motor y supo que no podría hacerlo. Y los brazos de Lawri estaban atados.

Esto matará a algunos amotinados, pensó con admitida satisfacción. Y a mí con ellos. El láser-com podría quemar o cegar usado desde cerca, pero ciertamente casi no podría dañar el mac. Seguiría tumbada con la esperanza de que los amotinados fuesen dominados por el pánico. Lawri había triunfado incluso más allá de sus ambiciones. ¡Pero eso me está matando!

La pantalla de nubes fue sobrepasada y desapareció.

Gold estaba a la izquierda del centro de la ventana arqueada. El Anillo de Humo se arrastraba a la izquierda de Gold. Aceleraron hacia el este y un poco hacia afuera.

Este te lleva hacia afuera…

Estaban atravesando el Anillo de Humo.

Yo ya lo sabía. El loco de Jeffer va a matarnos a todos.

Con la cabeza apoyada hacia abajo, con los extremos de lo que podía haber sido un reposacabezas elevándosele salvajemente en los omóplatos, Gavving miró paralelamente a su nariz, intentando darle sentido a lo que estaba viendo.

El cielo se deslizaba por los bordes de la ventana arqueada. Una familia triuna se partió y revoloteó y desapareció antes de que pudieran huir. Una pequeña y aplastada jungla verdosa derivó muy cerca, aceleró, desapareció rápidamente. Una nube blanca y esponjosa apareció por delante. Muy cerca. Blanca ceguera, y el mac se estremeció y resonó bajo el impacto de las gotas de agua. Algo pequeño golpeó contra la ventana arqueada con un terrible estruendo y dejó una película rosada de un cuarto de metro de diámetro. En un respiro la lluvia la había borrado.

La nube se marchó, y el cielo ante ellos apareció claro y sin obstáculos. Gold y el Anillo de Humo eran como bolas de pelusa en un tallo, recortándose contra el cielo azul… un profundo, oscuro cielo azul, un color que Gavving no había visto en toda su vida.

Giró la cabeza para mirar a Minya. El dolor de su cuello cambió… la presión disminuyó ante aquel gesto.

Minya le volvió la mirada. Amada Minya, su cara era más redonda de lo que Gavving recordaba. Gavving intentó hablar y no pudo. Apenas podía respirar.

Minya susurró.

—Casi.

La luz principal del MAC había vuelto, ¡y cambiaba al azul!

Un cambio en su línea espectral y podría dominarlo. Afortunadamente. Kendy abortó su habitual mensaje. El erosionado programa del MAC estaría bastante ocupado sin necesidad de nuevas ocupaciones. El MAC estaba volando. Debía llevar acelerando unos cuantos minutos. Por el cambio de frecuencia, estaba adquiriendo velocidad suficiente como para escapar del Anillo de Humo… ¡a unas cuantas decenas de miles de kilómetros de la propia Disciplina!

Cuando la luz se apagase, Kendy enviaría el mensaje. El aire empezaba a aligerarse alrededor del MAC. La recepción sería buena.

—Kendy del Estado. Kendy del Estado. Kendy del Estado.

El sonido se detuvo, la terrible gravedad desapareció, todo al mismo tiempo. Los cuerpos eran como arcos destensados. Los ciudadanos, que no habían tenido aliento para gritar, empezaron a hacerlo.

Mientras los gritos reflejos cambiaban a gruñidos, el Grad pudo escuchar a Lawri diciendo:

—Jeffer. Nunca uses el motor principal a menos que quieras empujar el árbol.

El Grad sólo pudo asentir. Había capturado el mac, y… comida de árbol, todos lo sabían, si no lo hubiese matado le habría llevado a bordo del mac! Y entonces el Grad tocó la barra azul.

—Lawri —dijo—. Estoy abierto a sugerencias.

—Dale de comer al árbol.

El Grad escuchó una carcajada desde la popa… de Anthon. Debby le estaba aplastando el vientre duramente. El golpe le había doblado como una U, pero todavía se reía, y ella se unió a su risa.