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Kendy no había querido decirles que era posible que no sobrevivirían al volver a entrar. Las lecturas médicas indicaban que también ellos estaban unidos a él… y no se atrevería a arriesgarse a que le acusaran de eso.

Aquello lo cambiaba todo. Los salvajes podrían describir nuevamente a Kendy y la Disciplina. Podría detenerles, naturalmente, radiando algún curso erróneo para desviar el MAC. ¿O malgastarías los próximos y pocos minutos… adoctrinándolos sobre el Estado? Imposible. Podría dar un paso trivial en aquella dirección, y entonces intentaría impresionarlos diciéndoles que era necesario que volvieran a ponerse en contacto con él otra vez.

Y, cuando lo hicieran —años o décadas en el futuro— el podría empezar el trabajo por el que había esperado medio millar de años.

La cara habló.

—Habéis controlado la fuga. Bien hecho. Ahora debéis matar al amotinado. El motín no es tolerado por el Estado.

Mark palideció. Lawri empezó a hablar; el Grad la adelantó.

—Le juzgaremos cuando volvamos.

—¿Dudáis de su culpabilidad?

—Eso es lo que se decidirá —dijo el Grad. En aquel momento él mismo podía ser acusado de amotinamiento, ¿pero qué otra cosa podía hacer? Si Mark no hablaba para salvarse, Lawri lo haría por él. / Y soy yo quien capitanea el mac!

—La justicia es rápida en el Estado…

El Grad contraatacó.

—La justicia es certera en la Mata de Quinn.

—Nuestra rapidez puede depender de la comunicación instantánea, cosa de la que vosotros carecéis. —La cara había empezado a hablar más grave y rápidamente, como si tuviera prisa—. Muy bien. Tengo muchas cosas que deciros. Puedo daros la comunicación instantánea y energía que depende de la luz solar en vez de los músculos. Puedo hablaros de un universo que hay más allá de lo que conocéis. Puedo enseñaros a unir todas vuestras pequeñas tribus en un único y gran Estado, y unir vuestro Estado a las estrellas que habéis visto ahora por primera vez. Venid a mí tan pronto como podáis…

La voz de Kendy murió de un modo peculiar, desvaneciéndose en simple ruido, mientras la cara brutal se desvanecía en un aluvión de colores. Luego la voz se calló, y la forma tormentosa se diluyó hacia Gold, que brillaba azul y blanco a través de la ventana arqueada.

Veintidós — El Árbol de los Ciudadanos

Las lecturas de Kendy empezaban a empañarse. Frustrantemente, las cámaras ventral y de popa del MAC funcionaban perfectamente. Tenía dos vistas excelentes de las estrellas y de la atmósfera del Anillo de Humo. El plasma derivaba como una corriente por la cámara dorsal, y Kendy vio las líneas espectrales de silicio y metales: los signos de que el casco del MAC estaba hirviendo ya. Habría cierta ablación, pero no más de la que se hubiera esperado cuando el MAC era nuevo.

Dentro de la cabina el contenido de CO2 estaba creciendo. El traqueteo parecía lo bastante fuerte como para ablandar la carne. Los pasajeros estaban sufriendo: bocas abiertas, pechos jadeantes. La temperatura era más alta de lo normal y seguía subiendo. Una barrosa silueta soltó sus bandas de seguridad y se tambaleó para colocar la ropa en otra parte. Kendy no podía conseguir lecturas médicas a causa de la creciente ionización, pero el piloto ya había estado anteriormente bajo una tensión terrible… Era difícil saber si el MAC iba a vivir o a morir. Kendy no estaba seguro de cuál de las dos opciones era de su preferencia.

Había desperdiciado una oportunidad.

El principio era simple y ya le había servido al Estado antes. Para favorecer la causa, un converso en potencia recibía la orden de cometer algún crimen obsceno. Después de aquello, no podría nunca repudiar la causa. A menos que admitiera que había cometido una abominación.

La advertencia también era simple. Uno nunca debe dar una orden hasta estar seguro de que va a ser obedecida.

Kendy estaba avergonzado y furioso. Había tratado de ganarse su lealtad ordenándoles una ejecución. ¡Y en vez de conseguirlo casi les había conducido al motín! Había tenido que echarse atrás amable, y rápidamente. No tendría oportunidad de recuperarse de aquello, pues la ionosfera ya estaba alzándose alrededor del MAC, cortando las comunicaciones. Sus lecturas médicas le decían que, de alguna manera, todavía estaban unidos a él. ¡No debía haberles forzado a hacerlo! No sabía lo suficiente como para adivinar lo que estaban ocultando.

Ya era tarde. Si ahora enviaba alguna corrección del curso que resultase letal, la ionización podría mutilarla. Si sobrevivían hablarían de un Kendy poderoso pero fácil de engañar, un Kendy que podía ser intimidado… Si morían… Kendy quedaría como una leyenda oculta en algún brumoso pasado.

La vista delantera era una desdibujada silueta de fuego mientras el MAC se hundía profundamente en la atmósfera. Había perdido hasta los sensores de la cabina…

Había una llama frente a ellos, de azul transparente, extendiéndose hacia los lados. El Grad sintió calor en la cara. Debían estar perdiendo aire nuevamente: el negro hielo que bordeaba la ventana arqueada se había convertido en lodo… lodo burbujeante. Se había equivocado. La masa de aire que ardía ante el arco estaba entrando. Había cosas que llegaban hasta ellos. Pequeñas cosas que quitaban la esperanza; aunque no les produjeran daño. Manchas de sangre que se volvían negros y se evaporaban. Los objetos más grandes podían ser evitados. Sus manos estrangulaban los brazos de la silla. Intentar dirigir el mac a través de aquello estaba resultando bastante complicado. La vista de Lawri conduciendo producía horror. Desde su rígida postura, marcada la mandíbula y los dientes apretados, Lawri parecía a punto de empezar a chillar histéricamente. Sus manos se cernían como garras, extendidas, abiertas, pulsando súbitamente los guiones azules. Las propias manos del Grad se crisparon cuando Lawri fue demasiado lenta como para ver el peligro.

Todas las sillas estaban ocupadas. Los ciudadanos habían objetado en contra, pero el Grad se había limitado a gritar hasta que lo consiguió; el cadáver de Horse fue amarrado a los utensilios de la carga; Mark, el hombre de plata de espaldas, aseguraba las ataduras de la carga con su fuerza anormal; Clave junto a él, jurando que su propia fuerza era suficiente; todos estaban atados a sus asientos lo que les daba cierta protección, incluso los gigantes de la jungla se enfrentaban al empuje desde la proa. La reentrada no era como cuando se usaba el motor principal. Era como un ataque. El aire intentaba despedazar el mac en fragmentos de ardiente materia estelar.

Lawri había pasado media vida en el mac. Ella podía hacerlo mejor que el Grad, así que insistió, con toda razón. El Grad se agarró a los brazos de la silla y esperó a estrellarse como un escarabajo.

El mac caía hacia adentro y hacia el este. Los árboles integrales se veían en escorzo… cuatro pares de puntos verdes, difíciles de ver… Lawri los vio: propulsores encendidos. Un trozo de pelusa verde, con la muerte por delante… Lawri encendió los propulsores de babor… el mac giró lentamente, estremeciéndose como el aire inflamado que volaba por la parte exterior de la nariz. Los propulsores delanteros: el mac se echó hacia atrás, también lentamente, mientras la pelusa se hinchaba hasta convertirse en una jungla que se aproximaba.

A popa, un gruñido de dolor. Clave había perdido el equilibrio y se había golpeado. El hombre de plata lo estaba sujetando, apoyándole una mano sobre el pecho.

El Grad vio pájaros y flores escarlatas antes de que la jungla quedara atrás. Lawri colocó de nuevo la proa hacia adelante. Un estanque de un klomter de diámetro desapareció cuando lo golpearon; goterones de niebla resonaron en el casco como una miríada de pequeños carrillones mientras lo atravesaban. Había más escombros que nunca.