Hace unos minutos, poco después de que encendieran las luces, me he vuelto para observar más de cerca a esta multitud que reía y conversaba alegremente detrás de mí. Es gente de todas las edades la que deambula por la escollera: familias con niños, parejas, gente mayor, jóvenes cogidos del brazo. A poca distancia, detrás de mí, hay un grupo de seis o siete personas que ha despertado en mí cierta curiosidad. Como es natural, al principio he pensado que era un grupo de amigos que habían salido a dar un paseo. Pero al escuchar sus conversaciones, he comprobado que no se conocían y que simplemente habían coincidido aquí, justo detrás de mí. Por lo visto, se han parado un momento al encenderse las luces, y después se han puesto a hablar entre ellos. Ahora, mientras les observo, se ríen. Resulta curioso que la gente pueda congeniar tan fácilmente y con tanta rapidez. Quizá lo único que una á estas personas sea la ilusión por la noche que les espera, aunque, francamente, me pregunto si el hecho de que estén ahora juntos no se debe más bien a su capacidad para gastarse bromas. Ahora que percibo bien lo que dicen, no oigo más que chistes. Supongo que así actúa mucha gente. Es posible que mi interlocutor, el hombre que estaba aquí sentado, esperara que mantuviésemos una conversación más divertida. Creo que si ése era el caso, le debo de haber decepcionado. Sí, creo que ya va siendo hora de que empiece a abordar en serio este asunto de las bromas. Después de todo, y pensándolo bien, no puede ser un pasatiempo tan estúpido, especialmente si resulta cierto que el gastar bromas es la clave del calor humano.
Por otra parte, también se me ocurre que el patrón que espera de un profesional que éste sea capaz de gastar bromas, tampoco le está exigiendo una tarea tan disparatada. Es cierto que ya he dedicado mucho tiempo a desarrollar mis cualidades humorísticas; sin embargo, es posible que no haya puesto todo mi empeño en la labor. Cuando mañana regrese a Darlington Hall, considerando que mister Farraday aún estará ausente otra semana, empezaré a ejercitarme de nuevo con más ánimo. Así, cuando mi patrón vuelva, espero poder darle una grata sorpresa.