ESPECIE # 13.612.71425.88812
MUNDO NATAL: MATADERO
NOMBRE COMÚN: GATOS DEL INFIERNO
Rica no tenía ni la menor idea de lo que podía ser un gato del infierno, pero no sentía tampoco ningún deseo especial de averiguarlo. Había oído hablar de Matadero, por supuesto, un mundo pequeño y bastante raro que había engullido a tres oleadas sucesivas de colonizadores y cuyas formas de vida se creía que eran muy poco agradables. Pero, ¿serían lo bastante desagradables para abrise paso a dentelladas por el traje metálico de Nevis? Le parecía dudoso.
INICIANDO APERTURA
¿Cuántas criaturas pensaba escupir la nave? Unas cuarenta y algo, recordó.
—Maravilloso —dijo con voz apagada. La nave se iba a llenar con más de cuarenta monstruos famélicos, cualquiera de ellos perfectamente capaz de comerse a la hija favorita de su madre para desayunar. No, esto no iba a ser nada útil. Rica se levantó y examinó el puente. ¿A qué estación debía acudir para ponerle fin a esta mascarada?
TERMINADA
Rica se dirigió con paso decidido a la zona que antes había identificado como la estación encargada de los procedimientos defensivos y le indicó que cancelara su programación actual.
ESPECIE # 76.102.95994-12965
MUNDO NATAL: JAYDEN DOS
NOMBRE COMÜN: TELARAÑA AMBULANTE
Ante ella parpadeó una hilera de luces y la pequeña pantalla de la consola le indicó que la esfera defensiva exterior del Arca estaba desconectada. Pero, mientras tanto, en la pantalla principal seguían desfilando los mensajes.
INICIANDO APERTURA
Rica dejó escapar un chorro de maldiciones. Sus dedos se movieron velozmente sobre la consola intentando distinguir el sistema que no controlaba la esfera defensiva exterior (la cual, por otra parte, deseaba siguiera conectada) y que dirigía la fase dos de la biodefensa. La máquina no parecía comprenderla muy bien.
TERMINADA
Finalmente logró obtener una respuesta del tablero: estaba en la consola equivocada. Torció el gesto y se dio la vuelta. Naturalmente. Esta consola controlaba la defensa exterior y los sistemas de armamento. Tendría que haber alguna estación encargada del biocontrol.
ESPECIE # 54.749.37377.84921
MUNDO NATAL: PSC92, TSC749, SIN NOMBRE
NOMBRE COMÜN: ARIETE RODANTE
Rica se dirigió a la estación contigua.
INICIANDO APERTURA
El sistema respondió a su petición de que cancelara los procedimientos con una pregunta algo perpleja. No había ningún procedimiento activado en este subsistema.
TERMINADA
Cuatro, pensó Rica con amargura. —Ya es suficiente —dijo en voz alta. Se dirigió hacia la siguiente estación y tecleó en ella una orden de cancelación. Luego, sin esperar a que se produjera o no algún efecto, fue a la consola siguiente y tecleó otra orden de cancelación, acto seguido corrió a la siguiente.
ESPECIE # 67-001-00342-10078
MUNDO NATAL: TIERRA (EXTINGUIDO)
NOMBRE COMÚN: TlRANOSAURUS REX
Ahora estaba corriendo. Carrera, teclear la orden, carrera, teclear la orden, carrera…
INICIANDO APERTURA
Dio la vuelta a todo el puente tan rápidamente como le fue posible. Cuando hubo terminado no estaba segura de qué orden y de qué estación habían sido las buenas, pero en la pantalla se leía el siguiente mensaje:
CICLO DE APERTURA CANCELADO
BIOARMAS ABORTADAS: 3
BIOARMAS LIBERADAS: 5
BIOARMAS PREPARADAS y DISPONIBLES: 39
BIODEFENSA FASE DOS (MACRO)
INFORME TERMINADO
Rica Danwstar permaneció inmóvil con los brazos en jarras y el ceño fruncido. Cinco sueltos. No estaba demasiado mal, después de todo. Creyó que lo había conseguido cuando sólo iban cuatro, pero debía haber tardado una fracción de segundo más de la cuenta. Oh, bueno, de todos modos, ¿qué diablos era un tiranosaurus rex?
Al menos, ahí fuera no había nadie más que Nevis.
Sin la cinta para guiarle, Jefri Lion no había tardado demasiado en perderse a través del laberinto de corredores interconectados. Había acabado adoptando una política muy sencilla: escoger los más anchos con preferencia a los demás, girar a la derecha si los corredores tenían el mismo tamaño y bajar siempre que resultara posible. De momento, parecía funcionar. Ya había oído un ruido.
Se pegó a la pared más próxima, aunque su intento de ocultarse resultó algo comprometido por el incómodo bulto del cañón de plasma que llevaba a la espalda, y escuchó. Sí, estaba claro que era un ruido y que estaba por delante de él. Pisadas. Pisadas bastante ruidosas aunque todavía algo lejanas y que venían en su dirección. Debía de ser Kaj Nevis dentro de su traje de combate.
Sonriendo con satisfacción, Jefri Lion quitó el cañón de plasma del soporte y empezó a montar su trípode.
El tiranosaurio lanzó un rugido. Haviland Tuf pensó que el sonido era francamente aterrador. Apretó los labios con firmeza en una mueca de disgusto y logró meterse, otro medio metro más, hacia el interior del nicho. Decididamente, no estaba nada cómodo. Tuf era un hombre de gran tamaño y aquí dentro no había mucho sitio. Estaba sentado con las piernas dificultosamente dobladas bajo el cuerpo, tenía la espalda tan retorcida que empezaba a dolerle y cada vez que movía la cabeza se golpeaba con la parte superior del nicho. Sin embargo, no le parecía la peor de las situaciones posibles. El lugar era pequeño, cierto, pero le había ofrecido refugio y había logrado ser lo bastante rápido como para llegar hasta él. También había sido una suerte que el banco de trabajo, con todos sus servomecanismos, su terminal de ordenador y su microvisor, estuviera dispuesto sobre una mesa de metal muy gruesa que iba sólidamente sujeta al suelo ya la pared, no siendo la frágil pieza de mobiliario habitual que habría podido ser fácilmente barrida a un lado.
De todos modos, Haviland Tuf no estaba del todo complacido consigo mismo. Tenía la sensación de estar haciendo el ridículo y de que su dignidad había sido seriamente puesta a prueba. No cabía duda de que su habilidad para concentrarse en lo que tenía entre manos, en un momento dado, resultaba digna de elogio pero, con todo, dicho grado de concentración bien podía considerarse como un defecto si le permitía a un reptil carnívoro de siete metros de alto acercársele sin ser advertido.
El tiranosaurio lanzó otro rugido. Tuf pudo sentir cómo la pared vibraba por encima de su cabeza y de pronto las enormes fauces del dinosaurio aparecieron unos dos metros por delante de su rostro al inclinarse la bestia hacia él, apoyándose en su gruesa cola para no perder el equilibrio e intentando cogerle. Por fortuna la cabeza del reptil era demasiado grande y el nicho demasiado pequeño. El tiranosaurio se apartó y lanzó un alarido de frustración que hizo rebotar un sinfín de ecos por toda la estancia. Su cola se agitó nerviosamente estrellándose contra la mesa de trabajo y haciéndola temblar. Algo se hizo pedazos en lo alto de la mesa y Tuf frunció el ceño.
—Vete —dijo con toda la firmeza de que fue capaz, apoyando las manos sobre su estómago e intentando que su expresión fuera de lo más inmutable.
El tirano saurio no le hizo el menor caso. —Tus vigorosos esfuerzos no te servirán de nada —le indicó Tuf—. Eres demasiado grande y la mesa es demasiado resistente, como ya habrías comprendido si tuvieras el cerebro algo mayor que una seta. Lo que es más, indudablemente eres un clon, producido mediante el registro gen ético contenido dentro de un fósil y, por lo tanto, podría decirse que yo tengo más derecho a la vida que tú, dado que tú eres un ser extinguido y deberías seguir en tal estado. ¡Largo de aquí!