– Vámonos -me instó Edward.
Miré atrás hacia Jacob, con el corazón dividido. ¿Volvería a verle otra vez?
– Lo siento -susurró él tan bajo que tuve que leerle los labios para entenderlo-. Adiós, Bella.
– Lo prometiste -le recordé con desesperación-. Prometiste que siempre seríamos amigos, ¿de acuerdo?
Jacob sacudió la cabeza lentamente, y el nudo de mi garganta casi me estranguló.
– Ya sabes que intenté mantener esa promesa, pero… no veo cómo va a ser posible. No ahora… -luchó para no mover su dura máscara de lugar, pero ésta vaciló y después desapareció-. Te echaré de menos -articuló con los labios. Una de sus manos se alzó hacia mí con los dedos extendidos, como si deseara que fueran lo suficientemente largos para cruzar la distancia entre los dos.
– Yo también -contesté ahogada por la emoción. Mi mano también se alzó hacia la suya a través del amplio espacio.
Como si estuviéramos conectados, el eco de su dolor se retorció dentro de mí. Su dolor, mi dolor.
– Jake…
Di un paso hacia él. Quería pasar mis brazos por su cintura y borrar esa expresión de sufrimiento de su rostro. Edward me empujó hacia atrás de nuevo, sujetándome más que defendiéndome con los brazos.
– Todo va bien -le prometí, y alcé la vista para leer su rostro con la verdad en mis ojos. Supuse que él lo entendería.
Pero sus ojos eran inescrutables y su rostro inexpresivo. Frío.
– No, no va bien.
– Suéltala -rugió Jacob, furioso otra vez-. ¡Ella quiere que la sueltes!
Dio dos zancadas hacia delante. Un destello llameó en sus ojos en anticipación a la lucha. Su pecho pareció ondularse cuando se estremeció.
Edward volvió a empujarme detrás de él y se dio la vuelta para encarar a Jacob.
– ¡No! ¡Edward…!
– ¡ISABELLA SWAN!
– ¡Vámonos! ¡Charlie está como loco! -mi voz estaba llena de pánico, pero ahora no por Charlie-. ¡Date prisa!
Tiré de él y se relajó un poco. Me empujó hacia atrás lentamente. Mientras nos retirábamos, no perdió de vista a Jacob…
… que nos miró con el oscuro ceño fruncido en su rostro amargo. La expectativa de la lucha desapareció de sus ojos y entonces, justo antes de que el bosque se interpusiera entre nosotros, su cara se contrajo llena de pena.
Supe que este último atisbo de su rostro me perseguiría hasta que volviera a verle sonreír.
Y justo allí me juré que volvería a contemplar su sonrisa, y pronto. Encontraría la manera de que continuara siendo mi amigo.
Edward mantuvo su brazo ceñido a mi cintura, conservándome cerca de él. Esto fue lo único que impidió que rompiera a llorar.
Tenía varios problemas realmente serios.
Mi mejor amigo me contaba entre sus peores enemigos.
Victoria seguía suelta, poniendo a toda la gente que amaba en peligro.
Los Vulturis me matarían si no me convertía pronto en vampiro.
Y ahora parecía que si lo hacía, los licántropos quileutes tratarían de hacer el trabajo por su cuenta, además de intentar matar a mi futura familia. No creo que tuvieran ninguna oportunidad en realidad, pero ¿terminaría mi mejor amigo muerto en el intento?
Eran problemas muy, muy serios. Así que ¿por qué me parecieron todos repentinamente insignificantes cuando salimos de detrás del último de los árboles y vi la expresión del rostro purpúreo de Charlie?
Edward me dio un apretón suave.
– Estoy aquí.
Respiré hondo.
Eso era cierto. Edward estaba allí, rodeándome con sus brazos.
Podría enfrentarme a cualquier cosa mientras eso no cambiara.
Cuadré los hombros y fui a enfrentarme con mi suerte, llevando al lado al hombre de mis sueños en carne y hueso.
Agradecimientos
Todo mi amor y mi gratitud a mi esposo y a mis hijos por su comprensión y sacrificio constantes y por su apoyo en mi tarea de escritora. Al menos, no soy la única beneficiada; estoy convencida de que muchos restaurantes locales también agradecen que no haya vuelto a cocinar.
Gracias, mamá, por ser mi mejor amiga y permitirme que te caliente la cabeza con todas mis dificultades. Además, gracias por ser tan locamente creativa e inteligente, y por haber insuflado un poco de todas esas virtudes en mi mezcla genética.
Gracias a todos mis hermanos, Emily, Heidi, Paul, Seth y Jacob, por dejarme tomar prestados vuestros nombres. Espero no haber hecho con ellos nada por lo que hayáis tenido que arrepentiros de llamaros así.
Debo un agradecimiento especial a mi hermano Paul por sus lecciones para montar en moto; tienes un gran don para la enseñanza.
Nunca podré agradecerle lo suficiente a mi hermano Seth todo el talento y el trabajo duro invertidos en la creación del sitio www.stepheniemeyer.com. Aún estoy en deuda contigo por el esfuerzo que continúas haciendo como mi Webmaster. Mira el correo, chaval. Esta vez lo digo en serio.
Gracias de nuevo a mi hermano Jacob por su permanente y experto asesoramiento en todas mis dudas sobre automóviles.
Muchas gracias a mi agente, Jodi Reamer, por su guía y apoyo continuos en mi carrera, y también por soportar mi locura con una sonrisa., cuando sé que en vez de eso preferiría usar conmigo alguno de sus ataques ninja.
Mi cariño, besos y gratitud a mi publicista, la hermosa Elizabeth Eulberg, por hacer que mis giras se parecieran más a una fiesta de pijamas que a una lata, por su ayuda y sus consejos en mis cacerías cibernaúticas, y por convencer a esos esnobs exclusivos del EEC (Elizabeth Eulberg Club) para que me admitieran y, ¡ah, sí!, también por lograr que entrara en la lista de más vendidos del New York Times.
Un montón de gracias para todo el equipo de Little, Brown and Company por su apoyo y su confianza en el potencial de mis historias.
Y finalmente, gracias a esos músicos llenos de talento que me inspiraron, en especial, la banda Muse. Hay emociones, escenas e hilos de la trama en esta novela que surgieron de las canciones de Muse y que no existirían sin su genio. También a Linkin Park, Travis, Elbow, Coldplay, Marjorie Fair, My Chemical Romance, Brand New, The Strokes, Armor For Sleep, The Arcade Fire y The Fray, que han sido todos instrumentos imprescindibles para conjurar el bloqueo del escritor.
Stephenie Meyer
Stephenie Meyer se graduó en la Brigham Young University con una licenciatura en Inglés. Actualmente vive con su marido y sus tres hijos pequeños en Phoenix, Arizona.
Dotada de un talento muy especial, Stephenie ha sabido cautivar el corazón de millones de lectores y granjearse un lugar muy destacado en el panorama de la novela paranormal juvenil.
[1] [N. del T.] University of Southern California.
[2] [N. del T.] Piloto de motos de conducción temeraria que entró en el libro Guinness de los récords por el número de huesos rotos.