—No —respondió él—. ¿Debería hacerlo?
—No es cuestión de lo que deberías hacer, Bobby, sino que eso es precisamente lo que hace la mayoría de la gente… sin que haya que empujarla.
—Y tú supones que eso tiene algo que ver con mi implante. Mira, confío en mi padre. Sé que todo lo que hizo fue pensando en lo que habría de ser mejor para mí.
—Está bien. —Se inclinó para besarlo. —No es asunto mío. No volveremos a hablar de eso.
Por lo menos —pensó ella con un estremecimiento de culpa— no hasta que yo obtenga un análisis de los datos que ya recogí del borne de tu cabeza… sin tu conocimiento ni tu autorización. —Se acurrucó más cerca de él y con un brazo le envolvió el pecho, en gesto de protección.
De manera aterradoramente repentina, luz de linternas se derramó sobre ellos.
Kate tiró con toda prisa de la manta hasta tapar su pecho, sintiéndose absurdamente expuesta y vulnerable. La linterna que refulgía en sus ojos la encandilaba, ocultando al grupo de gente que estaba más allá: eran dos, tres personas. Llevaban uniformes oscuros.
Y estaba el inconfundible corpachón de Hiram, los brazos en jarras, la mirada clavada en ella.
—No pueden esconderse de mí —dijo Hiram, seguro de sí mismo. Con un gesto señaló la imagen que mostraba la cámara Gusano: —Apaguen esa maldita cosa.
La imagen se convirtió en puntos cuando el enlace de agujero de gusano con la oficina de Billybob se interrumpió.
—Ms. Manzoni, tan sólo por haber entrado acá sin permiso violó toda una serie de leyes. Y ni qué hablar del intento de violar la vida privada de Billybob Meeks. La Policía ya está en camino. Tengo mis dudas respecto de si podré hacer que la encierren en la cárcel—, aunque le juro que voy a hacer todo lo posible para que así sea, pero sí le puedo asegurar que nunca volverá a trabajar en el campo de su profesión.
Kate mantuvo una mirada desafiante y llena de cólera. Pero por dentro sintió que su firmeza se derrumbaba: sabía que Hiram tenía el poder para hacer exactamente lo que decía.
Bobby estaba acostado de espaldas, relajado.
Kate le dio un codazo en las costillas.
—No te entiendo, Bobby. Te espía. ¿Eso no te molesta?
Hiram se paró ante ella, amenazante.
—¿Por qué habría de molestarle? —A través de la luz que la encandilaba, Kate pudo ver gotas de sudor que brillaban sobre la coronilla calva de Hiram, la única señal de su furia. —Soy su padre. Lo que me molesta es usted, Ms. Manzoni. Para mí resulta evidente que usted está envenenando la mente de mi hijo. Tal como… —Se detuvo bruscamente.
Kate le devolvió la mirada asesina.
—¿Como quién, Hiram? ¿Como su madre?
La mano de Bobby aferró su brazo.
—Retrocede, papá. Kate, era seguro que él deduciría esto en algún momento. Escuchen, los dos, encontremos una solución de triunfo-triunfo para todo esto. ¿No es eso lo que siempre me dijiste, papá? —dijo con impulsividad—. No la eches a Kate. Dale un empleo. Aquí, en Nuestro Mundo.
Hiram y Kate hablaron en forma simultánea:
—¡¿Estás loco?!…
—¡Bobby, eso es absurdo! Si crees que voy a trabajar para esta alimaña…
Bobby alzó las manos en gesto de apaciguamiento.
—Papá, piénsalo un poco. Para explotar esta tecnología vas a necesitar los mejores periodistas de investigación, ¿no es cierto? Incluso con la cámara Gusano no puedes sacar a relucir una noticia si no tienes pistas.
Hiram resopló.
—¿Y con eso me quieres decir que ella es la mejor?
Bobby arqueó las cejas.
—Ella está aquí, papá. Descubrió todo acerca de la cámara Gusano. Hasta la empezó a usar. Y en cuanto a ti, Kate…
—Bobby, se va a congelar el infierno antes de que…
—Tú ya sabes lo de la cámara Gusano. Hiram no te puede dejar ir con ese conocimiento. Así que… no te vayas. Ven a trabajar aquí. Tendrás la delantera sobre cualquier otro condenado reportero del planeta. —Bobby miró a uno y a otro de sus interlocutores.
Hiram y Kate se lanzaron miradas asesinas.
Fue Kate la que habló:
—Yo insistiría en terminar mi investigación sobre Billybob Meeks. No me importa los vínculos que usted tiene con él, Hiram. Ese hombre es un mentiroso, un criminal en potencia y un traficante de drogas. Y…
Hiram lanzó una carcajada.
—¿Me está imponiendo condiciones?
Bobby dijo:
—Papá, por favor, tan sólo piénsalo. Por mC.
Hiram se alzó amenazador ante Kate, en su cara había un gesto de furia salvaje.
—Quizá tenga que aceptar esto. Pero no va a separar a mi hijo de mí. Espero que entienda eso. —Se enderezó y Kate se descubrió temblando de miedo.
—A propósito —Hiram le dijo a Bobby—, tenías razón.
—¿Respecto de qué?
—De que te amo. De que debes confiar en mí. De que todo lo que hice por ti lo hice pensando en lo mejor para ti.
Kate quedó boquiabierta.
—¿Usted lo oyó decir eso? —Pero por supuesto que sí; era probable que Hiram lo hubiera oído todo.
Los ojos de Hiram estaban sobre Bobby.
—Porque tú sí me crees, ¿no?… ¿No?
8. PRIMICIAS SENSACIONALES
De Hora de Noticias Internacionales de Nuestro Mundo,
21 de junio de 2036:
Kate Manzoni (dirigiéndose a la cámara):
La real posibilidad, revelada aquí de manera exclusiva, de un conflicto armado entre Escocia e Inglaterra, y que en consecuencia, por supuesto, arrastraría a Estados Unidos de América, es el suceso más significante convertido en la nota central de este siglo nuestro: la batalla por el agua. Las cifras son rigurosas: menos del uno por ciento de la provisión mundial de agua es adecuada y accesible para su empleo por seres humanos. A medida que las ciudades se expanden y disminuye la tierra disponible para la actividad agrícola, la demanda de agua es cada vez más aguda. En algunas partes de Asia, del Oriente Medio y de África, el agua disponible de las napas superficiales ya se usó por completo, y los niveles de agua subterránea han ido disminuyendo durante décadas.
A comienzos de siglo, el diez por ciento de la población del mundo no tenía suficiente agua para beber. Ahora, esta cifra se triplicó; y se espera que para 2050 llegue a un alarmante setenta por ciento.
Nos hemos habituado a ver conflictos cruentos por la obtención de agua, por ejemplo, en China; y por las aguas del Nilo, del Eufrates, del Ganges y del Amazonas, lugares en los que el recurso en disminución se tiene que compartir, o en los que, acertada o equivocadamente, se percibe que el o los vecinos posee más agua que la que necesita. En este país se hicieron llamamientos al Congreso para que el Estado aplique más presión sobre los gobiernos canadiense y de Québec para que dejen pasar más agua a Estados Unidos, en especial al Medio Oeste, que se está convirtiendo en un desierto. De todos modos, la idea de que conflictos así pudieran llegar hasta el desarrollado mundo occidental, y reiterando nuestra revelación exclusiva, causa conmoción la noticia que una incursión armada contra Escocia, que garantizara los suministros de agua, es una cuestión considerada seriamente por el gobierno del Estado inglés.
Ángel McKie (fuera de cámara): Es de noche, y nada se mueve. Esta isla pequeña, engarzada como una joya en el mar de Filipinas, tiene nada más que medio kilómetro de longitud. Y, aun así, hasta ayer más de mil personas vivían aquí, apretujados en viviendas destartaladas que se extendían por estas tierras bajas hasta la línea de altamar. Incluso hasta ayer los niños jugaban a lo largo de esta playa.