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Ahora, nada queda. Ni siquiera el cuerpo de los niños. El huracán Antony, el más reciente en desprenderse de la, en apariencia, permanente tormenta de El Niño, que sigue sembrando estragos alrededor de la costa del Pacífico, tocó este sitio brevemente, pero fue tiempo suficiente como para destruir todo lo que esta gente había construido en el transcurso de generaciones.

El Sol todavía se tiene que alzar sobre esta devastación. Ni siquiera las partidas de rescate han arribado aún. Estas imágenes llegan a ustedes de manera exclusiva por medio de una unidad remota transmisora de noticias perteneciente a Nuestro Mundo que, una vez más, dice presente en la tarea de dar a conocer las noticias antes que el resto de las cadenas informativas.

Regresaremos a estas escenas cuando lleguen los primeros helicópteros de auxilio, que se espera arriben desde el continente, de un momento a otro; y, mientras tanto, les vamos a mostrar un panorama submarino del arrecife de coral. Éste era el último remanente de una gran comunidad de arrecifes que tapizaba el estrecho de Tanon y el austral de Negros, que fue destruido hace tiempo ya, en su mayoría por la actividad pesquera mediante el empleo de dinamita. Ahora este último sobreviviente, conservado por una generación de dedicados expertos, ha sido arrasado…

Willoughby Cott (fuera de cámara) …ahora podemos ver ese gol otra vez, mientras viajamos sobre el hombro de Staedler con el dispositivo Tal-Como-Lo-Ve-El-Deportista, exclusivo de Nuestro Mundo.

Se puede ver la línea de defensores que está frente a Staedler, empujando hacia adelante a medida que él se aproxima, en espera de que este jugador haga un pase que lo dejaría a Cramer descolocado. Pero, en vez de eso, Staedler se aleja del jugador de ala y enfila hacia lo profundo del medio campo, esquiva a uno de los defensores, después al segundo, el arquero no sabe qué amenaza contrarrestar, si la de Staedler o la de Cramer, y aquí ustedes pueden ver la brecha que Staedler divisó, abriéndose en el poste cercano, imprime una súbita descarga de energía para acelerar, y… ¡dispara! Y ahora, gracias a la tecnología exclusiva de Nuestro Mundo para la obtención de imágenes desde el campo de juego, estamos viajando con la pelota, cuando ésta describe un arco hacia el interior de esa esquina superior, y la multitud de Beijing está en éxtasis…

Simón Alcalá (fuera de cámara)… en los bloques siguientes les traemos más imágenes exclusivas, detrás del escenario, de la visita de la zarina rusa Irina a una importante boutique de Johannesburgo… ¿Y qué estaba haciendo la hija de Madonna, después de haberse modificado la nariz en esta exclusiva clínica de cirugía cosmética de Los Angeles ? Los paparazzi de Nuestro Mundo: ¡Los llevamos hasta el interior de la vida de los famosos… con o sin su permiso! Pero primero: ¡He aquí una Asamblea General de la que nos gustaría ver más! Ayer, a la hora del almuerzo, la secretaria general Halliwell de las Naciones Unidas se tomó un respiro de la conferencia que se realiza en Cuba sobre la Iniciativa de la unesco para la Hidrología del Mundo. Halliwell creyó que este jardín en una terraza era seguro, y tuvo razón… bueno, casi la tuvo. El techo está cubierto por un espejo que permite ver desde sólo uno de los lados: deja pasar los rayos calmantes del sol, pero evita las miradas fisgoneantes… ¡Es decir, las miradas de todos, pero no las nuestras! Bajemos ahora a través del techo —sí, a través del techo— y ahí está ella, y por cierto que es un espectáculo muy agradable ver a la secretaria mientras disfruta sin ropa alguna de la filtrada luz del Sol caribeño. A pesar del techo espejado, Halliwell es cautelosa, ustedes pueden ver que se está cubriendo cuando un avión liviano pasa por encima… ¡Pero debió haber sabido que no se puede ocultar de Nuestro Mundo! Como podrán apreciar, el Señor Gravedad ha sido amable con nuestra secretaria generaclass="underline" Halliwell sigue teniendo una belleza tan deslumbrante como la que ostentaba cuando paseaba su ondulante figura por los escenarios del mundo hace cuarenta años… pero la pregunta es: ¿Es ella la Halliwell original o ha aceptado un poquito de ayuda…?

9. EL AGENTE

Cuando elfbi se puso al día con los asuntos de Hiram, Kate sintió que la inundaba el alivio.

Se había sentido más que feliz de dar las primicias sensacionales del mundo… pero habría estado haciendo eso de todos modos, con las cámaras Gusano o sin ellas. Y le producía una incomodidad cada vez mayor la idea de que una tecnología así de poderosa estuviera, de manera exclusiva, en las manos de un ruin capitalista megalómano como Hiram Patterson.

Dio la casualidad de que Kate estuviera en la oficina de Hiram el día que todo hizo crisis. Pero no resultó de la manera que la joven había esperado.

Kate estaba caminando de un lado para otro de la oficina, como una fiera enjaulada. Estaba discutiendo con Hiram, como siempre.

—¡Por el amor de Dios, Hiram!; ¿cuan poca cosa puede llegar usted a ser?

Hiram se reclinó en su sillón tapizado en imitación cuero y contempló por la ventana el centro comercial de Seattle, sopesando su respuesta.

Otrora, y eso Kate lo sabía, ésta había sido la suite presidencial de uno de los mejores hoteles de la ciudad. Aunque aún subsistía la gran ventana panorámica, Hiram no había retenido en absoluto los suntuosos adornos de esta habitación. Independientemente de cuáles fueran sus defectos, ser pretencioso no era uno de los que afectaban a Hiram Patterson. Ahora, la habitación era una oficina común y corriente de trabajo; el único mobiliario era la gran mesa de conferencias y su juego de sillas de respaldo vertical, una máquina para preparar café y un surtidor de agua. Corría el rumor de que Hiram tenía ahí una cama, enrollada en un compartimiento embutido en las paredes. Y, aun así, faltaba el toque de un ser humano, pensó Kate: ni siquiera había una sola imagen de un miembro de la familia… de los dos hijos, por ejemplo.

Pero quizá no necesita imágenes, pensó Kate con amargura. Quizá sus dos hijos eran suficiente trofeo.

—Así que —dijo Hiram con lentitud— ahora usted se auto designó como mi remaldita conciencia, Ms. Manzoni.

—Oh, vamos, Hiram. No es cuestión de conciencia. Mire, usted tiene un monopolio tecnológico que es la envidia de todas las demás empresas noticieras del planeta. ¿No puede ver cómo lo está desperdiciando? Chismes sobre la realeza rusa, programas con cámara oculta y tomas en la cancha de juegos de fútbol… No entré en esta profesión para fotografiar las tetas de la secretaria general de las Naciones Unidas.

—Esas tetas, como dice usted —contestó él secamente—, atrajeron a mil millones de personas. Mi preocupación primordial es derrotar a los competidores… y eso es lo que estoy haciendo.

—Pero se está convirtiendo en el paparazzi máximo. ¿Es ése el límite de su visión? Usted tiene tú… poder… para hacer el bien.

Hiram sonrió.

—¿El bien? ¿Qué tiene que ver el bien conmigo? Tengo que darle al público lo que el público quiere, Manzoni. Si no lo hago, algún otro bastardo lo hará. Sea como fuere, no entiendo de qué se está quejando: presenté su nota sobre la invasión de Escocia por Inglaterra. Eso fue una verdadera noticia por derecho propio.

—¡Pero usted la volvió insignificante al incluirla con basura de pasquín! Del mismo modo que usted hace que pierda importancia toda la cuestión de la guerra por el agua. Mire, la convención de las Naciones Unidas sobre hidrología fue un chiste…