Desde lo sublime hasta lo más abyecto. Hasta los modales habían cambiado. La gente parecía estar volviéndose un poco más tolerante con sus congéneres; siendo capaz de aceptar las diferencias y los defectos del prójimo… porque cada persona sabía que estaba bajo una mirada escrutadora también.
Mavens estaba diciendo:
—Sabe, es como si todos estuviéramos bajo reflectores en un escenario a oscuras. Ahora las luces del teatro están encendidas y podemos ver toda la sala hasta las bambalinas… nos guste o no. Supongo que usted oyó hablar de la vas —Vigilancia Mutuamente Asegurada—, una consecuencia del hecho de que todos portan una cámara Gusano: todos vigilan a todos. De pronto, nuestra nación está llena de ciudadanos corteses, cuidadosos, alerta. Pero eso puede ser dañino. Algunos parece que se están volviendo obsesivos de la vigilancia y no están dispuestos a hacer cosa alguna que los deje marcados como diferentes de la norma. Es como vivir en un pueblo pequeño dominado por la mirada curiosa…
—Pero seguramente la cámara Gusano ha sido, en el balance final, una fuerza que actuó para bien, como en Cielos Abiertos, por ejemplo.
El de Cielos Abiertos había sido el antiguo sueño del presidente Eisenhower sobre la transparencia internacional. Aun antes de la cámara Gusano se había producido la instrumentación de algo parecido a aquella visión, con reconocimiento aéreo, satélites de vigilancia, inspectores de armas. Pero siempre fue limitado: a los inspectores se los podía echar; a los silos de misiles ocultarlos con lonas mimetizadas.
—Pero ahora —dijo Mavens—, en este maravilloso mundo de la cámara Gusano, los estamos observando y sabemos que ellos nos observan a nosotros. Y nada se puede esconder. Los tratados para la reducción de armamentos se pueden verificar; varios conflictos armados quedaron congelados en una situación de impasse, al saber ambos bandos lo que estaba por hacer el otro. No sólo eso, sino que los ciudadanos también nos están observando a nosotros. Por todo el planeta…
Regímenes dictatoriales y represores, expuestos a la luz, se estaban derrumbando. Aunque algunos Estados totalitarios habían intentado utilizar la nueva tecnología como instrumento de opresión, la deliberada inundación con cámaras Gusano por parte de las democracias ha dado por resultado la apertura y la responsabilidad por las acciones. Esto era la extensión del trabajo pasado que habían realizado grupos tales como el Programa Testigo que, durante décadas, había suministrado equipos de videograbación a grupos que protegían los derechos humanos: Que la verdad libre el combate.
—Créame —dijo Mavens—, Estados Unidos la está sacando barata: el peor escándalo que sufriéramos hace poco fue que se diera a conocer los refugios contra el Ajenjo.
Ejercicio patético, hecho sin ánimo ni interés. Se trataba de un puñado de montañas ahuecadas y de minas transformadas cuyo propósito era servir como refugio para los ricos y poderosos o, por lo menos, para sus hijos, durante el Día del Ajenjo. La existencia de tales instalaciones se había sospechado desde hacía mucho. Cuando se las expuso a la opinión pública, los científicos demostraron con rapidez su inutilidad como refugios, causando burla la ingenuidad de sus constructores.
Mavens dijo:
—Si se piensa en esto, en cualquier otro momento del pasado, por lo general había para revelar escándalos mucho más graves que ése. Todos nos estamos volviendo más limpios. Hay quienes sostienen que podemos estar a punto, por fin, de conseguir un verdadero gobierno mundial que responda al consenso general… hasta una Utopía.
—¿Lo cree usted?
Mavens sonrió con amargura.
—Ni por un segundo. Tengo la sensación de que cualquiera que sea el sitio hacia el cual nos dirigimos, cualquiera que fuese el lugar al que la cámara Gusano nos estuviere llevando, es sin duda, mucho más extraño.
—Quizá —dijo David—. Supongo que nos tocó vivir en uno de los instantes en que se produce un cambio de perspectiva: la generación pasada fue la primera en ver la Tierra completa desde el espacio; la nuestra fue la primera en ver la verdadera historia completa… y la verdad sobre nosotros mismos. Sabe usted, yo tendría que estar en condiciones de enfrentarme a todo eso. —David forzó una sonrisa. —Acepte la palabra de un católico, agente especial Mavens. Crecí alentado en la creencia de estar bajo la mirada escrutadora de una especie de cámara Gusano… pero esa cámara era el ojo de Dios, que todo lo ve. Tenemos que aprender a vivir sin subterfugios ni vergüenza. Sí, es difícil para nosotros, difícil para mí. Pero, gracias a la cámara Gusano, tengo la impresión de que toda la gente se está volviendo algo más cuerda.
Y era notable que todo esto hubiera emanado de la aparición de un dispositivo del que Hiram, su fuerza impulsora, pensó, no era más que una cámara de TV más inteligente. Pero ahora Hiram, oculto quién sabe dónde, estaba a la manera de todos aquellos inventores desde Frankestein para acá, frente al peligro de que lo destruyera su propia máquina.
—Quizás en una generación, o en dos, esto nos deje purificados —dijo Mavens—, pero no toda la gente puede soportar que se la ponga al descubierto. La tasa de suicidios sigue siendo elevada… y le sorprendería saber cuánto de elevada. Y hay mucha gente, como Bobby, que desaparece de los registros (planillas de votantes, censos). Algunos hasta se extirpan de los brazos los implantes para seguimiento: los podemos ver, claro, pero no les podemos dar nombre. —Fijó la mirada en David. —Ésta es la clase de grupo al que creemos que Bobby y los demás se unieron. Se llaman a sí mismos Refugiados. Y ésa es la clase de gente cuya huella tenemos que seguir si queremos hallar a Bobby.
David frunció el entrecejo.
—Él hizo su elección. Puede que esté feliz.
—Está huyendo. En este preciso momento no tiene elección alguna.
—Si lo encuentra a él, también encuentra a Kate… y ella tendrá que cumplir su sentencia.
Mavens negó con movimiento de la cabeza.
—Puedo garantizar que eso no va a ocurrir. Ya se lo dije, tengo pruebas de su inocencia. Ya estoy preparando material para una nueva apelación. —Tomó el disco de datos y con él dio golpecitos en la mesa.
—Entonces —dijo el agente—, ¿no quiere usted tirarle un salvavidas a su hermano?
—¿Qué quiere que haga yo?
—Podemos encontrar el rastro de las personas con la cámara Gusano, mediante el sencillo procedimiento de seguirlas —dijo Mavens—. No es fácil y demanda mucho trabajo, pero es posible. Pero la búsqueda del rastro mediante el ojo se puede burlar. A un rastro obtenido por la cámara Gusano tampoco se lo puede identificar de manera confiable con una clave que vaya a algún indicador externo, ni siquiera a un implante: a los implantes se los puede extirpar, transferir, volver a programar, destruir. Así que un laboratorio de investigaciones delfbi estuvo trabajando en un método mejor.