Pues si el Sol se desplazaba hacia el centro de la nebulosa, los seres humanos podían construir un imperio interestelar sin llegar al borde de la nube.
La admiración creció dentro de él, súbita, inesperada. Soy privilegiado, pensó de manera diferente, por vivir en una época así. Algún día, supuso, un explorador con cámara Gusano iba a zarpar por debajo de la corteza de hielo de la luna y buscaría lo que fuere que hubiera en el núcleo y, quizás, equipos de investigadores restregarían la superficie del planeta que hay debajo, en busca de reliquias del pasado.
Envidiaba a esos futuros exploradores por la profundidad de su conocimiento. Y, sin embargo, sabía que, con toda seguridad, ellos envidiarían a la generación de él principalmente pues, como él había salido hacia las afueras con el frente en expansión de la exploración con cámara Gusano, había llegado aquí primero, y nadie más, en toda la historia, podría decir eso.
—Larga narración. Laboratorio japonés. El sitio que usaron para clonar tigres para médicos brujos. Heather nada, más que sustituía. David vio todo con Cámara. Después todo control mente. Hiram no quería más errores…
—Heather. Yo no sentía vínculo. Ahora sé por qué. Qué triste.
Kate creía que podía sentir el pulso de Bobby en el toque invisible que él hacía sobre su palma.
—Sí triste triste.
Y después, sin la menor advertencia, la puerta estalló en pedazos al abrirse.
Mae Wilson entró sosteniendo una pistola. Sin la menor vacilación disparó una vez, dos veces, a cada lado de Kate. El arma llevaba silenciador, por lo que los disparos fueron meros taponazos.
Se oyó un grito, se vio un manchón de sangre que flotó en el aire; otro parecido a una pequeña explosión, allá donde la bala había salido del cuerpo de Bobby.
Kate trató de pararse, pero la boca del arma de Wilson apuntaba a la parte de atrás de su cabeza.
—Ni siquiera lo pienses.
El recubrimiento de Bobby estaba cayendo en grandes círculos de distorsión y sombra que se extendían alrededor de sus heridas. Kate pudo ver que él estaba tratando de llegar a la puerta. Pero ahí había más esbirros de Hiram, no iba a tener manera de pasar.
En ese momento, Hiram mismo llegó a la puerta. Tenía la cara retorcida por una emoción irreconocible cuando miró a Kate, al cuerpo de Bobby.
—Sabía que no ibas a poder resistir. Te agarré, mierdita.
Kate no había salido de su celda cuadrada durante… ¿cuánto tiempo? ¿Treinta, cuarenta días? Ahora, en los espacios cavernosos e iluminados con luz mortecina de la Fábrica de Gusanos, se sentía expuesta, turbada.
Sucedió que el disparo había pasado directamente a través de la parte superior del hombro de Bobby, desgarrando músculo y quebrando hueso pero, por pura casualidad, sin poner en peligro la vida de él. Los médicos de Hiram habían querido darle a Bobby una anestesia general cuando lo trataban pero, sin dejar de mirar con fijeza a Hiram, Bobby se negó y padeció el dolor del tratamiento con plena conciencia.
Hiram abrió la marcha por un piso vacío de gente y pasaron frente a la maquinaria detenida y voluminosa. Wilson y los demás esbirros formaban un círculo alrededor de Bobby y de Kate, algunos de ellos caminando hacia atrás para poder vigilar a sus cautivos y poniendo bien en claro que no había manera de escapar.
Hiram, sumergido en el proyecto que fuere que estaba desarrollando ahora, parecía una presa cazada. Sus hábitos eran extraños, reiterativos, obsesivos; era un hombre que había pasado demasiado tiempo solo. Él mismo es el sujeto de un experimento, pensó Kate con amargura: un ser humano privado de compañía, temeroso de la oscuridad, sujeto a constantes miradas, más o menos hostiles, del resto de la población del planeta, rodeado por los ojos invisibles de esa población. Lo estaba destruyendo sin cesar una máquina que él nunca había imaginado, que nunca había tenido la intención de fabricar y cuyas consecuencias probablemente no entendía ni siquiera ahora. Con una punzada de piedad, Kate se dio cuenta de que en toda la historia no hubo un ser humano que tuviera más derecho de sentirse paranoico.
Pero nunca le podría perdonar por lo que les había hecho a ella… y a Bobby. Y se dio cuenta de que no tenía la más mínima idea de lo que Hiram tenía pensado para ellos, ahora que había atrapado al hijo.
Bobby sostuvo la tensa mano de Kate, asegurándose de que el cuerpo de ella nunca dejara de estar en contacto con el de él, de que eran inseparables. Y aun mientras la protegía pudo inclinarse sutilmente sobre ella sin permitir que los demás lo vieran, reuniendo las fuerzas que ella estaba contenta de brindarle.
Llegaron a una parte de la Fábrica de Gusanos que Kate nunca había visto antes: se había construido una especie de casamata, un enorme cubo semiempotrado en el suelo. El interior estaba brillantemente iluminado. En el costado se había abierto una puerta, que se operaba mediante una rueda pesada como si se tratara de la mampara de un submarino.
Bobby entró con cautela, todavía aferrando a Kate:
—¿Qué es esto, Hiram? ¿Por qué nos trajiste aquí?
—Bonito lugar, ¿eh? —Hiram mostró una vasta sonrisa y palmeó la pared confiadamente. —Pedimos prestados algo de la técnica de la antigua base de MORAD que habían socavado en las montañas de Colorado. Toda esta maldita casamata está montada sobre muelles amortiguadores.
—¿Es para eso que sirve esto? ¿Para soportar un ataque termonuclear?
—No. Estos muros no son para evitar una explosión. Se espera que soporten una que ocurra en su interior.
Bobby frunció el entrecejo.
—¿De qué estás hablando?
—Del futuro. El futuro de Nuestro Mundo. Nuestro futuro, hijo.
Bobby repuso:
—Hay otros que sabían que yo estaba viniendo para acá: David. Mary, El agente especial Mavens del FBI. Estarán aquí pronto. Y entonces yo saldré de aquí… con ella.
Kate observó los ojos de Hiram, que miraba alternativamente a uno y a otro, maquinando. Dijo finalmente:
—Tienes razón, claro. No te puedo retener aquí. Aunque me pude haber divertido intentándolo. Tan sólo concédeme cinco minutos. Permíteme presentar mi causa, Bobby. —Forzó una sonrisa.
Bobby pugnó por hablar:
—¿Es eso todo lo que quieres? ¿Convencerme… de algo? ¿Es de eso que se trata todo esto?
—Déjame mostrarte. —Y con una leve inclinación de cabeza hacia los esbirros indicó que a Bobby y a Kate se los metiera dentro de la casamata.
Las paredes eran de grueso acero. La casamata estaba llena de cosas, con lugar nada más que para Hiram, Kate, Bobby y Wilson.
Kate miró en derredor, tensa, alerta, sobrecargada. Evidentemente éste era un laboratorio experimental en funcionamiento: había pizarrones blancos, tableros para conexión, pantallas flexibles, gráficas en hojas separables, sillas plegables y pupitres fijados a las paredes. En el centro de la habitación estaba el equipo que, cabía suponer, era el centro de interés de todo eso: lo que parecía ser un intercambiador de calor y una pequeña turbina, y otros equipos, cajas blancas y sin etiquetas. Sobre uno de los pupitres había una taza de café, semi-bebido y todavía humeante.
Hiram caminó hasta el medio de la casamata.
—Perdimos el monopolio de la cámara Gusano más rápido que lo que yo quería. Pero conseguimos una pila de dinero. Y estamos obteniendo más. La Fábrica de Gusanos todavía está muy adelante de cualquier instalación similar de todo el mundo. Pero nos estamos dirigiendo hacia una meseta, Bobby. Dentro de unos pocos años, las cámaras Gusano van a poder llegar al otro lado del universo. Y ya, ahora, cualquier niño inservible tiene su propia cámara Gusano privada; el mercado de los generadores se está saturando. Estaremos en el negocio de los repuestos y las actualizaciones, donde los márgenes de beneficio son bajos y la competencia, feroz.