Выбрать главу

En ese momento se oyó un tremendo estruendo proveniente del monte bajo que estaba en el extremo opuesto del claro: era un dinosaurio como los de Parque Jurásico, por lo menos de dos metros de altura. Salió del bosque dando saltos sobre poderosas patas traseras, las mandíbulas inmensas abiertas por completo, las escamas centelleando.

El cinodonte pareció quedar paralizado, con los ojos fijos en el depredador.

El dinosaurio saltó sobre el lomo del cinodonte, que quedó aplastado debajo del peso de su agresor. Los dos rodaron por el suelo, destrozando los jóvenes árboles que crecían ahí. El cinodonte daba chillidos.

Kate retrocedió hacia la selva, tomándose con fuerza del brazo de Bobby. Sentía la sacudida del suelo, la potencia del encuentro. Impresionante, admitió.

El carnosaurio terminó quedando arriba. Mientras retenía a su presa con el peso del cuerpo, se inclinó hacia el cuello del protomamífero y, con una sola dentellada, lo perforó. El cinodonte todavía estaba luchando, pero en su cuello totalmente desgarrado se veían huesos blancos y la sangre salía a borbotones y, cuando el carnosaurio hizo estallar el estómago de su presa, se sintió un hedor a carne podrida que casi hizo que Kate tuviera arcadas…

Casi, pero no del todo. Por supuesto que no. Es que, si se miraba con cuidado, había un leve aspecto falso en la sangre que brotaba a chorros del protomamífero, así como lo había en el centelleante brillo de las escamas del dinosaurio. Toda rv era así: ostentosa pero limitada; hasta el hedor y el ruido modelados para comodidad del usuario, todo ello era tan inofensivo y, en consecuencia, tan carente de significado como una excursión por un parque temático.

—Creo que es un dilofosaurio —murmuró Bobby—. ¡Fantástico! Es por eso que adoro este período: es una especie de punto de empalme de la vida. Aquí todo se superpone, lo antiguo con lo nuevo, nuestros antecesores y los primeros dinosaurios…

—Sí —dijo Kate, recuperándose— …pero no es real.

Bobby se rascó la coronilla.

—Es como toda la ficción: hay que hacer a un lado el descreimiento.

—Pero no es más que un campo magnético que está haciendo cosquillas en la parte inferior de mi cerebro. ¡Por Dios, esto ni siquiera es el triásico legítimo!, sólo es la mala suposición de algún académico… a la que añadieron un poco de color para el turista virtual.

Bobby le sonreía.

—Siempre está tan enojada. ¿Y su argumento es…?

Kate contempló esos ojos azules vacíos. Hasta ahora, él había fijado el programa de actividades. Si quieres avanzar más, se dijo a sí misma, si quieres aproximarte a aquello que viniste a buscar, tendrás que desafiarlo.

—Bobby, en este preciso momento usted está yaciendo en una sala a oscuras. Nada de esto tiene importancia.

—Sus palabras parecen dar la impresión de que siente lástima por mí. —Parecía tener curiosidad.

—Toda su vida parece ser así. A pesar de todo lo que habla sobre los proyectos de rv y las responsabilidades que tiene dentro de la empresa, no tiene un control real de cosa alguna, ¿no es así? El mundo en el que vive es tan irreal como cualquier simulación virtual. Piense en eso: hasta antes de que yo apareciera, usted realmente estaba solo.

Bobby meditó sobre eso.

—Quizá. Pero usted apareció. —Se puso el fusil al hombro. —Vamos. Hora de cenar con papá. —Arqueó una ceja. —Puede ser que usted se quede, aun cuando hubiera obtenido lo que fuere que quiere de nosotros.

—Bobby…

Pero él ya había levantado las manos en dirección de su banda cefálica.

La cena fue difícil.

Los tres comensales se sentaron debajo del cielo raso en forma de cúpula de la mansión de Hiram. Las estrellas y una Luna creciente macilenta se veían en los claros que se formaban entre las nubes que pasaban a la carrera. El cielo no pudo haber sido más espectacular… pero a Kate se le ocurrió de pronto que gracias a las Cadenas de Datos del agujero de gusano de Hiram, el cielo pronto iba a volverse mucho más aburrido, cuando al último de los satélites de comunicaciones en órbita baja se le permitiera caer de vuelta dentro de la atmósfera.

La comida estaba preparada de manera primorosa, tal como Kate había esperado, y la habían servido silenciosos robots teleguiados. Pero los diversos componentes del menú eran platos bastante sencillos de pescado y mariscos, del tipo que pudo haber disfrutado en cualquiera de muchos restoranes de Seattle; el vino era un Chardonnay californiano de paladar carente de matices particulares. En ese menú no había el menor vestigio de los complejos orígenes mismos de Hiram, ni originalidad o expresión de personalidad de clase alguna.

Y, mientras tanto, la concentración de Hiram en Kate era intensa e implacable: la acribillaba con preguntas y detalles suplementarios referidos a sus antecedentes, familia, carrera; una vez y otra, Kate se encontraba diciendo más de lo que debería haber dicho.

La hostilidad de Hiram, bajo una pátina de cortesía, era inconfundible. Sabe qué me propongo, se dio cuenta Kate.

Bobby estaba sentado en silencio, comiendo poco. Aunque persistía su desconcertante hábito de evitar mirar a Kate a los ojos, parecía estar más consciente de ella que antes. Kate percibía la atracción —eso no era tan difícil de ver— pero, también, una cierta fascinación. Quizás ella había logrado vulnerar de alguna manera ese pellejo resbaladizo y satisfecho de sí mismo de Bobby. O, lo que era más factible, admitió Kate, simplemente estaba perplejo por sus propias reacciones ante ella.

O, quizá, todo esto no era más que una fantasía por parte de ella, y habría sido mejor que evitara entrometerse en los pensamientos de los demás, hábito que condenaba tan decididamente en otra gente.

—No lo entiendo —estaba diciendo Hiram ahora—; ¿cómo se pudo haber tardado hasta 2033 para descubrir el Ajenjo, un objeto de cuatrocientos kilómetros de extremo a extremo? Sé que está más allá de Urano, pero así y todo…

—Es extremadamente oscuro y se desplaza con lentitud —contestó Kate—. En apariencia es un cometa, pero es mucho más voluminoso que cualquier cometa conocido. No sabemos de dónde vino; quizás ahí afuera hay una nube de objetos así, en algún lugar más allá de Neptuno.

“Y, de todos modos, nadie estaba mirando específicamente en esa dirección. Incluso el sistema Guardián Espacial se concentra en el espacio próximo a la Tierra, en los objetos que es probable que choquen con nosotros en el futuro cercano. Al Ajenjo lo descubrió una red de aficionados observadores del cielo.

—Hmmm —dijo Hiram—. Y ahora está en camino hacia acá.

—Sí. Llegará dentro de quinientos años.

Bobby blandió una mano fuerte, tratada con manicura.

—Pero eso es tan adelante en el tiempo. Debe de haber planes para esa contingencia.

—¿Qué planes de contingencia!? Bobby, el Ajenjo es un gigante. Nosotros no conocemos modo alguno de empujar esa maldita cosa para otro lado, ni siquiera en principio. Y cuando esa roca caiga, no habrá dónde esconderse.

¿Nosotros no conocemos modo alguno? —preguntó Bobby secamente.

—Me refiero a los astrónomos…

—Por la manera en que hablaba casi llegué a imaginar que lo había descubierto usted misma. —La estaba aguijoneando, como respuesta al sondeo anterior de ella. —Resulta tan fácil mezclar los propios logros con los de la gente en la que se confía, ¿no es así?

Hiram estaba cloqueando de risa.

—Puedo decirles, chicos, que se están llevando muy bien. Si les interesa lo suficiente como para mantener una discusión… Y usted, claro, Ms. Manzoni, ¿cree que la gente tiene el derecho de saber que el mundo va a terminar dentro de quinientos años?