– ¿Recuerdas que dije todo eso? -dijo Jessie, con una ceja rojo oscura levantada.
– Desde luego. Recuerdo cada palabra que hayas pronunciado, dulzura.
Jessie hizo un sonido ahogado que hizo soltar risitas a sus cuatro hijos.
James sentía una inmensa tristeza y alegría en ese momento. Evidentemente, Jason finalmente había llegado a aceptar el pasado.
– Tío Jason es más bonito que tía Glenda -dijo Constance y sonrió, mostrando un diente delantero faltante. -Cuando no se queda mirándolo, está mirándose en el espejo, intentando descubrir cómo parecerse más a él. Una vez le dije que se diera por vencida. Me arrojó su cepillo.
James se aclaró la garganta.
– Harás sonrojar a tu tío Jason, Connie, así que sigamos adelante. Marcus y la duquesa estuvieron aquí el año pasado, y North y Caroline Nightingale el año previo. Sí, es nuestro turno de ir a Inglaterra y visitar a todos, tu familia incluida, Jase. Quiero ver si mi esposa se desvanece cuando conozca a tu gemelo, y le has contado tantas historias a los niños acerca de Hollis que sé que están esperando que les entregue tablillas de piedra. Ah, y tus padres, por supuesto.
– Pero hablan raro allí -dijo Benjamin. -Como el tío Jason. No quiero ir a ese lugar.
– Piensa en esto como una aventura -dijo su madre.
– Sí, es exactamente eso, Ben -dijo Jason. Estaba pensando que también sería una aventura para él, mientras se recostaba en su silla y entrelazaba los dedos sobre su delgado abdomen. -Toda mi familia les dará la bienvenida como ustedes me recibieron a mí. -Se quedó callado, miró a James y Jessie, y se encogió de hombros. -Quiero ir a casa. Cumpliré treinta años el próximo enero.
– Todavía son veintinueve, así que no eres tan viejo, tío Jason -dijo Benjamin. -Cuando seas tan viejo como papá, entonces puedes regresar allí.
– Tu padre tiene sólo treinta y nueve, para nada mayor -dijo Jessie, se quedó callada y parpadeó. -Yo tengo casi treinta y uno, más de un año mayor que tú, Jason. Cielo santo, cómo salta el tiempo de uno.
Jason dijo:
– ¿Saben que tengo un par de sobrinos gemelos de casi tres años ya, y que nunca los he visto?
– Sí -dijo Jessie. -Se parecen a su padre, lo que significa que se parecen a ti.
Jason asintió.
– Mi hermano escribió que eso significaba que otra generación se parecía a mi tía Melissande.
James había escrito tan divertidamente sobre cómo eso volvía loco a su padre, que Jason imaginaba fácilmente la sonrisa de su hermano y el rostro de su padre también. Tantas cartas a través de los años, y había comenzado a responder realmente recién tres años atrás. Los primeros dos años que había estado aquí, había acusado recibo, nada importante, nada que realmente significara algo, si es que algo significaba algo en aquel entonces. Pero las cosas habían comenzado a cambiar lentamente. Había empezado a ver detrás de las palabras en las cartas que llegaban semanalmente de su familia, había empezado a sentir nuevamente lo que significaban para él, y sus cartas se habían vuelto más largas y, quizá, más vivas, porque ahora él mismo estaba en ellas.
– Sí -dijo Jessie. -Lo sabemos. Siento que conocemos muy bien a toda tu familia. Será como ver a queridos amigos.
Jason no se había dado cuenta de que había hablado tanto sobre su familia.
Alice dijo:
– Pero nadie de tu familia ha venido aquí jamáz, tío Jazon. ¿Por qué no han venido? ¿No les agradaz? ¿Te enviaron lejoz?
– No, Alice, todos querían venir a visitarme. La verdad es que les pedí que no vinieran. Y no, nadie me envió lejos. -Se quedó callado un momento. -La verdad es que yo mismo me marché.
– Pero, ¿por qué? -preguntó Jonathan, sentándose hacia delante, con las manos sobre la mesa ya que no tenía más tocino para pasar a Old Corker.
Jason dijo lentamente:
– Algunas cosas muy malas sucedieron cinco años atrás, Jon, y yo fui responsable de ellas. Sólo yo.
– ¿Mataste a un hombre en un duelo, tío Jason? -preguntó Ben, sus ojos brillando, ya casi listo para saltar de su silla.
– Lo siento, Ben, no. Lo que hice fue peor. Llevé el mal a mi familia, y esa maldad casi los destruyó.
– ¿Llevazte el Diablo a caza, tío Jazon?
– Eso es bastante cerca, Alice. El hecho es que no podía quedarme, no podía encontrar nada bueno en mi vida allí. No podía enfrentar a todas las personas a las que había puesto en peligro, así que le pedí a tus padres si podía venir aquí y aprender todo acerca de operar una caballeriza.
Jessie sabía que los niños no entendían -no porque ella comprendiera mucho más- y, sabiendo que tenían una docena de preguntas para dispararle, dijo rápidamente:
– Nos has ayudado más de lo que te hemos enseñado. Y aunque James y yo hemos hecho nuestro mejor intento por llenar esta condenada casa -se detuvo un momento, moviendo la mano para abarcar sus cuatro hijos, -había espacio más que suficiente para ti.
– Oh, no -dijo Jason. -Me han enseñado infinitamente.
– No seas estúpido -dijo James, y levantó su mano cuando vio que sus cuatro hijos querían hablar a la vez. -No, no, niños, hagan silencio. No más argumentos para intentar hacer que su tío Jason se sienta culpable por dejarlos. Evidentemente se ha decidido, y todos respetaremos su decisión. No le harán más preguntas. No, Jon, veo ese atareado cerebro tuyo trabajando duro. Déjenme repetirlo, no harán preguntas y no lo harán sentir culpable por marcharse. -Se quedó callado un momento y sonrió a Jason. -Además, lo visitaremos en Inglaterra. ¿Y quieren saber algo más? Regresará a visitarnos. No podrá evitarlo… tiene que intentar nuevamente derrotar a su madre en una carrera.
– Pero, ¿por qué no queríaz que tu familia viniera a verte, tío Jazon? -preguntó Alice.
Estaba sentada en una pila de seis libros para poder llegar a la mesa, el de arriba era un enorme tomo que tenía un artículo del hermano de Jason, James, lord Hammersmith, acerca de una enorme bola de gases anaranjada que había brillado intensamente en el acre hemisferio norte de Venus durante tres noches seguidas en abril pasado.
El padre de Alice abrió su boca para reprenderla, pero Jason dijo rápidamente:
– No, está bien, James. Es una buena pregunta, Alice, y quiero responderla. Quiero que todos ustedes comprendan que mi familia no quería que me marchara. No me culpaban por lo que sucedió. Deberían haberlo hecho, pero no fue así.
– ¿Qué sucedió? -preguntó Jonathan, y James Wyndham puso los ojos en blanco.
– Sólo debes saber que fue algo malo, Jon, que mi padre, Hollis y mi gemelo podrían haber sido asesinados, y que fue todo mi culpa. Bien, todos querían venir pero, verás… -Se detuvo un momento, intentando encontrar las palabras correctas. -La cosa es que yo no estaba preparado para verlos. Mirarlos a ellos era ver mi propia ceguera, supongo.
Mal dicho, pero bastante bien. James dijo:
– No más, niños. No más.
Jessie se levantó de su silla y palmeó las manos.
– Así es, ahora cerrarán el pico, aunque sé que es imposible. Tío Jason ha tomado una decisión. Déjenlo tranquilo con eso. Todos ustedes saben lo que se supone que hagan después del desayuno, así que vayan a hacerlo y sin quejas, por favor. James, Jason, ¿podrían los dos caballeros venir conmigo al salón? -Jessie Wyndham enfrentó a su esposo y al joven al que había llegado a querer como un hermano. -Bueno, Jason, todo estará bien. Dudo que los niños te dejen en paz, pero siéntete libre para decirles que cierren sus bocotas. Eso depende de ti. Ahora, es cuatro de abril. Te llevará dos semanas llegar a casa. Iremos a visitarte a Inglaterra en agosto. ¿Qué piensas de eso, James? ¿Podremos irnos entonces?