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La ceja de Jason se elevó.

– ¿No es eso un poquito indiscreto para el desayuno, Hallie?

– No más indiscreto que lo que su cuñada dijo.

– Pero ella vive aquí, ha vivido aquí desde que tenía casi tres años.

– Oh, cielos, tiene razón. Lo siento mucho. A veces hablo antes de pensar.

– Creo que a todos nos gustaría un poco más de té -dijo Alex.

Douglas preguntó:

– ¿Bailabas con los hijos de James y Jessie Wyndham?

– Oh, sí. Teníamos competencias. Creo que Alice y yo ganamos la última, sólo tres días antes de marcharme.

– ¿Alice? -dijo Douglas. -Oh, sí, ella es la menor, ¿verdad?

Jason asintió.

– Tiene cuatro años, una mata de rizos rojos y un precioso ceceo. Cantaba el himno norteamericano a viva voz, mientras bailábamos, exigiendo que yo cantara con ella. Todos reían tanto cuando terminamos que Alice reclamó el premio mientras todos estaban demasiado débiles como para discutir.

Cuando todos dejaron de reír, Hallie dijo:

– ¿Y cuál era el premio?

Él abrió la boca y luego la cerró.

– Nada en especial, realmente. Bien, ¿cuándo fue la última vez que vio a la señora Tewksbury?

– Yo tenía diecisiete años. Mi padre y Genny le pidieron que visitara Carrick Grange para la época de Navidad. Ella está enamorada de mi padre, pero todas las mujeres lo están, ya que es el hombre más hermoso del mundo. A Genny no le importó, ya que Angela tiene edad para ser su madre. Es bastante original.

– ¿Sinceramente crees que tu padre es más hermoso que James y Jason? -preguntó Corrie, su cuchillo detenido a quince centímetros de su boca.

– Por supuesto. Si los tres estuvieran caminando por la calle, todas las damas intentarían atrapar a mi padre. Si mi padre fuese demasiado veloz como para ser atrapado, sólo entonces se volverían hacia James y Jason.

James dijo rápidamente, antes de que Corrie arrojara un tenedor lleno de huevos a la señorita Carrick:

– No importa. Ansío conocer a la original señora Tewksbury.

Alex dijo:

– En cuanto a mí, quiero conocer al padre de Hallie.

Douglas dijo, con una ceja bien levantada:

– Tú, mi querida esposa, puedes observar a Alec Carrick a la distancia si él alguna vez aparece. ¿Está claro?

– Siempre me das órdenes tan bellamente, Douglas.

Antes de que Corrie pudiera acusar a Hallie de ser una ciega imbécil, James dijo:

– Bien, Jason, has tenido a diez hombres martillando, pintando, cargando madera, sin incluirnos a nosotros tres, y diez mujeres fregando, con Hallie supervisándonos a todos. Se han puesto de acuerdo con los muebles, ¿verdad?

Jason dijo:

– Aunque parezca sorprendente, logramos llegar a un acuerdo, en su mayor parte, y eso incluye cortinados y los colores de pintura también. Apenas recuerdo lo mal que se veía la casa la primera vez que la vi. Y los corrales, todos recién pintados, la sala de aperos…

Y siguió con una y otra cosa, su familia tan contenta que sonreían, asentían y hacían preguntas aunque habían oído prácticamente este mismo recital cada noche. Cuando finalmente nadie pudo pensar en otra pregunta que hacerle, James se volvió hacia Hallie.

– ¿Cuándo llevará a su yegua a Lyon’s gate?

Ella dijo:

– El establo de Piccola está listo para ella, pero permanecerá aquí hasta que Jason y yo nos mudemos realmente a Lyon’s gate. ¿Le conté…?

Desafortunadamente, Hallie no era el hijo largamente ausente de la casa, y fue interrumpida por Corrie.

– Oh, sí, nos contaste todo sobre ella, Hallie. Válgame, Jason, otra semana e incluso los muebles estarán allí. Esto es maravilloso. Y a menos de una hora de viaje de Northcliffe. Estamos todos tan felices, especialmente mi esposo. -Le sonrió abiertamente sólo para ver que ahora Hallie y Jason discutían en voz baja. Era tan común verlos atacándose, que dijo algo que seguramente enganchó la atención de Hallie. -Hallie, eres casi tan hermosa como mujer como es Jason siendo hombre.

Hallie se dio vuelta en su silla tan rápido que derribó su taza de té. Se quedó mirando a la cuñada de Jason y descubrió que no podía decir ni una palabra. En cuanto a Jason, estaba riendo.

Hallie dijo:

– Bien, gracias, Corrie. Sin embargo, a decir verdad, soy sólo una muy vaga copia de mi padre.

Corrie dijo:

– Vamos, Hallie, es tu padre, por eso lo ves con menos objetividad que a cualquier otro hombre. Vamos, admítelo.

Pero Hallie negó con la cabeza.

– Espera y verás.

Mientras todos salían del desayunador, Alex apoyó una mano sobre el hombro de su esposo.

– Sabes, todo ha cambiado tanto desde que Jason volvió a casa. Estoy pasándola bastante bien.

Douglas miró adelante hacia Hallie y Jason, aún discutiendo por Dios sabe qué, y dijo pensativamente:

– Me pregunto algo.

Alex dijo:

– No te preguntes, te lo ruego. ¿Puedes creer que Hallie y tu madre la pasaron bien visitando Lyon’s gate? Hallie me contó más tarde que cuando confesó a lady Lydia su sociedad con Jason, tu madre le dijo que tomara el control lo antes posible, porque sus dos preciosos nietos eran tercos como mulas. Pero bueno, le dijo a Hallie que todos los caballeros eran obstinados y acostumbrados a salirse con la suya. Porque, dijo, había vivido ocho décadas y presenciado eso en muchas ocasiones, y Hallie sería inteligente en tomar nota de eso.

Douglas se rió.

– Si se lo hubieras dicho tú, ella te hubiese acusado de promover la inmoralidad y Dios sabe qué más.

– Bueno, debo decir que me alivia que Hallie fuera quien se lo dijo. Pensé que finalmente la atacaría.

– No suenes tan desilusionada.

– No puedo evitarlo. ¿sabías que Hallie llevó a lady Lydia y a Hollis a Lyon’s gate ayer en el carruaje? Incluso pensó en llevar un picnic de almuerzo.

– Sí, lo sabía. Hollis estaba sonriendo de oreja a oreja, me contó todo lo que estaba pasando, tal como hace Jason cada noche.

Alex suspiró.

– ¿Por qué a lady Lydia le agrada tanto Hallie Carrick y a mí me detesta?

– He pensado en eso. Creo que es porque Hallie la montó antes de que pudiera ponerse el freno en la boca y masticarlo. Creo que es necesario que tanto Corrie como tú aprendan una lección de esto. Podría ser demasiado tarde, pero, ¿quién sabe?

– Hmm. ¿Vas a trabajar en Lyon’s gate hoy?

Douglas negó con la cabeza.

– Con James lejos todo el tiempo, debo ocuparme de los negocios aquí.

Ella se puso en puntas de pie, lo hizo bajar la cabeza y le susurró al oído:

– No me ha molestado frotar sus músculos doloridos, milord.

– Me casé con un paquete, gracias a Dios.

CAPÍTULO 16

Lyon’s gate – Cinco días después.

– ¡Everett! ¡No comas ese clavo!

Tres adultos y Martha corrieron hacia el niñito, pero su madre fue la más veloz. Corrie lo levantó en sus brazos, sacó el clavo de su boca, escupió en su pañuelo y le secó la boca.

– ¡No, no, no! -le gritó a la cara, y lo sacudió por si acaso.

Everett se quedó mirando a su madre, arrugó el rostro, echó atrás la cabeza y aulló.

Su gemelo, Douglas, agarró la falda de su madre y tiró fuerte. Corrie, con ambas manos intentando tener quieto a Everett, canturreó a Douglas:

– Sólo un momento, bebé, sólo un momento más y mamá te alzará también.

La voz de Everett subió otra octava. Douglas arrugó su rostro, abrió la boca e igualó el volumen de su gemelo. Martha palmeó con las manos.

– Santo cielo, milady, mi propio hermanito nunca, jamás, hizo tanto barullo como estas pequeñas liendres.

Jason exclamó:

– ¿Quién quiere bailar el vals conmigo?

Hubo un instante de completo silencio, y luego:

– ¡Yo quiero!

– ¡Yo quiero!