Выбрать главу

Hizo una fugaz reverencia a lord Brinkley, le dijo que no se preocupara, y regresó con Delilah.

– Aquí tienes, muchacha hermosa, sólo ven con Henry, él te alimentará como corresponde, te dejará mascar otra zanahoria o dos. Eres una muchacha buena, muy buena. Te gustará el viejo Dodger, él será un buen pá para tu bebé.

– Lord Brinkley -dijo Jason, mientras iba rápidamente hacia el hombre mayor. -Soy Jason Sherbrooke. -Mientras estrechaba la mano de lord Brinkley, continuó: -Veo que ha conocido a la señorita Hallie Carrick. Henry instalará a Delilah. Continuaremos con Dodger mañana por la mañana.

– Ah, ¿podría ver los establos, y a Dodger?

– Seguro. En un momento Henry la soltará en este pequeño corral, y usted podrá ver cuánto le gusta su hogar temporal.

Hallie dejó que Jason diera el paseo por los establos a lord Brinkley. Bueno, prácticamente había pasado por su primer trato con un caballero con el pellejo entero, o casi. No había sido tan malo. Al menos no aún. Se vio obligada a reír entonces, recordando el monólogo de él. Se preguntaba qué parte habría ganado la discusión. Probablemente la indignada. Se preguntó si lord Brinkley se quedaría para el apareamiento mañana si le parecía tan desagradable. Sabía que si lo hacía, estaría totalmente avergonzado si ella también estaba presente.

Cuando los dos hombres salieron, Henry acababa de soltar a Delilah, una encantadora pura sangre castaña de perfecto tamaño y proporciones, de sólo quince palmos. Tenía una cabeza fina, un largo cuello arqueado, hombros y un pecho profundo. Lo único que no tenía eran patas duras. Eran más bien delgadas, y por eso era que Piccola la había derrotado. No tenía resistencia en esas patas demasiado delgadas. Naturalmente, Hallie no iba a decir eso a lord Brinkley.

Entonces, para su sorpresa, Jason dijo:

– Vio que Dodger es inmensamente fuerte. Su ascendencia se remonta al Byerley Turk. La resistencia de Dodger es legendaria en Norteamérica. Tiene características dominantes que aparecen en todos sus potrillos; la más importante para el potrillo de Delilah son sus gruesos cuartos musculosos y sus patas duras. Dodger es audaz y brioso, su voluntad de ganar no tiene igual.

– Bueno, él no ha ganado aquí en Inglaterra -dijo lord Brinkley. -Hmm, eso hace más barato su gasto en la caballeriza, y eso es algo bueno.

Hallie asintió.

– Es verdad. Tiene suerte, señor, porque en cuanto Dodger comience a ganar carreras aquí en Inglaterra, su precio en la caballeriza aumentará rápidamente.

Después de un momento, lord Brinkley anunció:

– Sus patas se ven bastante fuertes para mí. -Ni Jason ni Hallie dijeron nada a eso, y luego de un lamentoso suspiro, el hombre admitió: -Oí a alguien decir que sus patas eran demasiado delgadas, pero lo ignoré, lo rebajé a rencor e ignorancia. Su madre fue cruzada con Sultan, pero sus hermosas patas no salieron iguales. Sin embargo, siempre he pensado que sus patas son bastante elegantes.

Jason dijo:

– Sí, son elegantes, pero también demasiado delgadas. Pero ella es resistente; mire ese fuerte lomo. Con Dodger, parirá un potrillo con la resistencia adicional de él. Sólo mírela. Está preparada.

Delilah brincaba, como si fuera para Dodger, adelante y atrás en el corral, con la cabeza en alto, las orejas vueltas hacia delante, la cola alzada, relinchando. Lord Brinkley se hinchó de satisfacción.

Hallie dijo:

– Vea el orgullo en ella, milord, y la elegante línea de su cuello. La inteligencia en sus ojos… sí, sin dudas saldrá idéntica.

Lord Brinkley continuó inflando su pecho hasta que casualmente bajó la mirada.

– Dios mío, jovencita, ¡está vistiendo botas de hombre!

Hallie inmediatamente quitó sus botas de la última barra del corral.

Dijo suavemente:

– Las zapatillas realmente no son adecuadas para los corrales del establo, milord. Todo el barro, estiércol y guijarros dispersos por todas partes. Estas botas fueron hechas por G. Bateson, un viejo aprendiz del gran Hoby.

– Hmm. Me ofendí cuando Hoby tuvo el descaro de morir, caer sobre una bota que estaba creando, aterrizó de cara en una pila de cuero. Aye, siempre di mis encargos a Hoby hasta ese fatídico día. Mire esas botas suyas. Puedo ver mi rostro en el resplandor. No me diga que su doncella sabe cómo lustrar unas botas de hombre.

Jason puso los ojos en blanco, pero Hallie dijo, con los ojos brillando casi tanto como sus botas:

– En realidad, milord, me enorgullezco mucho de la apariencia de mis botas, así que soy yo quien las lustra. Me lleva una media hora entera, sabe, a veces más, hasta que puedo verme claramente en el resplandor.

– Debo pedir su receta, querida. Se la daré a mi hombre.

– Está todo en el tamaño de la mano que mide el vinagre, y mi muy especial ingrediente, semilla de anís. ¿Su hombre tiene manos grandes?

– Oh, aye, el viejo Fudds tiene manos más grandes que las de mi suegra, que descansa en paz desde hace dos meses, amén. Solía lucirse en el cuadrilátero, sabe, el viejo Fudds, no mi suegra. Oh, cielos, ¿qué debo hacer? Es un brillo realmente maravilloso. Semilla de anís… ¿quién hubiera pensado que era importante para algo además de hacer que el aliento huela extraño y ácido? Puedo ver mi ojo devolviéndome el guiño, tan claro como el día en ese brillo. Mi ojo… ha estado guiñando de este modo durante doce años ya, distrae bastante a mi esposa, especialmente en compañía. Ella cree que estoy guiñando el ojo a las demás damas.

– ¿Qué piensan todas las demás damas, milord?

Él sonrió a Hallie.

– También creen que estoy guiñando. Las marea bastante.

– Entonces es un buen guiño, ¿no lo cree?

Jason dijo:

– Eh, lord Brinkley, ¿le importaría ver a Dodger saliendo de su compartimiento ahora?

– ¿Qué? Oh, sí, seguro.

Lord Brinkley echó una mirada nostálgica a las botas de Hallie y luego se dio vuelta para seguir a Jason.

Hallie exclamó:

– Le proveeré de una medida exacta, milord, para el viejo Fudds.

Lord Brinkley paró en seco y le ofreció una encantadora reverencia. Si no estaba equivocada, le guiñó el ojo. Hallie no creía ni por un segundo que fuese un tic.

Lo oyó decir en una linda voz arrastrada:

– Qué muchacha agradable, señor Sherbrooke. ¿Sabe algo sobre caballos o sólo es buena lustrando botas?

– Ella entrenó a Piccola, milord.

– Hmm. Eso podría elevar la seguridad de un hombre, ¿cierto? O darle un miedo de muerte. Ah, pero sigue siendo difícil… no me gustan los libros que no encajan con sus portadas.

– A veces los libros en cuestión resultan ser inesperadamente interesantes, ¿no lo cree?

CAPÍTULO 20

La mañana siguiente llovió lo suficiente como para hacer que todos, caballos incluidos, se resguardaran para mantenerse calientes y secos. Lord Brinkley les envió un mensajero que se veía casi ahogado cuando golpeó a la puerta de la cocina.

Jason leyó la breve nota y luego miró a Hallie.

– Lord Brinkley se marcha a Inchbury, no quiere esperar hasta que pare la lluvia. Te envía su dirección para que puedas enviarle la receta para su betún de botas. Menciona que no debes olvidar la cantidad exacta de semillas de anís para el viejo Fudds. -Sonrió a Hallie. -Lo hiciste muy bien, Hallie.

– Si él me acepta debido a mi excelente brillo para botas, entonces lo aceptaré de buena gana. Jason, ¿supongo que Delilah ni Dodger tienen ningún interés de comenzar hoy con el asunto?