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Martha se arrojó sobre él, su camisón blanco arremolinándose alrededor de sus tobillos. Saltó encima de Petrie, lo derribó al piso, un enredo de blanco y negro. Agarró mechones enteros de cabello y comenzó a golpearle la cabeza contra las baldosas.

– ¡Maldito cerebro de trucha orinado! Como todos los demás hombres en el universo, en lo único que puede pensar es en este asunto de los gritos. Claro que ella grita, imbécil, debería gritar. ¿Cree que el amo no tiene ninguna habilidad en absoluto? ¿Cree que es un patán como amante? ¿Cree que él tampoco debería gritar? ¿Cree que mi ama es una idiota? Eso no importa, los hombres no necesitan que se les apliquen destrezas para hacerlos gritar. ¿No tiene ninguna parte mental que funcione? ¿Ningún sentimiento en su corazón?

Bang, bang, bang. Petrie gimió.

Jason dijo mientras la quitaba de encima del hombre:

– No, Martha, no mates al pobre Petrie. Esta cosa acerca de los corazones de los hombres, me temo que en muchos es más baja, mucho más baja.

Se dio cuenta en ese instante de que Petrie miraba atentamente a Martha, con una expresión muy extraña en su rostro, casi como si estuviera sintiendo mucho dolor, lo cual debería.

– Amo Jason, puede dejarla caer sobre mí nuevamente, si lo desea, señor. No me molesta, el dolor en mi cabeza rota no es nada. Su aliento es muy dulce, me ha dejado preguntándome qué sucedió. Estoy a la deriva, esperando aclaración.

Martha chilló e intentó patearlo.

Hallie dijo:

– Martha, te agradezco por defenderme. Ahora, tanto tú como Petrie regresen a la cama. -Se detuvo un momento, mirando a Petrie, que no se había movido y se veía tan perplejo y consternado, su cabello oscuro levantado en partes en su cabeza, donde los fuertes dedos de Martha casi los habían arrancado. -Regresarás a tu propia cama, Petrie. No pensarás en ninguna cama más que la tuya. No pensarás en el dulce aliento de Martha. Todo está bien. Ya no estamos discutiendo. El amo Jason simplemente quería un poco de brandy. Quizás tú lo sabes. ¿Se puede calentar brandy?

Petrie dijo:

– Bueno, en 1769, se dice que el viejo lord Brandon sufría de malaria. Su ayuda de cámara, un ancestro mío, le calentó una copa de brandy sobre un pequeño hornillo en el hogar. Mi madre me contó que el brandy caliente lo hizo sentir bien en media hora.

– Dormiré con Henry en el establo -dijo Jason, y marchó hacia la puerta del frente.

– No estarás feliz caminando allí afuera descalzo -dijo Hallie tras él. -Petrie, ¿por qué no buscas las botas de tu amo, te pones las tuyas también, y los dos pueden acurrucarse juntos en la cálida paja a cada lado del pobre Henry? -Hallie sonrió ecuánime a ambos y caminó hacia la cocina. -¿Jason? En caso de que tu humor cambie, observaré con cuidado la mesa de la cocina.

Jason estaba vestido y sobre el lomo desnudo de Dodger en diez minutos.

CAPÍTULO 39

Corrie frotaba el calambre en su pierna. Nunca debería haber permitido que James la acomodara en semejante posición, ah, pero había sido tan divertido. Frotó un poco más. Juraría que nunca en su vida había utilizado ese músculo en particular. Tal vez debería frotar con un poco de la crema caliente especial de su suegra, que se filtraba hasta los huesos.

Oyó algo. Se quedó helada, el calambre olvidado, instantáneamente tan quieta como James, que yacía de espaldas, respirando profundamente dormido, casi muerto, le había dicho antes de caer sobre su espalda, con una sonrisa de ángel en el rostro.

Volvió a oírlo. Un ruido que venía de la ventana. Cielo santo, era la segunda vez. Cuando Corrie se arrastró hacia la ventana, con el atizador en una mano, vio que comenzaba a levantarse lentamente.

Vio a su cuñado abrir la ventana fácilmente, lo suficiente para poder balancear la pierna por encima del alféizar y entrar.

– Esperaba un villano esta vez -dijo ella, y le ofreció una mano. -Estaba armada y lista.

– Gracias por bajar el atizador, Corrie. Lamento entrar por tu ventana nuevamente, sé que es tarde.

– No tan tarde. Agoté al pobre James. Ese es él, el ronquido que proviene de la cama.

Sonaba bastante orgullosa de sí misma. Jason le tocó la mejilla con la punta de los dedos.

– Despertaré al holgazán. No merece dormir. -Jason sacudió el hombro de su hermano. -Despierta, patética excusa de hombre.

James, como era su costumbre, abrió los ojos sin dudar, y se concentró instantánea y claramente en el rostro enojado de su hermano encima de él.

– Me siento muy bien -dijo, y sonrió.

– No lo mereces, maldito seas. Levántate, mi mundo ha terminado y tú estás aquí acostado, pensando en lo maravillosa que es la vida. Maldición, no lo mereces.

James, todavía ligero en la cabeza y el corazón, dijo:

– ¿Todo eso?

– ¿Qué pasa, Jason? ¿Qué sucedió?

Jason miró con una gran cantidad de afecto a su cuñada, cuya mano blanca se aferraba a su manga, su preocupación por él brillando en sus ojos, aunque en la débil luz era difícil saberlo con certeza.

– Siempre te ves tan hermosa con el cabello todo salvaje alrededor de tu rostro, Corrie.

James se levantó de golpe.

– No la admires, perro. Maldito seas, tienes una esposa propia. Apártate de ella antes de que te aplaste.

– ¿Qué sucede, Jason?

– He abandonado Lyon’s gate -dijo Jason, y se apartó de su cuñada porque sabía cuándo su hermano hablaba en serio.

Se deslizó hacia el piso, apoyó la cabeza contra la pared, cerró los ojos y envolvió sus brazos alrededor de sus mejillas dobladas.

James se puso la bata, miró de reojo el revelador camisón de su esposa y dijo:

– Vuelve a la cama, Corrie. No quiero que Jason tenga ninguna idea.

– ¿Idea? ¿Cómo podría posiblemente pensar en mí con este encantador camisón durazno cuando ha abandonado su hogar? -Corrie encendió algunas velas y luego se metió en la cama, respiró hondo. -¿Has abandonado a Hallie?

Sin levantar la mirada, Jason dijo:

– El camisón es encantador, Corrie, pero no estoy pensando en ti debajo. Mi vida está hecha pedazos. Quería ir a dormir a los establos, pero en cambio vine aquí. No sé qué hacer.

James palmeó la mejilla de su esposa, colocó más mantas encima de ella y ayudó a poner de pie a su gemelo.

– Vayamos abajo y tomemos un brandy. Puedes contarme qué ha pasado.

– ¿Sabes si el brandy caliente es bueno, James?

Cuando los hermanos entraron en el estudio de James, fue para ver a su padre sirviendo una copa de brandy para cada uno. Llevaba una bata azul oscura cuyos codos estaban casi totalmente gastados.

– Entonces -dijo Douglas, intentando sonar tranquilo cuando, en realidad, su corazón estaba acelerado y se sentía aterrado, -¿por qué, Jason, abandonaste tu hogar en medio de la noche, y a tu esposa de menos de un mes?

James dijo:

– En realidad, no es tan tarde, ni siquiera medianoche aún.

– No hagas que te dispare, James -dijo su padre.

Jason tragó el brandy y casi se puso a toser. Cuando finalmente recuperó el aire, su padre le sirvió más.

– Despacio esta vez. Contrólate. Cuéntanos qué sucedió.

– No creo que el brandy necesite ser calentado. Mi estómago está en llamas. Es Hallie. -Tanto Douglas como James permanecieron en silencio. Jason bebió a sorbos su brandy. -Lamento mucho haber aparecido de este modo, pero no sabía adónde más ir. Bueno, como dije, iba a dormir en el establo, pero temía que Petrie viniera conmigo.

Douglas dijo:

– ¿Qué hizo Hallie? -Jason bebió el brandy. -¿Qué hizo?

– Se rió de mí.

– No entiendo -dijo James lentamente. -¿Por qué se rió de ti?

– Quería que le contara lo que sucedió cinco años atrás, y eso hice. ¡Lo minimizó! Maldición, nosotros tres seguimos viviendo con ese horroroso momento.