Выбрать главу

– Si cierro los ojos puedo ver las cabezas de los caballos inclinados sobre las puertas de los compartimientos, oírlos relinchando cuando saben que está llegando la avena. Montones de casillas de cría y alumbramiento. Es perfecto.

Jason saltó y golpeó los talones.

En ese momento, tanto Bad Boy como Dodger soltaron fuertes relinchos.

– ¿Qué es esto? -dijo James, y fue a zancadas hacia la entrada de puertas dobles del establo.

Un semental grande, castaño y huesudo estaba piafando, mirando a Bad Boy y Dodger, con la cabeza echada atrás, las fosas nasales acampanadas, listo para enfrentarse a ambos.

La voz de una muchacha exclamó:

– ¿Quiénes son ustedes y qué diablos están haciendo aquí?

CAPÍTULO 05

James y Jason Sherbrooke se quedaron mirando al enorme semental zaino, que parecía que masticaba clavos para el desayuno, a la muchacha sentada a horcajadas en él, vestida con pantalones, un polvoriento chaleco de cuero, una camisa blanca de mangas largas y un viejo sombrero bajo sobre su cabeza.

– Bendito infierno -dijo James. -Es Corrie cinco años atrás, hasta la gorda trenza colgando en su espalda.

Jason dijo lentamente, sin apartar jamás la mirada del rostro de ella:

– Parece familiar. ¿La conozco?

– Por supuesto que me conoce, estúpido.

La ceja de Jason se arqueó todo un centímetro.

Ella se quitó el sombrero. Zarcillos de cabello dorado se habían soltado de la trenza y colgaban en perezosos rizos a los lados de su rostro.

– Sí parece conocida -dijo él nuevamente. -Oh, sí, quienquiera que sea, disculpe mis malos modales. Este es mi hermano, James Sherbrooke, lord Hammersmith.

– Milord. -Hallie volvió a ponerse el sombrero en la cabeza pero no le dio su nombre. -Había oído que eran gemelos, idénticos en todo sentido. Pero eso no es cierto. Permítame decir, milord, que usted ciertamente parece el gemelo más aceptable. Realmente no se parece en nada a este otro. ¿Sabía que él se pavoneaba por las calles en Baltimore, sabiendo que cada mujer entre las edades de ocho y noventa y dos se detenía y se quedaba mirándolo, dejando caer abanicos, parasoles, paraguas, aun en la lluvia, para obtener su atención?

James, disfrutando de esta inusual muchacha que estaba haciendo sentir un tonto a su gemelo, dijo sencillamente:

– Señora, un placer. No, no sabía eso sobre mi gemelo. Hasta donde recuerdo, nunca lo he visto pavonearse. Le pediré una demostración.

Hallie dijo:

– Las damas se escondían en los umbrales, esperando que él pasara. Arrojaban un pañuelo, su ridículo o a su hermanita menor en su camino para obtener su atención. ¿No lo ha visto pavonearse? No me extraña, desde que huyó de casa cinco años atrás, no ha tenido la oportunidad de presenciar el pavoneo en toda su gloria. Zoquete engreído. -Cuando Jason no respondió a ese insulto, ella continuó: -Entiendo que cumplirán treinta años el año próximo. Por lo tanto le lleva más tiempo a su cerebro funcionar adecuadamente. ¿O es que su visión ya es defectuosa?

Jason estaba más divertido que no. Estaba acostumbrado a los insultos después de vivir con Jessie Wyndham durante cinco años, así que no saltaría sobre ella. Sabía que debería reconocerla, pero simplemente no podía. Evidentemente eso era un insulto de graves proporciones para ella, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Sacudió la cabeza, todavía mirando el caballo de ella, que parecía bastante preparado para dar un mordisco a la ijada de Bad Boy.

– Será mejor que aleje a esa bestia antes de que mi Dodger le quiebre el cogote.

– Já, me gustaría ver eso.

Sin embargo, ella obligó a Carlomagno a retroceder, un reacio paso por vez. Hacía falta habilidad para hacer obedecer al caballo. Jason le dio crédito en silencio por eso. ¿Quién diablos era ella? Ese cabello dorado suyo era espectacular, ciertamente debería recordar a una muchacha con cabello de ese color.

– Pero admiro a Dodger. Es un buen corredor. ¿Alguna vez logró derrotar a Jessie Wyndham montándolo?

Así que lo había visto correr, ¿verdad? Aunque sonaba inglesa, evidentemente había vivido en Baltimore.

– Ningún caballo tiene posibilidad contra Dodger. En cuanto a Jessie, ese es otro asunto. Si fuese más familiar con las carreras de caballo de Baltimore, sabría que Dodger era el mejor, la mayoría de las veces.

La boca de Hallie estaba abriéndose cuando James dijo:

– ¿Es usted norteamericana? Pero suena como una inglesa. ¿Por qué?

– En realidad soy inglesa. Mi familia vive aquí mitad del año y la otra mitad en Baltimore. Sin embargo, cuatro años atrás mis padres me enviaron de regreso aquí para vivir todo el año y perfeccionarme.

– ¿Cuándo comenzará el perfeccionamiento? -dijo Jason, mirándola de la cabeza a los pies.

– He oído decir que la inteligencia depende de quién la mire, y debo decir que no estoy viendo mucho de nada.

– Entonces, ¿cómo podría verme pavoneándome si su vista es tan mala?

Ella sacudió la cabeza y casi perdió su sombrero.

– Otro patético intento de un comentario inteligente. Vivo con mis tíos en la abadía de Ravensworth. Ellos me proporcionan un maravilloso hogar cuando mis padres no están aquí.

James dijo:

– ¿Burke y Arielle Drummond, el conde y la condesa de Ravensworth? ¿Es usted su sobrina?

– Sí. Mi madre era la hermana de la condesa. Murió cuando yo nací.

Jason dijo:

– Lo lamento.

– Pero, ¿qué está haciendo aquí? -dijo James. -¿Aquí, en la propiedad Hoverton?

El mentón se elevó, como si ella esperara sarcasmo, discusión, incluso una pelea. Jason no podía esperar a ver qué saldría de su boca. Ella dijo:

– Cumpliré veintiuno en diciembre. Soy una adulta. Amo los caballos.

Jason dijo lentamente:

– Ahora la recuerdo. Fue mucho tiempo atrás, justo después de haber llegado a Baltimore. Era esa muchachita flacucha que siempre estaba dando vueltas por las pistas de carreras. Siempre había alguien intentando encontrarla. Jessie la trajo a casa un par de veces, pero usted se quedaba con los niños. Después no la vi más. Ah, sí, recuerdo a Jessie diciendo que usted había venido a vivir a Inglaterra. Es Hallie Carrick. Vine a casa en uno de los barcos de vapor de su padre, el Audaz Aventura. Sí, lo recuerdo. Su padre fue a Norteamérica unos quince años atrás a comprar un astillero y terminó casándose con la hija del dueño.

– Sí, eso fue lo que sucedió. Estuve en Baltimore tres años atrás, pero creo que usted y James Wyndham estaban en Nueva York, comprando caballos.

James pensó que ella tenía una asombrosa memoria para el paradero de su hermano, mirándola fijamente. ¿Por qué?

– Permítame corregirlo. Mi padre y Genny, mi madrastra, dirigen la Naviera Carrick juntos ahora. Creo que Genny construyó el Audaz Aventura.

James arqueó una ceja ante eso.

– ¿De veras? Eso es muy admirable. Muy bien, entonces, señorita Carrick, ¿qué está haciendo aquí? Y con aquí me refiero a Lyon’s gate.

– Eso es fácil de responder. Pretendo comprar Lyon’s gate. Prácticamente se encuentran en mi propiedad. ¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?

Jason recobró la atención instantáneamente. Se quedó horrorizado, incrédulo, mirando atentamente a esta absurda muchacha que tenía el cabello dorado de una princesa y de pronto se había convertido en el enemigo.

– ¿Qué quiere decir con que pretende comprar Lyon’s gate?

Ella echó un vistazo a James, que estaba parado con la espalda apoyada contra la puerta del establo, los brazos cruzados sobre el pecho.

– ¿Su hermano es duro de oído?

– No -dijo James. -Está simplemente estupefacto. Usted es una muchacha. Ni siquiera debería estar aquí sola, mucho menos vestida con ropas que muchos mozos de cuadra despreciarían.