– Me equivocaba. Tú tenías razón. Me he estado aferrando a un montón de viejas culpas, intentando expiarlas en cada uno de mis casos y asegurándome al mismo tiempo de continuar estando triste en el proceso.
Kayla miró su tensa expresión, producto del esfuerzo que estaba haciendo para desnudar su alma. Por ella.
– Ella era tu madre, Kane. Estoy segura de que jamás habría deseado esa tristeza para su hijo.
– Ahora lo sé -por fin se había dado cuenta de que Reid tenía razón. Había dejado de sentir el día que su madre se había lanzado bajo las ruedas de aquel autobús. Y no había vuelto a sentir hasta que había entrado en aquel lugar por primera vez.
– Sé que no te he dado muchos motivos para creer lo que te voy a decir, pero estás equivocada -la miró a los ojos y, por primera vez, se permitió tener alguna esperanza en el futuro-: No dije que te amaba, no porque no te quisiera, sino porque tenía miedo de no merecerte.
– ¿Y ahora? -un suave sonrojo teñía sus mejillas.
– Todavía no te merezco, pero sería un estúpido si te dejara marcharte.
– ¿Así que quieres volver a ser tú el que controle la situación? -dijo Kayla, riendo.
La enorme sonrisa de Kayla borró la tensión que Kane había sentido en el pecho durante toda la semana.
– Podría dejarlo en tus manos por una vez, Kane. Pero para eso tienes que decir las palabras adecuadas.
Kane la miró a los ojos.
– Te amo -dijo.
Kayla se acurrucó entonces contra su pecho.
– Mmm -susurró Kane, aspirando el aroma a fruta de su pelo-, creo que podría acostumbrarme a esto.
– Será mejor que lo hagas, porque ahora que he conseguido atraparte, no pienso dejar que te marches -respondió ella riendo.
– Me alegro de oírlo.
Kayla deslizó las manos por la espalda de Kane, las metió en los bolsillos traseros de sus vaqueros y lo estrechó contra ella.
– Espero que estés pensando en lo mismo que yo -dijo Kane-, porque en caso contrario, te advierto que estás jugando con fuego.
La suave risa de Kayla inflamó todavía más su deseo.
– ¿Quieres probar suerte, detective?
Aquellas fueron las últimas palabras que se dijeron durante un largo, largo rato.
Carly Phillips
arly Phillips inicio su carrera como escritora en 1999, desde entonces ha publicado más de 20 novelas, que han estado entre las más vendidas en las listas más conocidas de Estados Unidos. Actualmente publica en dos sellos, Harlequín y Warner.
Carly vive en Purchase, New York con su marido, sus dos hijas pequeñas y un juguetón Wheaton Terrier.
Su pasatiempo favorito es leer, le gusta escuchar opera y le encanta recibir correos de sus lectoras, ya sea por mail o por correo normal. También se confiesa adicta a la televisión, especialmente a las telenovelas y acostumbra a tenerla puesta incluso mientras trabaja. Pero no todo es “diversión” en la vida de Carly, cuando no se encuentra escribiendo, colabora activamente con varias asociaciones benéficas.